¿Los niños muy ocupados tienen más problemas de conducta?

Cada vez más familias llenan las agendas de sus hijos con actividades estructuradas.

¿Los niños muy ocupados tienen más problemas de conducta?

Empezar el día madrugando para ir al colegio. Comer allí y continuar con las clases. Al acabar, toca inglés y después karate. Al llegar a casa, todavía hay que ducharse, hacer los deberes, estudiar, cenar y leer antes de irse a dormir. El día siguiente es igual, solo hay que cambiar el inglés por música y el karate por natación.

Este es el día a día de muchos niños y niñas (y adolescentes) actualmente. Agendas casi tan llenas como la de los adultos. ¿Por qué sucede esto? Los motivos de cada familia son diversos. ¿Este tipo de rutinas tan intensas en el día a día pueden tener consecuencias en el desarrollo? En este artículo hablamos de esto detalladamente.

Empezamos hablando sobre qué significa que los menores estén muy ocupados y seguimos explicando los posibles impactos sobre su conducta y la salud emocional. Abordamos, también, la importancia que tiene en este periodo vital el tiempo no estructurado y el juego libre y, por último, exponemos algunos aspectos interesantes a tener en cuenta desde los hogares.

¿Qué quiere decir que un niño está muy ocupado?

Tal y como veíamos en el ejemplo planteado anteriormente, consideramos que los niños/as —y adolescentes— que están muy ocupados son aquellos que tienen su día a día lleno de actividades sin apenas disponer de tiempo libre o no estructurado.

Esto, en muchas ocasiones, forma parte de un estilo de crianza en el cual los progenitores intentan —con la mejor de las intenciones— aprovechar al máximo el tiempo de las criaturas para poder prepararlos para lograr el éxito a medio y largo plazo.

Los datos sugieren que esta tendencia es cada vez mayor en algunas sociedades. En este sentido, parece que se crea una especie de competencia tanto entre niños como entre padres y, en definitiva, se genera presión social por “no ser o hacer menos” y asegurar el camino al “éxito”.

Los padres y madres que abogan por este estilo de crianza lo hacen pensando en que, de esta forma, sus hijos e hijas pueden explorar al máximo su potencial. También hay familias en las que, debido a la imposibilidad de conciliar, se ven obligados a que los niños hagan actividades extraescolares en el horario en el cual los padres trabajan.

Sean cuales sean los motivos de cada unidad familiar, es importante tener en cuenta que este tipo de situaciones puede tener un impacto a nivel emocional y conductual en los niños. La falta de tiempo libre para jugar y explorar el mundo puede hacerles sentir sobrepasados.

¿Cómo afecta en la conducta y la salud emocional?

Una de los principales consecuencias de tener horarios tan llenos y rígidos suele ser un incremento de la respuesta de estrés. Esto, especialmente en niños y niñas, puede traducirse fácilmente en problemas conductuales que, con frecuencia, se malinterpretan.

En este sentido, es habitual que se produzca un aumento de la irritabilidad y mayor frecuencia de rabietas. Pero eso no es todo, también pueden darse cambios de humor, apatía, alteraciones en el patrón del sueño o la alimentación e incluso algunos síntomas físicos como dolores musculares inespecíficos, de cabeza y/o estómago.

Algunos investigadores han observado altos niveles de ansiedad y mayores niveles de frustración ante obstáculos que no suponen una gran dificultad. Además, esto suele acompañarse de dificultades para mantener la atención y regular las propias emociones. Todo estas respuestas ante el estrés pueden interpretarse de forma errónea como problemas de conducta o incluso otro tipo de trastornos.

Tal y como hemos visto hasta ahora, la sintomatología que padecen los niños y las niñas cuando se sienten abrumados por sus interminables tareas son realmente parecidas a las respuestas que puede tener un adulto. Sin embargo, en muchas ocasiones los progenitores minimizan estas señales de alerta puesto que las interpretan como parte del proceso de adaptación.

El descanso es un elemento crucial en nuestras vidas, pero más aún en la infancia cuando el cuerpo y el cerebro se encuentran en pleno desarrollo. No podemos olvidar, que aunque las criaturas son muy resilientes y se adaptan a muchas cosas, todavía no tienen herramientas emocionales ni mentales para hacer frente a semejantes niveles de estrés y mucho menos de forma prolongada.

La importancia del juego libre y el tiempo no estructurado

Hay adultos que consideran que el juego es una pérdida de tiempo. Esta creencia es totalmente falsa y se aleja por completo de la realidad. El juego es una necesidad básica para garantizar un desarrollo saludable y óptimo en los niños y las niñas.

Mediante el juego descubren el mundo que les rodea y conocen su propio mundo interno también. Fomenta la creatividad y el pensamiento propio. Además de ser fundamental para su desarrollo cognitivo y emocional, también lo es a nivel social.

Cuando permitimos espacios de juego no estructurado ni guiado por los adultos estamos fomentando la práctica de toma de decisiones, resolución de conflictos, negociación, empatía y la propia regulación emocional.

En definitiva, es necesario que las criaturas puedan tener espacios temporales en los que no hay actividades programadas o estructuradas. Esto les permite, por un lado, conocerse mejor a sí mismos (saber qué les gusta y qué no, por ejemplo) y, entre otras cosas, conectar con la creatividad.

¿Qué pueden hacer los padres y madres en esta situación?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que cada familia tiene una situación muy concreta y es necesario adecuarse a las necesidades de cada sistema familiar. Como ya hemos mencionado anteriormente, la mayoría de las familias que se encuentran en esta situación es porque quieren lo mejor para sus hijos.

No obstante, es importante poder reflexionar sobre las necesidades de cada criatura en concreto y el impacto que puede estar teniendo este tipo de rutina. No todas las personas lo van a vivir de la misma manera, por supuesto, porque todas tenemos necesidades, deseos y recursos diferentes.

En esta línea, puede ser interesante hablar con los niños/as y escucharles abiertamente. Debemos observar las señales de alarma anteriormente mencionadas y dar validez a sus emociones y pensamientos. Además, puede ser útil “programar” dentro de los calendarios espacios de tiempo libre, no estructurado.

Quizá resulte de ayuda plantearse sí determinada actividad es realmente beneficiosa para la criatura o si está respondiendo a expectativas externas. Y, por último, es recomendable volver a evaluar cuáles son las prioridades. A lo mejor es más adecuado hacer menos actividades, pero que sean más nutritivas para el niño /a.

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  • Kringen, E. M., & Nagel, A. K. (2006). Effects of over-scheduled children: Perspectives of childcare workers.
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Nerea Moreno. (2025, junio 2). ¿Los niños muy ocupados tienen más problemas de conducta?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/los-ninos-muy-ocupados-tienen-mas-problemas-de-conducta

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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