Kenopsia: la extraña sensación de estar en un sitio abandonado

La kenopsia es un efecto psicológico generado por los lugares vacíos que suelen estar llenos.

Kenopsia

Vivimos en un mundo que cada vez parece ir más deprisa. El planeta se ha transformado con la implantación de las tecnologías, hasta el punto de que apenas quedan unos pocos rincones en el mundo ajenos a esta revolución. Nos encontramos hiperconectados, y es que a un simple golpe de click es posible mantener una videollamada con alguien que se encuentra a miles de kilómetros de distancia.

Además, el consumismo se ha posicionado como el núcleo de nuestro estilo de vida. Esto nos lleva a comprar productos y servicios de todo tipo que nos ofrecen emociones placenteras. Esta espiral de trabajo y consumo nos mantiene tan ocupados que a veces es difícil saber parar y escuchar el silencio.

Sin embargo, parar se convirtió en una obligación cuando la pandemia del coronavirus se estableció en el mundo. Ese virus desconocido que causaba estragos obligó a reorganizar la vida en sociedad con el fin de frenar los contagios y destinar todos los recursos a su aniquilación.

En la primera etapa vivimos un confinamiento estricto, por el cual prácticamente nadie podía salir de su domicilio salvo causa de fuerza mayor. En aquel momento, salir a la calle era similar a entrar en el set de una película de ciencia ficción. Recorrer las calles vacías, ver los comercios cerrados, observar a los pocos viandantes con el rostro cubierto por una mascarilla… son imágenes que quizá nunca habríamos imaginado que veríamos. Ver como todo nuestro mundo repleto de rapidez, gente y entretenimiento se había puesto en modo pausa produjo en nosotros un gran sinsabor.

Quizá no lo sepas, pero el sentimiento de inquietud al ver un escenario tan desolador como ver las calles vacías a causa de, por ejemplo, una pandemia, tiene un nombre: kenopsia. En este artículo hablaremos sobre dicho concepto con detenimiento.

¿Qué es la kenopsia?

Es probable que nunca antes hayas oído esta palabra: kenopsia. Lo que sí es posible es que hayas experimentado la emoción a la que hace referencia.

La kenopsia es la experiencia vinculada a un sentimiento de inquietud ante un lugar vacío que suele estar lleno de gente y que, sin embargo, en esa situación permanece tranquilo y sin la presencia de otras personas, como si estuviera abandonado. Esto es exactamente lo que la mayoría de la sociedad sintió en los pasados años, cuando la pandemia puso en vilo al mundo entero. Pasear por calles desiertas que antaño se veían abarrotadas genera inquietud, malestar y desasosiego. No hay rastro de niños en los colegios, ni personas mayores en los bancos de los parques. Tampoco hay gente haciendo deporte ni autobuses que transportan pasajeros a sus respectivos trabajos.

Lo cierto es que los entornos que habituamos a ver habitados se convierten en simples decorados de película cuando aquello que les da vida desaparece. Sin las personas los edificios y las calles pierden todo su sentido y su razón de ser.

La kenopsia encuentra su raíz en la añoranza, en la nostalgia por una vida conocida que ya no existe. Aunque afortunadamente hemos salido de la pandemia y su pesadilla, lo cierto es que muchas personas no pueden olvidar ese malestar profundo que sintieron, ese vacío por dentro al ver como todo lo que conocían desapareció un día sin saber si iba a volver.

Qué es la kenopsia

Sentir kenopsia no es incompatible con la serenidad que brindan los lugares tranquilos o solitarios. Sin embargo, el bienestar que hallamos en un paraje alejado se debe a que nunca vimos ese espacio lleno. La kenopsia sólo tiene lugar cuando hay nostalgia, cuando se ha dado un cambio brusco que nos hace sentir extrañeza ante el silencio.

La kenopsia y su relación con el gregarismo humano

Los seres humanos somos individuos de naturaleza social. Necesitamos contar con un grupo de iguales que nos arrope para poder sobrevivir. Así, cada uno de nosotros requerimos a quienes nos rodean y viceversa, pues en solitario queda evidenciada nuestra extrema vulnerabilidad. Esta forma de vida gregaria ha permanecido miles de años, ya que desde los tiempos más primitivos ha sido una estrategia efectiva de adaptación a un entorno repleto de peligros y hostilidad.

A pesar de ser aquello que nos humaniza, en los últimos años parece que hemos despreciado esa necesidad imperiosa de los otros. La sociedad ha cambiado hacia un patrón cada vez más individualista, donde se premia la autosuficiencia y el ego. Por contra, depender de los demás se considera un fracaso, un sacrificio que nos impide ser lo que nosotros queremos ser. Quizá hemos llegado a un punto en el que hemos dado por sentado todo lo que tenemos, ignorando que nuestra vida sólo es posible si los demás están en ella.

La vida actual fomenta la búsqueda del placer y el bienestar propios, incluso si esto implica pasar por encima de los derechos de los demás. Sin embargo, basta un giro dramático de los acontecimientos como el que hemos vivido para darnos cuenta de que aquello que nos llena el alma no es el hedonismo. En lo más profundo, lo que nos llena el alma no es el éxito, la belleza, ni la diversión. Lo que nos nutre por dentro es el calor de otras personas, una palabra de aliento o un abrazo. Es el cuidado y los vínculos.

