Coronavirus: qué es, causas, síntomas y prevención

¿Hay razones para tener miedo a una pandemia de Covid-19?

Coronavirus

A día que se escribe este artículo (28 de febrero de 2020), se han declarado 82.104 casos de coronavirus y han muerto 2.744 en todo el mundo. Y es que si bien la práctica totalidad de casos se encuentran en China, el virus ha cruzado fronteras y el miedo por una pandemia a nivel mundial está siendo más dañino para la sociedad que el propio germen.

A continuación analizaremos la naturaleza de este virus, detallando tanto las causas de contagio como sus síntomas, así como la gravedad real que tiene. Porque como veremos más adelante, el coronavirus no es mucho más peligroso que el de la gripe.

De hecho, la gripe mata cada año a casi medio millón de personas. ¿Dónde están las noticias? ¿Dónde está el miedo? La diferencia entre el coronavirus de Wuhan y el de la gripe es, básicamente, que el primero es novedad y el segundo no. Y el miedo, en el ámbito de la salud pública, es nuestro peor enemigo.

¿Qué es el coronavirus?

El coronavirus de Wuhan, bautizado también como Covid-19, es un virus de la familia de los Coronavirus que ha surgido recientemente en China por causas que siguen sin estar del todo claras. Sea como sea, se trata de un nuevo virus que infecta las células de los pulmones, causando una neumonía de sintomatología grave.

El problema del virus no es su letalidad, que como veremos más tarde, no es más elevada que la de otras enfermedades comunes. Es su facilidad para la transmisión entre personas y el hecho de que sea un “desconocido” para nuestro sistema inmune lo que hace que esté sembrando el pánico por el mundo.

Lo que hay que dejar muy claro es que el coronavirus no va a causar una extinción masiva, que las personas jóvenes y/o sanas no tienen de qué preocuparse, pues el mayor enemigo al que nos enfrentamos no es el virus en sí, sino el estado de alarma que están incitando los medios de comunicación y las “fake news” y bulos que se están expandiendo sin control por la red.

¿Cómo se contagia?

El problema del coronavirus es que reúne las condiciones idóneas para causar una pandemia a nivel mundial, y no hablamos de muertes, hablamos de número de casos. Y es que la transmisión entre personas del virus es posible y, además, sigue la vía de contagio más efectiva para los virus: el aire.

El coronavirus se transmite entre personas a través de las gotículas respiratorias que una persona infectada genera al hablar, toser o estornudar. Estas “gotas de saliva” son microscópicas y son las que transportan al virus a través del aire.

Una vez expulsadas al aire, estas gotículas pueden caer directamente en una persona sana o bien depositarse en objetos inanimados. En caso de que caigan encima de una persona, puede ser que las inhale directamente y que lleguen a sus pulmones, abriéndole así las puertas al virus a su sistema respiratorio, o bien pueden ir a sus manos u otras partes del cuerpo y después, en caso de que la persona se muerda las uñas, se lleve las manos a la cara, se rasque los ojos, etc, puede igualmente permitir que el virus entre a su cuerpo.

Pero lo que hay que tener claro es que estas partículas respiratorias no pueden viajar en el aire más de 1 metro, pues terminan cayendo rápidamente al suelo por la simple acción de la gravedad.

Y otra manera, que es la que genera más miedo, es que puede contagiarse por tocar objetos contaminados con las partículas con el virus. Pero hay que matizar esto. Y es que si bien es cierto que el virus puede transmitirse a través de monedas, mesas, picaportes, tarjetas de crédito, reposabrazos, etc, resiste muy poco tiempo fuera del cuerpo humano. De hecho, a las pocas horas de estar sobre uno de estos objetos, muere.

Por lo tanto, sí, es bastante contagioso, pero del mismo modo que lo son el resfriado común o la gripe. No es ningún “súper” virus extremadamente contagioso. Las probabilidades de contagio no son mayores que la de otras enfermedades víricas que siguen esta ruta de contagio.

El coronavirus no se transmite ni por animales domésticos, ni por la picadura de mosquitos ni podemos ser infectados tras recibir un paquete o carta de China.

¿Qué síntomas tiene?

El coronavirus infecta las células de los pulmones y empieza a dañarlas, por lo que la enfermedad tiene una sintomatología agresiva pero no muy diferente a la de una neumonía: dificultad para respirar, dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, malestar general, debilidad y fatiga, goteo nasal, diarrea…

Y aquí viene lo importante: en el 98% de los casos, los problemas terminan aquí. La hospitalización de los afectados no debe ser motivo de alarma, pues también son ingresadas las personas que tienen una neumonía. Es la mejor manera de controlar los síntomas, evitar que aparezcan complicaciones y, muy importante, reducir el riesgo de que el virus siga propagándose.

Evitar el contagio mediante la hospitalización de los afectados no quiere decir que vaya a ser responsable de un apocalipsis, pero los sistemas de salud no pueden exponerse a que todos los hospitales se llenen de gente con esta enfermedad, pues no podrían ofrecer servicios a todo el mundo.

