5 hábitos para ser más resilientes: ¿cómo potenciar la resiliencia?

Potenciar la resiliencia es esencial para nuestra vida personal y profesional.

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La resiliencia se define como la capacidad de una persona para sobrellevar y superar eventos difíciles de su vida de una manera sana. Alguien quien presenta un nivel alto de resiliencia se caracteriza por aplicar estrategias constructivas en situaciones dolorosas o complicadas de la vida como pérdidas (económicas, de personas, separaciones, etc.), enfermedades o posibles amenazas (delincuencia o deudas, por ejemplo).

¿Qué es la resiliencia?

Para entender mejor el concepto de resiliencia debemos tener en cuenta que, no se trata de no sentir dolor y no es una forma de evadir sufrimiento sino al contrario; el primer paso importante para un mayor nivel de resiliencia sería eliminar la expectativa que no deberíamos sufrir nunca. Problemas, dolor y sufrimiento son parte de la vida igual que alegría y felicidad. Pasar por un momento doloroso y sentir tristeza, frustración o desesperanza por algo, no significa que hicimos algo malo, sino nos pasa a todos.

Por esto, un primer aspecto importante es la aceptación y la capacidad de ver momentos difíciles no solo como algo inevitable sino también en cierta medida necesario para nuestra fortaleza personal. Un segundo aspecto es que, debemos diferenciar entre el dolor en sí, que está ocasionado por un evento y el significado que damos a este dolor y el hecho de tener que pasar por este evento.

Como ejemplo, tras recibir el diagnóstico de una enfermedad grave existe un dolor inevitable ocasionado por el shock y por el dolor que produce la enfermedad en sí. Este lleva estados de sufrimiento inevitables que no podemos controlar. Pero existe un segundo dolor, provocado por los significados y pensamientos negativos que añadimos a la situación. Por ejemplo, ideas como: “Eso no me merezco”, “eso no me debería estar pasando”, “qué hice mal para que la vida me castiga de esta forma.”

Son las formas de pensar sobre el evento que pueden agrandar el nivel de sufrimiento significativamente y sobre estos si tenemos control. Entonces, un mayor nivel de resiliencia se caracteriza por no añadir significados agravantes a la situación y saber diferenciar entre el dolor propio y el dolor agregado por lo que pensamos de la situación.

Los límites de la resiliencia

Obviamente la gravedad de las situaciones difíciles que podemos pasar en la vida es muy variada y en su atención terapéutica se debe diferencia entre situaciones traumáticas y crisis esperados y más cotidianos de la vida. Como experiencias psicológicamente traumáticas se consideran experiencias tan estresantes que sobrepasan las capacidades de afrontamiento de la persona. Muchas veces, porque parten de una amenaza realmente invasiva en nuestro sentido de seguridad e integridad. Por ejemplo, un accidente de tránsito severo, abuso físico o violación. Cómo consecuencia del trauma, personas sienten que sus emociones las sobrepasan diariamente y los recuerdos no pueden transformarse en simples historias del pasado.

Un buen nivel de resiliencia nos puede ayudar a sobrellevar mejor estas experiencias, pero nunca será la única forma de atención que requieren. En cambio, situaciones de crisis se consideran aquellos eventos esperados o inesperados que nos sacan del rumbo cotidiano y nos obligan a reajustar diferentes aspectos de nuestra vida. Pueden ser momentos muy dolorosos también, como la muerte de un familiar, un diagnóstico de una enfermedad grave o la bancarrota de un negocio. Son situaciones en las que dependemos mucho de nuestros recursos personales y podemos salir de ahí mejor o peor que entramos dependiendo aquí si mucho de nuestro nivel de resiliencia.

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Cinco prácticas que nos hacen más resilientes

Presentamos una serie de consejos y hábitos para incrementar nuestra resiliencia.

1. Elegir qué historia nos vamos a contar sobre un evento

Aunque no elegimos pasar por una situación siempre existe un rango dentro del cual decidimos como vamos a liderar con eso y qué historia nos vamos a contar sobre lo que paso. No se trata de contarse mentiras o “pensar positivo” y pintar bonito una experiencia muy dolorosa, sino elegir un rol y una postura que nos permite liderar con el evento.

Quienes fueron víctima de un robo o asalto alguna vez entienden por ejemplo la indignación y frustración que conlleva esta experiencia. Literalmente fueron víctimas. Sin embargo, la historia de la víctima: que fue vulnerada y tal vez exige que se haga justicia, que la defienden y que está molesta con el sistema legal que no hace nada, pone a la persona en una posición desde la cual no puede hacer nada más allá de lamentarse.

Otra historia sobre el mismo evento sería la de la aceptación: que somos vulnerables y que nadie está a salvo de ser victima de un asalto en algún momento de su vida. Aunque es injusto y no debería pasar, finalmente tenemos que volver a poner nuestras cosas en orden y reparar el daño que ocasionó esta experiencia depende únicamente de nosotros. No se trata de justificar o restar gravedad al asunto que pasó, pero de tomar una postura que nos permite actuar o en este caso específico soltar.

