El cuerpo humano (y del resto de seres vivos) es un sistema abierto. Para poder vivir, requerimos materia y energía, que obtenemos del medio. Además de necesitar energía, también la liberamos en forma de calor, trabajo y materia, que se presenta como desechos biológicos (las heces) o fluidos (la saliva y el sudor).
Dependiendo del género, edad y actividad física, la tasa metabólica basal (TMB) y gasto energético total (GET) varían entre individuos, pero un ser humano debe ingerir, de media, unas 2.500 kilocalorías diarias con el fin de poder realizar sus funciones metabólicas de forma adecuada. Para ello, contamos con el sistema digestivo, un conjunto de órganos y tubos que nos permiten ingerir, digerir y desechar los productos alimenticios.
Para poder comprender la funcionalidad digestiva del ser humano (y otras muchas cosas más), debemos recurrir a las bases funcionales, “el principio de la cadena”. Siguiendo este tren de pensamiento, hoy te contamos todo lo que debes saber sobre las distintas partes de la boca.
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¿Qué es la boca?
En la anatomía animal, la boca se define como la abertura a través de la cual los animales ingieren alimentos y emiten sonidos vocales. Con esta primera frase, ya podemos discernir que la funcionalidad de esta abertura es, como mínimo, doble: deglución y fonación.
El término más correcto para designar a este conjunto de estructuras es “cavidad oral”, y existen análogos de ella en prácticamente todos los taxones animales. Desde la probóscide de una mariposa hasta los colmillos de un león, la funcionalidad básica se mantiene: el ingerir alimento y, cuando es posible, posibilitar la comunicación entre individuos de la misma especie o grupos distintos. De todas formas, si nos ponemos técnicos, la “boca” o “cavidad oral” es exclusiva de vertebrados, pues en todos ellos supone la primera parte del aparato digestivo.
La boca en el ser humano
La boca en el ser humano es la abertura corporal por la que entran los alimentos. Está ubicada en la cara y constituye la mayor parte del aparato estomatognático, es decir, el conjunto de órganos y tejidos que nos permiten realizar las funciones de comer, hablar, pronunciar, deglutir, sonreír y otras muchas cosas más.
De todas formas, cabe destacar que la funcionalidad de la boca en nuestra especie es mucho mayor que la presentada en otros taxones de seres vivos. Te contamos algunas de sus labores en las siguientes líneas.
1. Procesado del alimento
La boca cuenta con un total de 32 dientes, especializados en labores relacionadas con la masticación mecánica del alimento. Estos se encargan de despiezar, triturar y mezclar la comida ingerida con la saliva. Gracias al movimiento de la mandíbula y la presión de los dientes, se produce la degradación de la comida.
No podemos olvidar tampoco que aquí se produce la saliva. Las glándula salivales (siendo la más importante la parótida, que produce 1,5 litros de este líquido al día) secretan este fluido de reacción alcalina, que comienza el proceso de la digestión desde que la comida entra en la boca. Llama la atención conocer que la saliva tiene lisozimas, unas sustancias encargadas de la destrucción de bacterias, protegiendo así a la cavidad oral y dientes de los patógenos.
2. Fonación
La producción de sonidos en el ser humano se produce gracias al aparato respiratorio, el mecanismo fonador, el mecanismo de resonancia y los elementos articuladores.
En la boca se encuentran estructuras englobadas en los 2 últimos grupos, pues la cavidad oral actúa como mecanismo de resonancia y, a su vez, contiene elementos articuladores, como boca, dientes y labios.
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3. Estética y comunicación
Los mamíferos tenemos una capacidad prodigiosa que nos posibilita comunicarnos a base de lenguaje corporal: la musculatura facial. La boca y los tejidos asociados a ella nos permiten realizar muecas, gestos y transmitir emociones y estados propios de múltiples formas.
¿Sabías que el 55% de la comunicación humana se basa en el lenguaje corporal? Por mucho que avancemos como sociedad, datos como estos nos recuerdan que seguimos siendo animales.
Las partes de la boca, resumidas
Te hemos contado la funcionalidad de la boca y, como habrás podido ver, va mucho más allá de masticar. Sin ir más lejos, los propios incisivos (dientes delanteros) tienen un 80% de funcionalidad comunicadora y estética y solo un 20% masticatoria. La boca nos permite nutrirnos, pero también comunicarnos.
