La infancia y ChatGPT: adicción, vínculos artificiales y pensamiento crítico en peligro

Repasamos el impacto negativo de la IA en el desarrollo de niños y adolescentes.

La infancia y ChatGPT: adicción, vínculos artificiales y pensamiento crítico en peligro
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La irrupción de la inteligencia artificial generativa en la vida cotidiana ha transformado la forma en que niños y adolescentes interactúan con la información, el entorno y también consigo mismos. Plataformas como ChatGPT se han convertido en asistentes académicos, confidentes emocionales y fuentes inagotables de respuestas inmediatas. Especialistas en salud mental y tecnología alertan sobre el riesgo de que los menores dependan en exceso de estas herramientas, lo que puede afectar su creatividad, su pensamiento crítico y su capacidad para establecer vínculos humanos reales.

"Los niños o los adolescentes que son adictos a las redes sociales, al móvil, a la IA, pueden ser potenciales adictos a drogas de mayores, en edad adulta, porque su cerebro genera muchísima dependencia, muchísima adicción a las pantallas", explica para Psicología y Mente la psicóloga y escritora Lara Ferreiro. "Los niños no ejercitan la capacidad de pensar ni de elaborar sus propios trabajos. No reflexionan al hacer los deberes, solo pasan tres minutos con la tarea para ir rápidamente a consumir su droga, que es el teléfono", señala. "El pensamiento crítico está en peligro. El impacto negativo a nivel cerebral es muy alarmante", insiste.

La experta madrileña define estas tecnologías como un "avance fríe cerebros" que provoca lo que denomina "sedentarismo mental": "Acostumbrados a la sobreestimulación y las respuestas rápidas, el desarrollo del hipocampo se atrofia, al igual que la creatividad, la atención, la memoria y la comprensión lectora. El córtex prefrontal se deja de ejercer, afectando funciones cognitivas fundamentales para el desarrollo”, sentencia.

Desde el ámbito educativo, Guillermo Cánovas, director del Observatorio para el Uso Saludable de la Tecnología (EducaLIKE) y autor de Mira con quién hablan (Espasa, 2024), respalda esta preocupación: "Al delegar determinadas tareas en la IA, vamos debilitando las conexiones neuronales que antes utilizábamos para realizar dichas tareas". Esta "neuroplasticidad pasiva", matiza el experto, "no solo afecta a los menores, también empieza a notarse entre adultos". Cánovas, autor de diversos libros y numerosos estudios sobre la relación de los menores con las nuevas tecnologías, ha publicado desde su observatorio un estudio según el cual los propios adolescentes asumen que usar ChatGPT les hace más perezosos y más dependientes, confirmando esta tendencia preocupante.

En la web miraconquienhablan.com, Cánovas y su equipo recaban información y recopilan estudios que evidencian los riesgos del uso excesivo y sin control parental de IA. Entre ellos destaca un informe reciente de la Universidad de Lund (Suecia), que advierte que el uso frecuente de IA durante la adolescencia puede generar estancamiento cognitivo, menor desarrollo de funciones ejecutivas y pérdida de habilidades para la resolución de problemas. También una revisión sistemática de 24 estudios empíricos (Psychological impacts of AI use on school students, 2023) documenta efectos como ansiedad, estrés, reducción del pensamiento crítico y aislamiento social.

Cuándo la IA substituye a los humanos

Más allá del aula, el uso de la inteligencia artificial abre otro terreno especialmente delicado: el emocional. Chatbots como Replika, Character.ai o el propio ChatGPT están empezando a ocupar el lugar de amigos, confidentes e incluso terapeutas improvisados. “Humanizar una máquina es peligroso. Tú segregas oxitocina, la máquina no”, advierte Ferreiro. Uno de los casos más extremos fue el de Sewell Stzer, un chico de Florida de 14 años que se suicidó en 2024 tras enamorarse de un avatar de inteligencia artificial. La familia del menor ha demandado a la compañía creadora del programa y su historia reabrió el debate sobre el papel de estas tecnologías en la configuración del mundo emocional adolescente.

Ferreiro añade que durante la adolescencia —etapa clave para la construcción de la identidad— este refuerzo constante y acrítico por parte de una IA puede condicionar seriamente el desarrollo emocional. “Las respuestas de la IA refuerzan la ‘identidad pasiva’. Eso debilita la percepción del control sobre tu vida, afecta a la tolerancia a la frustración y promueve una búsqueda constante de respuestas inmediatas”, añade. “En niños y adolescentes vulnerables puede llevar a generar expectativas poco realistas de idealización y se crean relaciones patológicas”.

A largo plazo, añade, puede dificultar la construcción de relaciones íntimas o de pareja. “La IA es fabulosa, pero no te desafía. El cerebro adolescente busca socializar, vincularse. Si encuentra ese vínculo en una máquina y no en relaciones reales, se fomenta una frágil autoestima y una forma de vincularse superficial”, explica Ferreiro.

Cánovas coincide: “Estas herramientas manifiestan emociones humanas sin serlo. Pueden manipular, condicionar y seducir. Por eso la supervisión debe ser absoluta”. Desde su observatorio han constatado un aumento de adolescentes que preguntan a ChatGPT sobre relaciones personales, acoso escolar o autoestima. “Pero una IA no es un terapeuta. Los estudios muestran que incluso pueden desarrollar ansiedad al interactuar con una persona que la sufre, porque pierden objetividad y se mimetizan con su estado emocional”.

Además del impacto psicológico, Cánovas señala la dimensión ética y de privacidad: “Muchos adolescentes no son conscientes de los riesgos que supone volcar sus emociones más íntimas en un sistema que no tiene empatía, pero sí memoria”.

Educación, límites y señales de alarma

Frente a un fenómeno imparable como la expansión de la IA, los expertos consultados por Psicología y Mente coinciden en una idea clave: la educación. Informarse, guiar, acompañar y establecer límites razonables es más urgente que nunca. “La IA no es el enemigo”, recuerda Cánovas, “pero tampoco es un juguete”.

Ferreiro señala algunos indicadores de alarma que las familias deberían conocer: “Si el niño se aísla, tiene cambios bruscos de humor tras usar IA, rechaza el contacto emocional con la familia o duerme poco, probablemente está generando una dependencia”, apunta.

Ambos coinciden en la importancia de fomentar vínculos humanos y hábitos estructurantes: comidas y cenas familiares, juego libre, deporte, lectura y rutinas alejadas de las pantallas. “Hablar abiertamente sobre la IA también es clave”, subraya Ferreiro. “Contar que muchas veces contiene información sesgada e incorrecta, explicar que no puede usarse como ‘fast food’ emocional ni para pedir consejos personales”, concluye.

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Natalia Pérez. (2025, mayo 23). La infancia y ChatGPT: adicción, vínculos artificiales y pensamiento crítico en peligro. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/infancia-y-chatgpt-adiccion-vinculos-artificiales-pensamiento-critico-en-peligro

Periodista

Natalia Pérez es licenciada en comunicación audiovisual, tiene un máster en periodismo y una extensa formación en documental social. A lo largo de sus 20 años de experiencia profesional se ha especializado en la búsqueda de contenidos diferenciales de actualidad política y social y ha trabajado en la producción de artículos para prensa y televisión con un amplio currículo en cuestiones centradas en la salud mental y la psicología.

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