De media, un ser humano adulto produce de 1 a 2 litros de saliva cada 24 horas. Las funciones más obvias de este líquido son la lubricación de los alimentos y de la cavidad bucal, pero presentan muchas más propiedades ocultas, todas ellas esenciales para la supervivencia de los seres vivos que la sintetizan.
Por ejemplo, la saliva contiene diversos compuestos con propiedades antibacterianas, con el fin de evitar la colonización de la mucosa oral por parte de agentes patógenos indeseados. La lisozima es una proteína catiónica que daña las paredes celulares de las bacterias, volviendo a los microorganismos inactivos. La lactoferrina y la enzima peroxidasa también presentan propiedades similares, ya que provocan la destrucción del microorganismo dañino por distintos mecanismos.
Más allá de su clara acción bactericida, la saliva también actúa como tampón o buffer de pH (ayuda a proteger los tejidos bucales de alimentos demasiado ácidos o alcalinos), participa en la formación de la película adquirida y promueve la remineralización de las estructuras dentarias, entre otras cosas. Como puedes ver, la funcionalidad de este fluido abarca mucho más que un simple ablandamiento del bolo alimenticio.
Con base en estas premisas, vemos de especial interés investigar las estructuras que nos permiten sintetizar saliva de forma contínua. Hoy te lo contamos todo sobre las glándulas salivales y su funcionalidad en los distintos ámbitos de la fisiología humana.
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¿Qué son las glándulas salivales?
En primer lugar, cabe destacar que las glándulas salivales son tejidos de naturaleza exocrina, es decir, que vierten de forma directa sobre una cavidad interna, la luz de un órgano o la superficie de un organismo, en este caso la boca.
Se diferencian de las glándulas endocrinas en que no vierten sus sustancias en el torrente sanguíneo, como es el caso de las endocrinas con las hormonas y otros compuestos de naturaleza plasmática.
Clasificación de sus diferentes tipos y funciones
Los seres humanos poseemos tres pares de glándulas salivales mayores (uno a cada lado de la cara) y unas 600-1000 glándulas menores. Las más importantes a nivel histológico son las comprendidas en estos tres pares, que responden a la siguiente designación: glándula submandibular (SMG), glándula sublingual (SLG) y glándula parótida (PG). A continuación, te contamos las particularidades de cada una de estas formaciones tisulares.
1. Glándula submandibular (SMG)
El par de glándulas submandibulares se encuentra bajo el suelo de la boca. Cada una de ellas pesa alrededor de 15 gramos (aproximadamente del tamaño de una nuez) y contribuyen a un 60% de la secreción salival no estimulada, es decir, aquella porción del fluido que sintetizamos sin darnos cuenta y sin responder a un elemento ambiental concreto, como puede ser un olor agradable o la visión de un alimento apetitoso.
Cada una de las dos glándulas submandibulares se dividen en un lóbulo superficial y otro profundo, diferenciados claramente por la intersección del músculo milohioideo. Las secreciones salivales son drenadas hacia el suelo de la boca por el conducto de Warthon, que desemboca claramente en las carúnculas sublinguales, situadas a cada lado del frenillo.
2. Glándula sublingual (SLG)
Las dos glándulas sublinguales son las más pequeñas del trío secretor esencial, pues pesan solamente unos 2 gramos, en comparación con los 15 de las submandibulares. Además, su estructura es mucho más difusa y no están encapsuladas, como sí sucede en el resto de pares.
En función con su tamaño y peso, se encuentra su tasa de producción salival. Son responsables de solamente el 3-5% de la secreción de saliva total, un valor muy pequeño. Se encuentran justo por debajo de la mucosa sublingual (de ahí su nombre), en el suelo de la boca, apoyadas directamente sobre la superficie lingual anterior de la mandíbula, más específicamente sobre el músculo milohioideo.
Estas glándulas drenan la saliva a través de 8 a 20 ductos excretores, denominados conductos de Rivinus. El más grande de todos ellos es el conducto sublingual mayor (de Bartolino), encargado de secretar gran parte de la saliva producida por estas difusas (pero esenciales) pequeñas glándulas.