A continuación, hacemos un repaso somero por las partes más importantes de la boca. No te lo pierdas.
1. Dientes
Los dientes son estructuras duras que se encuentran alineadas en forma de arco en la boca, en el maxilar superior y el maxilar inferior o mandíbula de la cavidad bucal. Los infantes presentan un total de 20 dientes deciduos, mientras que los adultos tenemos 32 piezas, de naturaleza permanente. Su morfología se basa en las siguientes claves:
- Esmalte dental: un tejido formado por hidroxiapatita, el más duro de todo el cuerpo humano. Corresponde a la parte más externa del diente.
- Dentina: tejido mineralizado y resistente, pero menos que el esmalte. Es un tejido intermedio que supone la mayor parte del volumen del órgano dentario.
- Pulpa dentaria: tejido conectivo laxo que se encuentra rodeado por la dentina.
- Periodonto: el tejido que rodea al diente propiamente dicho. Proporciona el sostén necesario para que se pueda producir la masticación.
2. Las paredes de la boca
La boca puede considerarse una estancia en comunicación con el exterior que cuenta con 5 paredes. La pared anterior está formada por los labios, la puerta muscular de entrada al aparato digestivo. Estos tejidos musculares también son esenciales para la comunicación, tanto oral como gestual, y para la demostración de cariño y el estrechamiento de lazos en la especie humana (y otros animales).
Más allá de la zona más visual de la boca, los seres humanos presentamos 2 paredes laterales (mejillas), una inferior (el suelo de la boca y la lengua), una superior (paladar) y una posterior (istmo), que comunica la boca propiamente dicha con la faringe.
3. La flora bucal
No esperabas este último punto, ¿verdad? Como se ha demostrado en múltiples ocasiones en los últimos años, sin las bacterias de nuestro cuerpo no somos nada. Por ello, debemos dedicar estas últimas líneas a aquellos agentes microbianos que nos facilitan la vida y que, por desgracia, a veces nos la complican de forma desmedida.
Por mucho que se utilice el término “flora”, lo más adecuado es que hablemos de microbiota o microbioma, pues este término hace referencia al conjunto de colonias de microorganismos que viven como comensales o simbiontes en cualquier tejido de nuestro cuerpo, en este caso, la cavidad oral. La palabra “flora” se utiliza para facilitar la comunicación y divulgación, pero nada tiene que ver una bacteria con el reino Plantae, así que su utilización es errónea.
La boca humana es una de las partes más colonizadas del cuerpo (junto con el intestino), ya que está en continuo contacto con el exterior. Aquí viven cientos de especies de bacterias, virus y hongos. El equilibrio ecológico se mantiene por sí mismo en individuos sanos, pero condiciones de inmunodepresión y otros eventos pueden convertir a estos microbios comensales en un problema de salud. Por desgracia, no es casualidad que muchos pacientes con VIH detecten su infección debido a una enfermedad secundaria en la boca.
De entre las más de 700 especies que viven en nuestra cavidad oral, destacan los géneros Streptococcus (tejidos blandos, saliva y lengua), Actinomyces (nivel supragingival e infragingival) o Veillonella parvula y Neisseria, detectables en todo el tejido oral. Aparte de estos microorganismos comensales, que no causan ningún tipo de mal, existen otras bacterias que comprometen la salud del aparato bucal: Streptococcus mutans (S. mutans) y Porphyromonas gingivalis (P. gingivalis) suelen ser las principales sospechosas en las enfermedades periodontales.
Resumen
Hemos recorrido mucho terreno sin pausa pero sin prisa, pero nos hemos dejado muchísimas particularidades de la boca en el tintero. Hablar de una cavidad tan utilitaria (comer, digerir, expresar, hablar y degustar, entre otras cosas) es un verdadero desafío, pues cada uno de los frentes que cubre serviría para la redacción de un libro por sí solo.
La idea central de este espacio, si es que se puede extraer una, es la siguiente: no es correcto concebir los órganos y estructuras de nuestro cuerpo como “mecanismos estancos”. Seguramente, por mucho que creas conocer una estructura, te sorprenderás con miles de funcionalidades accesorias que esta presenta si investigas lo suficiente. En el cuerpo humano prima la maximización de recursos, así que es difícil encontrar estructuras que “solo sirvan para una cosa”. La boca es un claro ejemplo de ello.
Referencias bibliográficas:
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