Kodokushi: la oleada de muertes solitarias que asola Japón

En el país nipón, este fenómeno ha pasado a ser un problema social extremadamente extendido.

Kodokushi
Un problema que afecta sobre todo a las personas mayores.Unsplash.

Si pensamos en Japón, probablemente las primeras cosas que nos venga a la cabeza es su mezcla entre tradición y vanguardismo, su poderío económico y tecnológico (especialmente en lo que respecta a robótica), los samurais y las geishas o incluso los frecuentes desastres naturales a los que suelen tener que hacer frente.

Centrándonos más concretamente en su modo de vida suelen destacar el extremo nivel de exigencia personal y social de su sociedad, su alta productividad laboral y la búsqueda de la honorabilidad tanto para si mismo como para su familia y antepasados.

Sin embargo, pocas personas suelen pensar en el elevado nivel de soledad que tiene gran parte de su población, especialmente cuando llegan a la jubilación y a la vejez. Este hecho ha llevado a que aparezca un triste fenómeno que cada vez resulta más frecuente: el kodokushi, del que vamos a hablar a continuación.

Kodokushi: una muerte en soledad

Se entiende como kodokushi o muerte solitaria a un fenómeno en auge en el país nipón, hasta el punto de convertirse en una problemática social.

Se trata, tal y como indica la traducción del término, del proceso por el cual una gran cantidad de personas fallece en la más absoluta soledad en sus casas, siendo su muerte desconocida por un tiempo y por lo general siendo encontrados días o semanas más tarde debido a los olores propios de la descomposición.

Generalmente este fenómeno se observa en personas de a partir de cuarenta y cinco-cincuenta años de edad, especialmente en el caso de varones.

En muchos casos no tienen relaciones cercanas de amistad y no han llegado a formar una familia (siendo muchos de ellos solteros), o bien a pesar de conservar vínculos familiares no se veían de manera frecuente o cotidiana. Suele tratarse de personas que están solas en los últimos momentos de su vida, generalmente ancianos.

Sin embargo también se han observado casos en personas jóvenes que no consiguen medios para subsistir, así como también en personas que padecen alguna discapacidad psíquica o están en situación de dependencia o ante enfermedades graves en personas que viven solas y no tienen contacto o red de apoyo social. En algunos casos, no solo muere una persona sino varias que vivian juntas, como por ejemplo parejas o madres e hijos. En estos últimos estaríamos hablando más bien de koritsushi.

Las causas concretas de la muerte varían enormemente en cada caso, si bien es habitual encontrar casos de accidentes cerebro-vasculares, infartos, inanición o falta de nutrientes o consecuencias de adicciones, entre ellas la cirrosis derivada del alcoholismo (empleado a menudo para aliviar la sensación de soledad).

Causas de la muerte solitaria

El kodokushi o muerte solitaria no tiene una única causa, siendo un fenómeno multicausal, pero por lo general se considera que su elevada prevalencia es debida principalmente a las dificultades que puede generar la combinación de un estilo de vida tan exigente y centrado en lo profesional, factores culturales y el envejecimiento progresivo de la población.

Entrando en mayor detalle, una de sus principales causas y a su vez uno de sus elementos definitorios es la soledad: el elevado nivel de exigencia profesional y la búsqueda constante de la excelencia hacen que gran parte de la población nipona deje de lado aspectos tan relevantes como las relaciones sociales y la vida personal, permaneciendo una proporción relevante de personas solteras (de hecho, en algunos sectores alrededor de una cuarta parte de la población de más de cincuenta) y con poco contacto social.

A menudo se manifiesta que parte de la culpa de la situación es que apenas tienen tiempo para ello, más allá de los contactos laborales que terminan tras llegar la jubilación. De hecho, pese al elevado nivel de población en un territorio relativamente pequeño y a la visión tradicional en la que los mayores viven junto a sus hijos y nietos, Japón es uno de los países considerados entre los más solitarios del globo.

Parte de la causa es también del hecho de que la demanda de la excelencia que hace la sociedad, extremadamente centrada en crecer a nivel económico y a ser productiva, generan elevados niveles de estrés que terminan por generar apatía y falta de ganas de relacionarse y activarse.

Todo ello repercute también a nivel demográfica: cada vez hay menos nacimientos, con lo que con el paso del tiempo la población va envejeciendo.

En muchos casos, una vez jubiladas (o en personas jóvenes, tras pasar penurias económicas al no conseguir trabajo) las personas van perdiendo cada vez más recursos, hasta el punto de que pueden llegar a tener una gran precariedad económica y pasar hambre. De hecho, una de las causas de muerte es la inanición. En algunos casos también sufren demencia o algún tipo de dependencia, como hemos mencionado anteriormente.

Por último, a pesar de que muchos de dichos ancianos mueren tras un período de soledad y de un estado que los haría precisar e incluso depender de la ayuda de otros, la soledad, la vergüenza y el pensamiento de no querer ser una carga hacen que muchos no se atrevan a pedir ayuda aún cuando la necesitan, a menudo fingiendo estar bien en sus últimos momentos.

Un tipo de muerte cada vez más habitual

Los primeros casos de kodokushi conocidos aparecieron por primera vez en la década de 1980, y desde entonces el fenómeno no ha dejado de aumentar con el paso de los años.

Si bien puede pensarse que este es un fenómeno que de hecho se da en todo el mundo (y de hecho desafortunadamente lo es, conociéndose casos de personas que fueron encontradas días o semanas después de su muerte tras haber notificado los vecinos la presencia de olores), en Japón este fenómeno es extremadamente frecuente: sólo en 2008 y en la ciudad de Tokyo se hallaron más de dos millares de personas muertas en la más absoluta soledad.

De hecho, se estima que alrededor de entre el 4 y el 5% de los funerales del país nipón se vinculan a este tipo de muerte. Y no se detiene: cada vez más y más personas fallecen olvidadas, sin lazos con el entorno y sin que nadie note su falta.

Se trata de algo tan habitual que incluso existen empresas especializadas en la limpieza de los hogares de estas personas, de cara a eliminar tanto las pertenencias como las manchas dejadas por los efluvios de los cuerpos en las superficies de los inmuebles (recordemos de que muchos han estado descomponiéndose semanas e incluso meses).

La necesidad de medidas preventivas en Japón

El fenómeno ha llegado a tal nivel (y no solo en Japón, siendo algo cada vez más frecuente en todo el mundo), que se ha hecho necesario empezar a establecer medidas preventivas. En el país nipón, por ejemplo, el gobierno colabora con las compañías de luz y agua para intentar detectar el cese repentino del uso de dichos suministros que podrían vincularse con un caso.

Las políticas educativas y el favorecimiento de valores más prosociales y comunitarios también podrían resultar de ayuda, así como la búsqueda de un fortalecimiento de los lazos familiares y la integración sociocomunitaria a través de actividades, dispositivos y eventos.

Asimismo también resulta fundamental atajar la pobreza y la falta de recursos mínimos, siendo una parte de las muertes derivadas de la inanición, y la creación de instituciones donde poder socializar y llevar a cabo actividades más allá de lo laboral.

También iniciativas como las que se observan hoy en día en algunos países, en las que voluntarios acuden a las casas de ancianos solitarios, pueden ayudarles a sentirse más acompañados y favorecer su socialización.

  • Otani, J. (2003). Case study of kodokushi (isolated death, death alone, dying alone). Geriatrics and Gerontology International, 3 (S48).
  • Tamaki, T. (2014). Live and Die in Solitude Away from the Family: Issues Relating to Unattended Death Kodokushi in Japan. Housei Riron, 45 (4).

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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