Porque aunque sea normal que dé miedo escuchar y saber que un nuevo virus se está expandiendo a gran velocidad y que algunas personas mueren, hay que dejar claro que las complicaciones graves (incluida la muerte) están reservadas casi exclusivamente a la población de riesgo que, al igual que con la gripe, son los ancianos y los inmunodeprimidos.

¿Es muy letal?

No. El coronavirus no es muy letal. Al menos, no más que una gripe. Y es que la mortalidad que presenta es del 2’3%. Es decir, de cada 100 infectados, mueren unas 2 personas. Pero, ¿sabemos cuál es la de la gripe? La gripe tiene una mortalidad del, aunque depende del virus que circule en cada temporada, 1’9%.

De gripe, cada año se diagnostican millones de casos en todo el mundo y mueren entre 300.000 y 600.000 personas. Esto sucede cada año pero no se encienden las alarmas, pues la gente joven y sana no tiene ningún problema con una gripe, se resuelve por sí sola.

Por lo tanto, el coronavirus no es muy letal. Muy letales son enfermedades como el ébola, con una letalidad que puede llegar a ser del 90%. Un 2’3% no es nada en comparación, pues la mayoría de defunciones a causa del coronavirus han sido en ancianos, inmunodeprimidos, asmáticos, diabéticos, enfermos de cáncer.

Para el 98% de la población, la enfermedad por coronavirus no será más grave que una neumonía, y se van a recuperar sin mayores complicaciones después de unos días. Repetimos, lo que está haciendo más daño es el miedo, no el virus.

¿Puede prevenirse y tratarse?

La prevención es posible y, aunque no haya cura, pueden ofrecerse tratamientos para reducir su gravedad y evitar el desarrollo de complicaciones. En lo que se refiere a prevención, aunque esta sea difícil ya que se transmite por el aire, hay maneras de reducir el riesgo de ser infectado.

Lavarse continuamente las manos con agua y jabón, evitar las aglomeraciones de gente si vives en un sitio donde se han diagnosticado casos, llevar mascarilla, no tocar demasiados objetos por la calle y en el transporte público, no acercarse a personas que estén tosiendo o estornudando… También es importante recordar que actualmente no hay vacuna y que pese a lo que se ha dicho, las vacunas contra la neumonía no sirven.

Y en lo que se refiere a tratamiento, si bien es cierto que no hay cura, esto no debe encender las alarmas. No hay cura para ninguna enfermedad vírica. Seguimos sin ser capaces de tratar un resfriado común o la gripe. En el caso de la enfermedad por coronavirus, hay que dejar que el propio organismo neutralice el virus.

Lo que ofrecen los hospitales son terapias de apoyo para aliviar los síntomas y reducir el riesgo de desarrollar complicaciones graves, pues evidentemente el riesgo existe. Pero los tratamientos que se ofrecen en los hospitales, manteniendo al paciente en observación, controlando los signos clínicos y administrando fármacos antivirales son la mejor estrategia para ayudar al organismo a que elimine el virus.

Y en la inmensa mayoría de los casos, siempre que se puedan ofrecer estas ayudas hospitalarias, el cuerpo va a superar la enfermedad. Por ello, ver que los gobiernos están cerrando conexiones aéreas con otros países o recomendando no salir a la calle no debe alarmarnos. Lo hacen no porque sea un patógeno muy mortal, sino para minimizar el número de casos y asegurarse así de que los que enfermen puedan recibir el apoyo médico necesario.

Entonces, ¿hay motivos para alarmarse?

Es totalmente normal que sintamos miedo, pues es una respuesta natural de supervivencia. Pero entre esta incertidumbre hay que fundamentarse en lo que sabemos a ciencia cierta del virus, y es que objetivamente no es más peligroso que una simple gripe. Todos hemos sufrido la gripe alguna vez y no ha pasado nada. Con este virus, igual.

Además, hay que tener en cuenta que desde los medios de comunicación se intenta vender y “sacarle provecho” a esta novedad y que las estrategias y recomendaciones de los gobiernos no son porque este virus nos vaya a matar a todos, sino porque es necesario minimizar el número de casos para que todas las personas que vayan a infectarse puedan recibir el tratamiento necesario para asegurar que su cuerpo resuelve la enfermedad por sí solo.

Referencias bibliográficas:

  • European Centre for Disease Prevention and Control. (2020) “Outbreak of acute respiratory syndrome associated with a novel coronavirus, China; First cases imported in the EU/EEA; second update”. ECDC.
  • Read, J.M., Bridgen, J.R.E., Cummings, D.A.T. et al (2020) “Novel coronavirus 2019-nCoV: early estimation of epidemiological parameters and epidemic predictions”. medRxiv.
  • Ministerio de Sanidad. (2020) “Preguntas y respuestas sobre el nuevo coronavirus 2019 (2019-nCoV)”. Gobierno de España.

Microbiólogo y divulgador científico

Pol Bertran Prieto (Barcelona, 1996) es Graduado en Microbiología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Posee también un Máster en Comunicación Especializada con mención en Comunicación Científica por la Universidad de Barcelona. Es Editor en MédicoPlus y colaborador habitual en Psicología y Mente.

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