¿Aprendemos a través de la experimentación con el entorno, o mediante la reflexión y la introspección? Esta pregunta refleja el principal tema que, durante la época de la Ilustración, sirvió como eje diferenciador para distinguir a los grandes tipos de filósofos: los racionalistas, que defendían que el conocimiento es extraído mediante la razón, y los empiristas, que creían que desarrollamos nuestro intelecto mediante la experiencia.
El pensador y matemático alemán Gottfried Leibniz escapó a esta clasificación de dos categorías. De hecho, aunque han pasado más de 300 años desde su muerte, sus ideas pueden servir aún hoy para entender de manera aproximada e intuitiva cómo experimentamos la realidad. Veamos en qué consistía su teoría.
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¿Quién fue Gottfried Leibniz?
Gottfried Wilhelm Leibniz nació en el Leipzig del año 1646. Desde muy joven demostró sentir una gran curiosidad por una gran variedad de temas, y eso le llevó a aprender constantemente sobre todo tipo de materias. A los 11 años ya había aprendido Latín y empezó a estudiar griego.
A partir del año 1666, cuando terminó de estudiar leyes y lógica escolástica en la Universidad de Leipzig, trabajó para el obispo elector de la localidad de Maguncia. En 1675 aceptó pasar a ser consejero y bibliotecario del duque de Brunswick, lo cual le hizo trasladarse a Hanover, lugar en el que produjo su obra filosófica a la vez que conjugó esta actividad con varios viajes, intentando labrarse un futuro en otras ciudades con un ambiente intelectual más estimulante.
Murió olvidado por los nobles de los que se rodeó durante su vida a causa, entre otras cosas, de presiones generadas por su enemistad con Isaac Newton, quien lo acusó de plagio en sus trabajos sobre matemáticas. Su tumba permaneció anónima hasta varios años más tarde de su fallecimiento.
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La teoría de Leibniz
Aunque murió sin recibir los reconocimientos de prácticamente nadie, Leibniz es considerado un genio: escribió sobre economía, derecho, teología, arquitectura, matemáticas y química. Más allá de todos estos campos de conocimiento, es reconocido principalmente por sus aportaciones a la filosofía.
Los principales propuestas de la teoría epistemológica de Gottfried Leibniz, el cual desarrolló una filosofía sobre cómo generamos conocimiento y desarrollamos una vida metal compleja, son los siguientes.
1. La idea de las nociones
Leibniz creía que cada elemento de la realidad, ya sea una persona, un paisaje o un objeto, está asociado a algo llamado “noción”. La noción es todo lo que es cierto acerca del elemento de la realidad al que va asociada. Por ejemplo, el color de un cuervo es negro, sus dedos de las extremidades traseras están desprovistos de plumas, etc.
2. Todo está relacionado
Leibniz estuvo fuertemente inspirado por el racionalismo, y por eso creía que lo máximo a lo que puede aspirar el lenguaje es a parecerse a las matemáticas, un sistema hermético de símbolos. Es por eso que, para él, si algo es cierto tiene que estar conectado a las verdades de otros elementos de la realidad descritos por sus correspondientes nociones, al menos desde el punto de vista teórico.
Es decir, que si descubrimos estas relaciones entre las diferentes nociones, conoceremos toda la realidad en su conjunto. En el fondo, una noción no solo contiene verdades sobre el elemento al cual va asociado, sino que también nos habla sobre todos los elementos con los que este se relaciona.
Por ejemplo, si hay algo que tiene los dedos de las extremidades inferiores cubiertos de plumas, no es un cuervo.
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3. Las mónadas
Leibniz reconoce que, aunque estirar del hilo de las nociones nos pueda servir para conocer la verdad, a la práctica esto es imposible, porque nuestra racionalidad no es lo suficientemente potente como para trabajar con una cantidad tan masiva de información. Sin embargo, esto no significa que cada elemento del universo no contenga piezas de la verdad. De hecho, para Leibniz el universo está compuesto por unidades llamadas mónadas, que son entidades metafísicas que contienen representaciones de todo lo que existe.
Una mónada, al ser verdadera y hablar tanto del pasado como del presente y el futuro, es idéntica a otra mónada, ya que todas coinciden en contener lo verdadero.
4. Verdades de razón y verdades de hecho
Sin embargo, la existencia de las mónadas no cambia el hecho de que no somos capaces de asimilar su presencia, y a la práctica muchas veces actuamos como si nada fuese seguro.
Si bien podemos acceder a verdes simples mediante las matemáticas, eso no nos permite dar el salto y llegar a conocer todo lo que es verdadero y auténtico; simplemente nos quedamos ahí, con esa minúscula parcela de realidad de que la suma de uno y uno equivale a dos.
Es por eso que en la teoría de Gottfried Leibniz se distingue entre verdades de razón y de hecho, siendo las segundas el mal menor necesario para poder trabajar con certezas relativas sobre lo que nos ocurre. La única entidad que tiene acceso total a las verdades de razón, según Leibniz, sería el dios cristiano.
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