2. Encuentra un propósito mayor para tu dolor

A pesar de que nunca nadie nos puede decir porque realmente tenemos que pasar por algún momento difícil, se ha comprobado que nos ayuda que, nosotros mismos le agregamos un significado mayor. Un ejemplo muy claro de esto es la crianza de niños, que implica sacrificios continuos como, la falta de sueño, aguantar berrinches, poco tiempo personal, etc. Si no creyéramos que será para un fin mayor a estos momentos, que es la formación de un ser humano, sería muy difícil mantener la postura que se requiere como padres a largo plazo.

Se trata de tomar los problemas como parte de la vida que nos pueden enseñar algo importante, ver el sufrimiento como un sacrificio para algo más importante o ante todo momento de crisis preguntarse, cómo puedo hacer para que eso llega a ser una de las mejores cosas que me han pasado.

3. Centrarnos en el problema del momento – Evitar pensamiento catastrófico

Cuando pasamos por una situación difícil o dolorosa una tendencia natural es pensar automáticamente en posibles causas del pasado y consecuencias del futuro en un sentido catastrófico. Por ejemplo, una separación que puede llegar de manera inesperada, automáticamente nos lleva a pensar en todo lo que deberíamos haber hecho mejor en el pasado y todo lo que ahora nos puede estar esperando en el futuro al ya no contar con esta persona. Nada de esto nos sirve en el momento para liderar con la situación.

Aunque es bueno y recomendado reflexionar sobre qué ha pasado en relaciones pasadas como parte de un proceso de cierre o autoconocimiento, en el proceso de duelo es preferible no dejarse llevar por posibilidades del pasado o del futuro. Es preferible centrarse en el problema más próximo del presente y pensar en qué se debe hacer para enfrentar este. No sabemos que fue realmente ni qué va a pasar, solo sabemos que es la mínima cosa que podemos hacer ahora.

4. Hablarlo para domarlo

En momentos de crisis y sufrimiento se ha comprobado que buscar personas con quienes hablar y desahogarse ayuda. El ser humano es un ser social que se beneficia siempre de la conexión y el intercambio dialógico con otras personas. Aunque, no cualquier persona nos puede acompañar en cualquier situación, ante cualquier situación deberíamos pensar, con quien contamos para acompañarnos o para simplemente hablar. Amigos o familiares tal vez no nos van a resolver el asunto, pero el hecho de compartir tiene un efecto sanador.

Pronunciar un tema en voz alta nos permite distanciarnos un poco de este y verlo más desde afuera. Que, otra persona nos escucha representa que nos acepta a pesar de lo que estamos pasando, eso vale mucho. La mayoría de las cosas que nos pasan en la vida, han pasado antes a otras personas también y no deberíamos aislarnos en situaciones de crisis, sino buscar aliados. Aliados son personas seguras, es decir quienes no nos van a juzgar ni contárselo a otras personas y no somos un peso para nadie, siempre y cuando sabemos cómo contar la situación, que no sea desde la queja sino desde el compartir.

5. Encontrar una forma de goce en los desafíos

Al cambiar la narrativa sobre una situación podemos dejar de verla como un problema y convertirla en un desafío. Esto nos permite crear estratégicas lúdicas o retos alrededor de las diferentes tareas que implica la situación a resolver. Un escritor que se encontraba en un momento de bloqueo de su creatividad me comentó una vez que recuperó su inspiración al seguir el reto de escribir mínimo 1000 palabras por día independientemente de su motivación o la calidad de su trabajo. Al principio le costó mucha fuerza de voluntad y lo describió como un proceso forzado y doloroso, al mismo tiempo le dio la sensación de hacer algo y con el tiempo le ayudó a volver a su rutina habitual.

Otro ejemplo sería, cuando sabemos que debemos mejorar nuestro estado de salud por alguna enfermedad y nos cuesta iniciar hacer ejercicio o cambiar la dieta; al conectar con otras personas que pasan por una situación parecida e ir al gimnasio o a algún curso en grupo puede hacer el proceso más lúdico. Reunirse para cocinar juntos puede ser otra forma de encontrar placer en el aprendizaje de un nuevo hábito.

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Conclusiones

Aceptar que todas las personas inevitablemente pasan por situaciones difíciles en su vida y no podemos esperar que nunca vamos a sufrir. Tener en cuenta que la resiliencia es algo que podemos aprender y entrenar y que crecemos con nuestros desafíos. El significado que damos a lo que nos sucede y las historias que nos contamos alrededor del evento son cruciales para su superación.

No se trata de pensar positivo o negar el dolor, sino reconocer el desafío y asumirlo con responsabilidad, porque a pesar de que tal vez no tuvimos la culpa, podemos elegir mucho ante lo que nos ha pasado. Pedir ayuda y compartir nuestro dolor y preocupaciones con otras personas también es resiliente. Hay una diferencia entre crisis y experiencias traumáticas. Las sugerencias que he compartido aquí aplican para situaciones de crisis. El trauma va más allá de un momento de vida difícil y deja huellas más profundas a nivel neurológico, por lo que no se resuelve únicamente con resiliencia.

Psicóloga

Quito
Terapia online

Dorothee von Stösser es Psicóloga Clínica de formación y brinda asesoría psicológica online con la intención de facilitar una atención profesional y al mismo tiempo de humano a humano. Trabaja con adolescentes, adultos y parejas, muchos de ellos con experiencia de vida en el extranjero. La atención puede ser en español o alemán desde cualquier parte del mundo.

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