Las actitudes nos influyen a la hora de procesar la información del entorno. Muchas veces, incluso, también guían las decisiones que tomamos a nivel conductual. Hoy conoceremos el modelo más influyente y conocido de predicción de la conducta a partir de la actitud. Se trata de la teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (1975).
Existen diferentes factores que ejercen influencias diversas en la conducta, y que fortalecen o atenúan la relación entre actitud-conducta. Por ello, vamos a conocer la teoría mencionada, así como algunas otras.
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Características del modelo de Fishbein y Ajzen
La posición que adopta una persona sobre una dimensión bipolar evaluativa o afectiva respecto a un objeto, acción o evento, es lo que conocemos como actitud (Fishbein, 1967).
La teoría de la acción razonada es un modelo de toma de decisiones racional, es decir, establece que la conducta es el resultado de un proceso racional y deliberativo. Se llega a la acción final por medio de un proceso que implica varios pasos. Por estas razones, el modelo está limitado a explicar las conductas volitivas (voluntarias).
El modelo tiene por objetivo predecir la conducta. Es unidimensional, es decir, se centra en un componente único (considerado esencial) que es la evaluación de la actitud para determinar la conducta. De todas formas, considera otras variables relevantes, como veremos más adelante.
Elementos de la teoría de la acción razonada
Según este modelo, la conducta viene directamente determinada por la intención conductual. Esta es el determinante último y inmediato de la conducta, que lleva a la persona a ejecutarla o no.
La intención conductual, a su vez, está determinada por dos variables, que son las siguientes:
Actitud conductual
La actitud conductual consiste en la evaluación positiva o negativa del sujeto para desarrollar tal conducta. Está determinada por la probabilidad subjetiva y por la deseabilidad subjetiva.
La probabilidad subjetiva es la probabilidad que percibimos de que cierta conducta conducirá a una determinada consecuencia. La deseabilidad subjetiva es el deseo del sujeto de que cierta consecuencia ocurra.
Norma subjetiva
Se trata del juicio que hace el sujeto sobre la probabilidad de que personas importantes o relevantes para él esperen que el propio sujeto muestre la conducta a pronosticar.
Depende de dos variables más: las creencias normativas y la motivación para acomodarse a ellas.
Las creencias normativas son lo que otras personas relevantes para el sujeto esperan que este haga. La motivación para acomodarse a dichas creencias es el grado en que el sujeto hace caso de lo que opinan que debe hacer las personas relevantes para él.
Implicaciones de la teoría
Según la teoría de la acción razonada, si las creencias normativas son potentes y la motivación para acomodarse a ellas es cero, la norma social subjetiva no ejercerá ninguna influencia sobre la intención de realizar tal conducta. Esto es así porque el producto final de las dos variables resultaría cero.
El apoyo empírico a esta teoría para predecir la conducta es considerable, según diversos estudios realizados. De todas formas, hay otros autores, como por ejemplo Bentler y Speckart, que han propuesto otros factores además de estos para explicar la conducta.
Ellos plantean que los hábitos influyen de forma directa en la conducta, y que la mediación de las actitudes o las normas es nula.
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Nuevas aportaciones a la teoría de Fishbein y Ajzen
En los últimos años han surgido nuevas aportaciones en relación a esta teoría. Las más importantes han sido dos.
Teoría de la acción planificada (Ajzen y Madden, 1986)
Se trata de una extensión del modelo que añade un componente nuevo: el control conductual percibido. Este une la actitud y la conducta.
Así, se tiene en cuenta la facilidad o dificultad del sujeto para realizar la conducta.
Es decir, con esta nueva aportación, la intención dependerá de tres elementos: la actitud, la norma subjetiva y el control conductual percibido.
Gollwitzer: intenciones de implementación o puesta en práctica
Este autor plantea que las intenciones conductuales predicen mejor la conducta cuando se acompañan de intenciones de implementación o planes en relación al cuándo y al dónde se iniciará la conducta deseada.
Esta nueva aportación es de especial utilidad cuando la conducta no es algo concreto sino que se trata de una acción que implica continuidad en el tiempo (por ejemplo aprender un nuevo idioma).
Estas intenciones son llamadas “intenciones crónicas”, es decir, intenciones que se tienen desde hace tiempo pero que nunca han llevado a que iniciemos tal acción. Así, para que finalmente el sujeto pase a la acción, serán necesarias las intenciones de implementación.
Actitudes, individuo y ambiente
Hemos visto cómo las actitudes están estrechamente relacionadas con la conducta individual. En relación a esto, podemos afirmar que estas predecirán de forma débil la conducta cuando en el ambiente existen factores potentes. Es decir, a mayor influencia ambiental, menos influye la conducta individual del individuo.
En todo caso, uno de los principales condicionantes ambientales es la normal social, que determina muchas veces “cómo debemos actuar”.
Referencias bibliográficas:
- Reyes, L. (2007). La teoría de acción razonada: implicaciones para el estudio de las actitudes. Investigación educativa duranguense, nº7.
- Hogg, M. y Graham, M. (2010). Psicología social. Editorial: PANAMERICANA
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