Parece obvio pensar que, si tras realizar cierta conducta recibimos un premio o recompensa, es mucho más probable que la volvamos a repetir. Tras este principio, que nos puede parecer tan evidente, se encuentran toda una serie de hipótesis y teorías estudiadas y debatidas a lo largo de la historia de la psicología.
Uno de los principales defensores de este planteamiento fue Burrhus Frederic Skinner, quien a través de su Teoría de reforzamiento intentó dar una explicación al funcionamiento de la conducta humana como respuesta a ciertos estímulos.
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¿Quién fue B. F. Skinner?
Psicólogo, filósofo, inventor y autor. Estos son solamente algunas de las ocupaciones que se le atribuyen al archiconocido psicólogo, de origen estadounidense, Burrhus Frederic Skinner. Es considerado como uno de los principales autores e investigadores dentro de la corriente conductista de norteamérica.
Uno de sus principales objetos de estudio era la conducta humana. Concretamente, buscaba explicar cómo esta funcionaba como respuesta a distintos estímulos que pueden influir en ella.
Mediante la manipulación experimental y observación de la conducta animal, Skinner esbozó sus primeras teorías acerca del papel que el reforzamiento tiene en la conducta, creando a partir de estos los principios de la teoría del condicionamiento operante.
Para Skinner la utilización de los llamados reforzamientos positivos y negativos era vital para modificar la conducta tanto humana como animal; bien para aumentar o potenciar ciertos comportamientos o bien para inhibirlos o eliminarlos.
Asimismo, Skinner se interesó por las aplicaciones prácticas de sus teorías; creando la “educación programada”. En este tipo de proceso educativo, se le explican al alumnado una serie de pequeños núcleos de información que deberá aprender de manera consecutiva para poder pasar al siguiente núcleo de información.
Finalmente, Skinner también dio origen una serie de ensayos rodeados de cierta polémica en los que proponía la utilización de técnicas psicológicas de modificación de conducta con el objetivo de de aumentar la calidad de la sociedad y así reforzar la felicidad de las personas, como una especie de ingeniería social en pro de la felicidad y el bienestar de hombres y mujeres.
¿Qué es la teoría del reforzamiento?
La teoría del reforzamiento elaborada por Skinner, también conocida como condicionamiento operante o condicionamiento instrumental, intenta explicar la conducta humana en correspondencia con el medio ambiente o los estímulos que la rodean.
Mediante el método experimental, Skinner llega a la conclusión de que la aparición de un estímulo desencadena una respuesta en la persona. Si esta respuesta es condicionada utilizando reforzadores positivos o negativos, se podrá ejercer una influencia en dicha reacción o conducta operante, la cual puede potenciarse o inhibirse.
Skinner estableció que la conducta se mantiene de un contexto o situación a otra siempre que las consecuencias, es decir los reforzadores no cambien o lo hagan siguiendo unas ciertas lógicas, "reglas" que hay que descubrir. Como consecuencia, tanto el comportamiento humano como el animal pueden ser condicionados o modificados utilizando una serie de estímulos que el sujeto puede considerar satisfactorios o no.
Explicado de una manera más sencilla, la Teoría del reforzamiento hace hincapié en que una persona tiene más probabilidades de repetir una conducta que es reforzada de manera positiva, así como será menos probable que repita aquellas que estén asociadas a estímulos o refuerzos negativos.
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¿Qué tipos de refuerzo existen?
Los estímulos condicionales o reforzadores tanto positivos como negativos, pueden utilizarse con la finalidad de rectificar o cambiar la conducta de la persona. Estos son de gran utilidad tanto en la terapia psicológica, como en el ámbito escolar, familiar o incluso laboral.
Skinner diferenciaba entre dos tipos de reforzadores: los reforzadores positivos y los reforzadores negativos.
1. Reforzadores positivos
Los reforzadores positivos son todas aquellas consecuencias que aparecen tras una conducta y que la persona considera satisfactorias o beneficiosas. Mediante estos reforzadores positivos o satisfactorios, se busca aumentar la tasa de respuesta de una persona, es decir que aumente la probabilidad de realizar o repetir una acción.
