La teoría existencialista de Martin Heidegger es considerada uno de los principales exponentes de este movimiento filosófico, asociado sobre todo a autores de finales del siglo XIX y principios del XX. A su vez, el existencialismo ha sido un movimiento que ha influido mucho a la corriente de la Psicología Humanista, cuyos principales representantes fueron Abraham Maslow y Carl Rogers y que durante las últimas décadas se ha transformado en la Psicología Positiva.
En este artículo analizaremos los principales planteamientos del controvertido filósofo alemán Martin Heidegger en sus contribuciones a la filosofía de corte existencialista, incluyendo la propia comprensión de su obra como parte del existencialismo. Empecemos viendo qué es exactamente esta corriente filosófica.
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¿Qué es el existencialismo?
El existencialismo es una corriente filosófica en la que se ha categorizado a pensadores tan dispares como Søren Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Miguel de Unamuno, Gabriel Marcel, el psicólogo Karl Jaspers, el escritor Fiódor Dostoievski o el director de cine Ingmar Bergman.
Todos estos autores tienen en común su focalización en la naturaleza de la existencia humana. En particular se centraron en la búsqueda del sentido como motor de una vida auténtica, para lo cual destacaban la importancia de la libertad individual. También los unieron sus críticas a la abstracción y a la concepción del pensamiento como aspecto central.
Martin Heidegger, el filósofo que nos ocupa, negó su vinculación con la filosofía existencialista; de hecho se han distinguido dos periodos en su obra, y el segundo de ellos no se puede clasificar dentro de esta corriente de pensamiento. No obstante, las propuestas y los objetos de estudio de su primera etapa tienen un carácter existencialista evidente.
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Biografía de Martin Heidegger
Martin Heidegger nació en el año 1889 en Messkirch, un pueblo de Alemania. Sus padres eran católicos romanos devotos; esto llevó a Heidegger a estudiar teología en la Universidad de Freiburg, aunque finalmente decidió dedicarse a la filosofía. En el año 1914 se doctoró con una tesis sobre el psicologismo, corriente que destaca el rol de los procesos mentales.
En la década de 1920 trabajó como profesor de filosofía en la Universidad de Marburg y posteriormente en la de Freiburg, en la que ejercería durante el resto de su carrera. Durante esta época empezó a dar charlas centradas en sus ideas sobre la existencia humana y el sentido de esta, que desarrollaría en su libro “Ser y tiempo”, publicado en el año 1927.
En 1933 Heidegger fue nombrado rector de la Universidad de Freiburg, cargo que abandonó 12 años después. Cabe destacar su afiliación y su participación activa en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán -más conocido como “Partido Nazi”-; de hecho, Heidegger intentó sin éxito convertirse en el filósofo de referencia de este movimiento.
Heidegger murió en 1976 en la ciudad de Friburgo de Brisgovia; en ese momento tenía 86 años. A pesar de las críticas que ha recibido por su colaboración con los nazis, por las contradicciones entre sus obras y por su desconocimiento de otros autores de su misma época, en la actualidad este filósofo es considerado uno de los más importantes del siglo XX.
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La teoría existencialista de Heidegger
La principal obra de Heidegger es “Ser y tiempo”. En ella el autor trata de responder a una pregunta clave: ¿qué significa exactamente “ser”? ¿En qué consiste la existencia, y cuál es su característica fundamental, si es que existe una? De este modo recuperó una cuestión que, en su opinión, había sido dejada de lado por la filosofía desde el periodo clásico.
En este libro Heidegger plantea que esta pregunta debe ser reformulada en busca del sentido del ser, más que de éste en sí mismo. En torno a esto afirma que no es posible separar el sentido del ser de un contexto espacial y temporal (con la muerte como elemento estructurador) determinado; así, habla de la existencia humana como “Dasein” o “ser-en-el-mundo”.
A diferencia de lo que planteaban Descartes y otros autores previos, Heidegger consideraba que las personas no somos entes pensantes aislados del mundo que nos rodea, sino que la propia interacción con el entorno es un aspecto nuclear del ser. Es por esto que no es posible dominar el ser e intentar hacerlo lleva a una vida carente de autenticidad.
En consecuencia, la capacidad humana para pensar tiene un carácter secundario y no debe ser entendida como aquello que define nuestro ser. Descubrimos el mundo a través del ser-en-el-mundo, es decir, de la existencia en sí misma; para Heidegger la cognición es tan sólo un reflejo de ésta, y por tanto también lo son la reflexión y otros procesos similares.
La existencia no depende de la voluntad, sino que somos “arrojados” al mundo y sabemos que es inevitable que nuestra vida termine. La aceptación de estos hechos, así como la comprensión de que somos una parte más del mundo, permite dar sentido a la vida, que Heidegger conceptualiza como el proyecto del ser-en-el-mundo.
Posteriormente los intereses de Heidegger se trasladaron a otros temas. Destacó la relevancia del lenguaje como herramienta fundamental para entender el mundo, exploró la relación entre el arte y la búsqueda de “la verdad” y criticó la actitud despectiva e irresponsable de los países occidentales con respecto a la naturaleza.