3. Glándula parótida (PG)
Sin duda, las dos glándulas parótidas son las reinas de la secreción salival y las más importantes dentro de todo este conglomerado terminológico. Estas son las glándulas más grandes, pues pesan entre 14 y 28 gramos de media y miden hasta 3,4 centímetros en el eje ventrodorsal. Son las productoras de aproximadamente el 50% de la saliva total producida por el ser humano, es decir, de 0,5 a 1 litro durante 24 horas, que se dice pronto.
Hasta el 80% del cuerpo glandular de cada una de estas estructuras se apoya sobre la parte externa del músculo masetero, cuya función principal es elevar la mandíbula y permitir el cierre adecuado de la boca. El 20% restante de esta estructura se extiende de forma medial por el túnel estilomandibular, en el cual se encuentra un ligamento (ligamento estilomandibular) que se encarga de separar la glándula parótida de la submandibular, entre otras cosas.
Este tejido glandular es de naturaleza serosa, es decir, que se centra en la secreción de compuestos de tipo polipeptídico. Las células que componen las glándulas serosas (como esta) poseen gránulos de zimógeno característicos, precursores enzimáticos inactivos. Los núcleos de estas células serosas son redondeados, y su citoplasma presenta gran cantidad de retículo endoplasmático rugoso (RER).
No vamos a centrarnos demasiado en el corte histológico de esta glándula, pues es demasiado complejo. Nos basta con conocer unas cuantas pinceladas breves, como las siguientes: la parótida tiene cuatro caras, lateral, superior, anteromedial y posteromedial. Además, presenta tres bordes definidos, el anterior, medial y posterior. Diferentes estructuras pasan o interaccionan por la parótida, entre las que se encuentran el nervio facial, la vena retromandibular, la carótida externa, la arteria superficial temporal y la arteria maxilar, entre otras.
Cabe destacar que esta es la zona más proclive a la aparición de tumores salivales, debido a su tamaño y funcionalidad. Sin ir más lejos, el 85% de los tumores de las glándulas salivales se encuentran situados en una de las parótidas, mientras que las glándulas sublinguales solo presentan el 1% de las neoplasias. De todas formas, hasta el 80% de estos crecimientos tumorales son benignos y de desarrollo y tratamiento adecuados, así que no suponen un peligro para la vida del paciente.
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4. Glándulas salivales menores
Como hemos dicho anteriormente, existen tres pares glandulares salivales fácilmente diferenciables en la anatomía oral humana: las glándulas submandibulares, las sublinguales y las parótidas. De todas formas, existen unas 600- 1.000 estructuras glandulares también en relación con la cavidad oral, que no se pueden acoger a ninguno de los tres grupos morfológicos previamente nombrados. Estamos ante las glándulas salivales menores.
Estas pequeñas estructuras glandulares están situadas bajo la mucosa de la cavidad oral, el paladar, los senos paranasales, la faringe, la laringe, la tráquea y los bronquios. De todas formas, son mucho más numerosas en la región bucal, labial, palatina y en el tejido lingual. Se conocen también como glándulas accesorias y están compuestas por pequeñas agrupaciones de acinos productores de saliva.
En su totalidad, producen menos del 10% de la saliva secretada por un ser humano en un intervalo de 24 horas. De todas formas, su funcionamiento es esencial, ya que su producción continua permite al tejido oral mantenerse lubricado y sano. También promueven la seguridad del tejido y evitan la infestación bacteriana, mediante la producción y secreción de compuestos salivales bactericidas que ya hemos descrito.
Resumen
Como puedes ver, abarcar la totalidad de las glándulas salivales es muy sencillo, pues solo hay que tener una idea central clara: existen tres pares de glándulas salivales mayores (submandibular, sublingual y parótida) y unos 1.000 pequeños acinos repartidos por todo el tejido oral, que se encargan de secretar saliva de forma continuada e ininterrumpida a lo largo de la vida del individuo.
La saliva no solo es esencial para ablandar el bolo alimenticio durante y tras la masticación mecánica, sino que nos previene de infecciones, ayuda a la reparación y mantenimiento dentario, actúa como buffer de pHs ácidos y alcalinos y otras muchas cosas más. Sin duda, nos queda claro que todos y cada uno de los fluidos secretados por el ser humano tienen una función concreta e irremplazable.
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