A lo largo de la historia de la humanidad se han violado en múltiples ocasiones los derechos humanos, han existido repercusiones negativas y positivas en los avances científicos de la biomedicina en la vida humana, y se ha priorizado el avance de la sociedad industrial a costa del daño que se podía generar en los ecosistemas. Como respuesta, a modo de toma de conciencia, se creó hace unas décadas una nueva área dentro de la ética general: la bioética.
Como veremos, definir la bioética no es algo sencillo. Existe una gran cantidad de orientaciones que conforman la bioética, que la nutren para el análisis y resolución de problemas que han justificado su aparición.
Definición de Bioética
La bioética es una rama de la ética, encargada de proporcionar y examinar los principios de conducta más adecuados para el ser humano en relación con la vida (vida humana, animal y vegetal). Entre las múltiples definiciones que existen de la bioética, podemos afirmar que se trata del estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y el cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de los principios morales.
Debemos aclarar que a diferencia de la ética médica, la bioética no se limita al entorno médico, sino que aborda múltiples cuestiones (p. ej., medio ambiente y derechos de los animales).
En síntesis, se trata de la reflexión con carácter ético de los problemas morales de la sociedad plural contemporánea en la que estamos sumergidos. Sobre todo está centrada en las profesiones que se inscriben en el ámbito de la salud, como la Psicología Clínica.
Algunos de los temas más conocidos dentro de la bioética aplicada son:
- El aborto y el estado del embrión
- La eutanasia
- La genética y clonación humana
- La investigación y ensayos clínicos
- Medio ambiente y animales (dentro de está área destaca el autor Peter Singer)
- La relación entre médico y paciente
- Donación de órganos
- Tratamiento del dolor
Breve evolución histórica
Se trata de una disciplina relativamente joven, pues tiene menos de medio siglo de historia. Además, se ha convertido en un área de obligado estudio dentro de la investigación y la medicina, y a lo largo de los últimos 30 años se ha ampliado su cuerpo de conocimiento, llegándose a convertir en una de las ramas más actualizadas de la ética.
El autor del origen del término es algo controvertido: unos abogan por el teólogo y filósofo alemán Fritz Jahr (1927), que utilizó el término Bio-Ethik en un artículo relacionado con la ética para con las plantas y animales. Otros autores destacan al bioquímico oncólogo Potter, que en el año 1970 usó el término bio-ethics dentro de un artículo, y un año más tarde publicó un texto titulado “Bioethics: bridge to the future”.
Pero si algo tenemos que destacar dentro de la historia de la bioética es el Informe Belmont (1978). Nació a raíz de la National Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research en Estados Unidos, después de los estragos del conocido experimento Tuskegee (sobre sífilis no tratada en personas afroamericanas). Este texto recoge los principios o criterios para guiar la investigación con seres humanos en biomedicina. Hoy en día el Informe Belmont sigue siendo considerado un texto de referencia para los investigadores.
Grandes principios de la Bioética
A continuación vamos a explicar los cuatro grandes principios de la bioética, propuestos por Beauchamp y Childress (1979):
1. Autonomía
La autonomía refleja la capacidad de la persona de tomar decisiones sobre uno mismo sin influencia externa, a su privacidad y autodeterminación. Este principio será susceptible de no ser aplicado cuando se produzcan situaciones en que la persona no pueda ser 100% autónoma o tenga autonomía reducida (p. ej., estado vegetativo).
La máxima expresión de este principio sería el consentimiento informado del paciente. Es un derecho del paciente y un deber del profesional que lo atiende. En este sentido, las preferencias del paciente y sus valores deben ser reconocidos y respetados. En Psicología también se aplica este principio, y siempre se debe obtener el consentimiento informado de los pacientes, sean adultos o niños (a través de sus progenitores o tutores legales).
2. Beneficencia
Es la obligación y deber del profesional de actuar en beneficio al paciente u a otros. Se pretende promover los intereses legítimos del paciente y suprimir al máximo sus prejuicios. Sería como “hacer lo mejor para el paciente”.
El problema que surge de este principio es que a veces se promueve el beneficio del paciente pero sin tener en cuenta su opinión (p. ej., el médico posee una formación y conocimientos que el paciente no tiene, por lo que el médico decide libremente lo que más le conviene a la persona). Es decir, en estos casos se prescinde de la opinión del paciente o enfermo por su falta de conocimientos.
El principio de beneficencia depende del de autonomía, sería como hacer el bien que el paciente consiente o solicita.
3. Justicia
Este principio busca la igualdad y reducir la discriminación por razón ideológica, social, cultural, económica, de raza, género, orientación sexual, etcétera. Se reconoce que todas las personas tienen derecho a los beneficios de la medicina, o la psicología, por ejemplo. Se busca proporcionar a todos los pacientes la misma calidad, atención y servicios en todas las intervenciones.
En la psicología, por ejemplo, no se aceptan discriminaciones ni prejuicios de ningún tipo.
Este principio es aplicado de forma cualitativamente distinta en función de los países. Por ejemplo, en Estados Unidos los cuidados médicos se basan en seguros contratados con compañías privadas, por lo que sí podría existir discriminación por razones económicas. En España, la asistencia sanitaria es gratuita y universal, basada en un principio de necesidad.
4. No maleficencia
Este principio se basa en la abstención de realizar actos intencionadamente dañinos a la persona. Es decir, no perjudicar injustificadamente o de forma innecesaria al otro. En algunas disciplinas este principio puede ser interpretado con matices, por ejemplo:
En medicina, a veces las actuaciones médicas generan daño en el paciente pero el fin es obtener su bienestar (p. ej., una intervención quirúrgica). En Psicología, pedirle al paciente que se exponga de forma sistemática y gradual a situaciones que generan ansiedad, miedo, enfado, etcétera, puede suponer un daño o un dolor para el mismo, pero el objetivo final es su bienestar psicológico y la superación de los problemas.
Existen otras consideraciones en este principio: el profesional se debe comprometer a tener una formación fundamentada en conocimientos sólidos y científicos, debe actualizar sus conocimientos (basados en la evidencia y no en pseudociencias) de forma permanente para ejercer a nivel profesional, y debe investigar sobre tratamientos o terapias nuevas con el fin de mejorar y ofrecer a sus pacientes la mejor atención.
Como dice el código deontológico de psicólogos, “sin perjuicio de la legítima diversidad de teorías, escuelas y métodos, el/la Psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente. En el caso de investigaciones para poner a prueba técnicas o instrumentos nuevos, todavía no contrastados, lo hará saber así a sus clientes antes de su utilización” (...) “ Forma parte de su trabajo el esfuerzo continuado de actualización de su competencia profesional”.