La kenopsia es un reflejo de nuestra sed de los demás. Si sentimos añoranza es porque nos duele la falta de vida alrededor, la falta de otras personas cerca.

Kenopsia en la época del COVID-19

No cabe duda de que la pandemia ha supuesto un evento traumático para la sociedad en su conjunto. Con la llegada de este virus hemos tenido que renunciar a aquello que nos hace humanos: la compañía de nuestros allegados.

Más allá del miedo a enfermar, esta situación nos ha hecho reconectar con una parte de nosotros que quizá habíamos estado ignorando. Hasta entonces, habíamos priorizado el trabajo, las obligaciones, los quehaceres… muchas veces sacrificando el tiempo de calidad con quienes más queremos. Habíamos dado por sentado tomar un café con un amigo, salir a pasear, ir al cine o a un concierto. Todo aquello que creíamos perenne se esfumó repentinamente, haciéndonos sentir esa emoción tan abstracta y difícil de describir: la kenopsia.

Poner en palabras aquello que sentimos a veces no es tarea sencilla, especialmente si nunca habíamos vivido una situación similar. Vernos inmersos en una situación de emergencia duradera en el tiempo, sin un final claro en el horizonte, puso nuestra resiliencia a prueba.

Por supuesto, sentir kenopsia no es un estado agradable. Se trata de una emoción inquietante, que nos remueve y nos altera. No obstante, todas nuestras emociones son importantes con independencia de su valencia. Permitirnos sentir algo así nos ayuda a comprender qué necesitamos, qué nos falta. Todo aquello que sentimos es válido y merece ser escuchado. Dar espacio no sólo para la alegría y la euforia sino también para las emociones más duras es una señal de una adecuada salud mental.

Por ello, si en algún momento has vivido esta emoción no debes alarmarte. Que te inquiete ver vacío un entorno que antaño estaba repleto de vida es simplemente una muestra de que eres humano, de que sientes aprecio por la vida y por los demás.

Aunque puede que no le des importancia a esta palabra, lo cierto es que dar nombre a experiencias como esta nos ayuda a darles forma y comprenderlas mejor. Hablar de kenopsia también permite construir una red de apoyo y fomentar la recuperación colectiva tras un trauma que ha azotado al mundo entero. Enriquecer nuestro vocabulario emocional es un primer paso para aumentar la conciencia de lo que sentimos y relacionarnos de forma más saludable con nuestros eventos internos.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de un fenómeno conocido como kenopsia, un concepto desconocido hasta hace unos años, cuando comenzó la pandemia por COVID-19. En aquel momento, se dieron una serie de cambios profundos en la vida y la organización de la sociedad, los cuales favorecieron un sinsabor colectivo. La kenopsia nos hace experimentar nostalgia y añoranza al ver un lugar que antaño estaba vivo en completo silencio.

Con el confinamiento, todos hemos vivido ese sentimiento peculiar al salir a la calle y ver las ciudades abandonadas y vacías. Las plazas, avenidas y comercios se transformaron de pronto en escenarios propios de las películas de ciencia ficción. Como si de una extraña pesadilla se tratara, dejamos de poder hacer todo aquello que formaba parte de nuestra normalidad: tomar algo con un amigo, dar un paseo, hacer deporte, ir a trabajar a la oficina, etc.

El sufrimiento que nos produjo esta situación se debe a nuestra naturaleza gregaria. Los seres humanos somos individuos de carácter social, pues dependemos de los demás para sobrevivir. En solitario, nuestra vulnerabilidad es máxima.

Poner nombre a un malestar colectivo es, en cierta forma, sanador. Etiquetar nuestras emociones es un primer paso para poder comprenderlas y manejarlas. Puede que nunca hayas escuchado el término kenopsia, pero seguramente te sientas familiarizado con la experiencia que aquí hemos descrito.

Hablar de kenopsia permite dar forma a una experiencia traumática colectiva y fomentar la recuperación tras unos años que nos han arrebatado lo que más necesitamos: el calor de los iguales.

  • Lens, J. “Kenopsia: una sensación de vacío”. Pateando el Mundo.
  • “Kenopsia, lo misterioso de los lugares vacíos dejados atrás” (2015) Meridianos.
  • Russell, B. (2004). Sociedad humana: ética y política. Madrid: Ediciones Cátedra.

Natalia Menéndez es psicóloga general sanitaria por la Universidad Nebrija de Madrid. Actualmente, compagina su labor como redactora con la práctica clínica con niños, adolescentes y adultos. Ha realizado su labor como voluntaria en entidades como la Fundación ANAR, donde recibe el título de Experto en Orientación Psicológica e Intervención en Crisis desde sus líneas telefónicas de ayuda. Además, cuenta con título de experto en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Entiende la psicoterapia como un camino difícil y apasionante a la vez, donde la persona tiene la oportunidad de conocerse, comprenderse y evolucionar. Trabaja desde una visión integradora, situando en el centro valores como la empatía, la humanidad y la honestidad.

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