Esto significa que los actos que son reforzados de manera positiva tendrán más probabilidades de repetirse puesto que van seguidos gratificaciones, premios o recompensas percibidas como positivas por la persona que realiza la acción.
Es muy importante destacar que para que esta asociación sea efectiva hay que asegurarse que la persona considere el refuerzo positivo como tal. Es decir, que le resulte realmente atractivo.
Lo que una persona puede considerar como un premio no tiene porqué serlo para otra. Por ejemplo, un niño al que apenas le dan caramelos puede percibirlos como un premio más importante que otro que acostumbrado a ellos. Por lo tanto, será necesario conocer las particularidades y diferencias de la persona para así, poder concretar cuál será el estímulo idóneo que sirva como reforzador positivo.
A su vez, estos reforzadores positivos pueden ser clasificados en las siguientes categorías:
- Reforzadores primarios o intrínsecos: son conductas que por sí mismas generan satisfacción. Por ejemplo comer si se tiene hambre.
- Reforzadores secundarios: se dan mediante aprendizaje y son externos a la persona. Pueden ser materiales, como el dinero o sociales, como el reconocimiento.
3. Reforzadores negativos
Al contrario de lo que popularmente se cree, los reforzadores negativos no consisten en administrar castigos o estímulos aversivos a la persona; sino todo lo contrario. La utilización de reforzadores negativos busca aumentar la tasa de respuesta de esta mediante la eliminación de aquellas consecuencias que esta considere negativas.
Por ejemplo, un niño que estudia para cierto exámen y obtiene una buena calificación. En este caso los padres le eximen de realizar alguna tarea doméstica o alguna actividad que le resulte desagradable.
Como podemos observar, a diferencia del refuerzo positivo, en este caso se elimina la aparición un estímulo negativo o aversivo para que aumente una conducta determinada. No obstante, aquello sí tienen en común es los estímulos también tendrán que estar adaptados a los gustos de la persona.
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Los programas de reforzamiento de Skinner
Tal y como se comentaba al inicio del artículo, además de teorizar acerca de la conducta humana, Skinner buscaba llevar estas teorías a la práctica real. Para ello, elaboró una serie de programas de refuerzo concretos, siendo los más destacados los programas de refuerzo continuo y refuerzo intermitente (refuerzo de intervalo y refuerzo de razón).
1. Refuerzo continuo
En el refuerzo continuo la persona es recompensada constantemente por una acción o conducta. La principal ventaja es que la asociación de forma de manera veloz y efectiva; sin embargo, una vez eliminado el refuerzo la conducta también se extingue rápidamente.
2. Refuerzo intermitente
En estos casos solamente se refuerzan la conducta de la persona en determinadas ocasiones. Este programa a su vez se subdivide en dos categorías: refuerzo de intervalo (fijo o variable) o refuerzo de razón (fijo o variable)
En el refuerzo de intervalo la conducta es reforzada tras un periodo de tiempo previamente establecido (fijo) o un periodo de tiempo aleatorio (variable). Mientras que en el refuerzo de razón la persona tiene que llevar a cabo cierto número de conductas antes de que sea reforzada. Al igual que en el refuerzo de intervalo este número de respuestas puede ser previamente pactado (fijo) o no (aleatorio).
Críticas a la teoría de Skinner
Como todos lo ámbitos de estudio e investigación, la teoría de Skinner no está exenta de críticas. Los principales detractores de estas hipótesis acusan a Skinner de no tener en cuenta las circunstancias alrededor de las cuales se produce la conducta, creando por lo tanto una teoría demasiado reduccionista al basarse en el método experimental. Sin embargo, esta crítica es replicada llamando la atención sobre el hecho de que en el método experimental se trata de poner el foco de atención justamente no en el individuo, sino en el contexto, lo que ocurre en el entorno.
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