Todos conocemos a alguien que, en mayor o menor medida, se deja llevar por las supersticiones. Pero, ¿cuál es la explicación?
Vamos a tratar de analizar estos procesos mentales para entender por qué algunas personas actúan en función de creencias supersiciosas, especialmente en determinadas situaciones. Exploraremos también el origen histórico de algunas de las supersticiones más famosas.
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Por qué existen las supersticiones: causas psicológicas y sociales
Para poder abordar la pregunta de por qué existen las supersticiones, necesitamos primero centrarnos en este concepto para entender bien lo que significa y cuáles son sus implicaciones. Una superstición es una creencia irracional acerca de la explicación de un determinado fenómeno.
Es decir, la superstición implica creer que existe una determinada condición sobrenatural sobre un objeto o una circunstancia, que puede afectar a nuestro propio destino, ya sea de forma positiva o negativa. A veces existen pequeños rituales para tratar de librarse de esa mala suerte que un acto puede implicar sobre la vida de la persona, siempre según estas creencias irracionales.
Cuando tratamos de entender por qué existen las supersticiones, hemos de saber que este fenómeno ha acompañado a la humanidad desde la antigüedad. De hecho, para los romanos eran algo habitual. Los propios adivinos eran conocidos con la palabra superstitiosus.
En Roma, se solía asignar un significado a diferentes elementos naturales, atribuyéndoles la condición de presagio de determinados fenómenos, que podrían ser de buena o de mala fortuna. Es decir, se creaban supersticiones, creencias irracionales, sin fundamento científico, a hechos por sí mismos neutros, como era el avistamiento de un determinado animal o de un elemento.
En ese sentido, creían que las abejas traían mensajes de los dioses y por lo tanto daban buena suerte. El vuelo del águila, presagiaba tormentas con rayos. Pensaban también que la simple escucha del tañer de las campanas actuaba como un analgésico para una mujer parturienta. Incluso pensaban que oler el ciclamen era útil para detener la alopecia.
Estos ejemplos nos dan algunas pistas de por qué existen las supersticiones, aunque abordaremos esta cuestión en profundidad en el siguiente punto.
La sensación de control
La pregunta que subyace a por qué existen las supersticiones no es otra que cuál es su utilidad. Y la respuesta, en realidad es sencilla: las supersticiones nos aportan una sensación de control sobre situaciones en las que en realidad no lo tenemos. Es decir, asumimos relaciones de causa y efecto sin ninguna base científica, por el hecho de que así reducimos la incertidumbre.
El problema es evidente, y es que esa reducción de la incertidumbre no es más que una quimera, pues en realidad la superstición, como ya hemos visto, es una simple creencia irracional. Por lo tanto, en realidad no existe esa relación de causa y efecto, pero lo importante es que al creer que existe, y que tenemos un control sobre ella, nos sentimos mejor.
Ya nos damos cuenta de que se trata de un fenómeno psicológico muy concreto. Si pensamos por qué existen las supersticiones, a nivel psicológico, debemos revisar los trabajos de B.F. Skinner acerca del condicionamiento operante. Para este autor, las supersticiones se originan mediante este mecanismo, a través de un proceso casual.
Skinner, a través de sus experimentos con palomas, descubrió que estos animales realizaban conductas aleatorias, y cuando estas se presentaban justo antes de recibir la comida, establecían dicha conexión y la repetían en el futuro, porque “pensaban” que era esa conducta la que había originado el hecho de que apareciera la comida.
Estos comportamientos iban desde caminar por determinadas zonas hasta agachar la cabeza o dar vueltas en círculo.
Otra forma de plantearnos por qué existen las supersticiones desde la psicología, pero con una visión más moderna del asunto, es mediante el concepto de la distorsión cognitiva. En ese sentido, las personas supersticiosas se estarían valiendo de prejuicios para afrontar una determinada situación.
Tampoco debemos olvidarnos de la relación entre superstición y religión. Muchas definiciones separan ambos conceptos, ya que atribuyen a la superstición unas características peyorativas y tratan de alejar dicho concepto del terreno religioso. Sin embargo, desde la objetividad, no podemos olvidar que muchos ritos de diferentes religiones establecen razonamientos de causa y efecto irracionales.
En esos casos, la explicación ante los mismos sería la propia fe en la creencia de una realidad superior que trasciende al entendimiento humano. Pero la realidad es que se establece una serie de conductas o de pensamientos destinados a atribuir un control sobre situaciones de incertidumbre, tal y como hacen las supersticiones.
Por ello, y aunque sea un tema controvertido, no debemos obviar la relación que las diferentes religiones, mayoritarias o no, han tenido a lo largo de la historia con la pregunta que nos ocupa, que no es otra que por qué existen las supersticiones.
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Ejemplos prácticos
Hemos afrontado la cuestión de por qué existen las supersticiones de una manera general. Ahora trataremos de revisar el origen de algunas supersticiones en concreto. Existen multitud de ellas, por lo que vamos a centrarnos en algunas de las más populares.
1. Cruzarte con un gato negro
Una situación tan sencilla como cruzarte con un gato negro es capaz de generar una tremenda ansiedad a algunas personas, que realmente creen que este es un fatal presagio y tratan de desviar su camino para no atravesar la línea imaginaria que ha recorrido el animal. Pero, ¿dónde está el origen de esta extraña creencia?
En otras palabras, lo que queremos es saber por qué existen las supersticiones, y más concretamente la referente al encontrarte con un gato de pelaje negro. Para ello hay que remontarse nada menos que a la Edad Media. En esta época, los gatos callejeros solían recibir alimento de algunos vecinos de las poblaciones, especialmente de mujeres ancianas.
Fue entonces cuando se popularizó la creencia de que existían brujas ocultas entre la gente, y se estableció una relación entre ellas y los gatos, especialmente los negros, pensando que las brujas tenían el poder de transformarse en ellos para camuflarse, o incluso que el mismo demonio se ocultaba tras esa figura animal.
Por lo tanto, las personas comenzaron a pensar que encontrarte con un gato negro era algo muy peligroso, pues podía ser en realidad un ser maligno. Fue así como se estableció la superstición de que cruzarte con un gato negro es señal de mala suerte.
2. Derramar la sal
Para seguir indagando acerca de por qué existen las supersticiones, nos centraremos ahora en otra de las más populares. Es aquella que dice que derramar la sal es un presagio de mala fortuna. El origen no está del todo claro, pero algunas versiones apuntan a una explicación muy sencilla.
Aunque hoy en día la sal sea un objeto muy fácil de encontrar, y se puede conseguir de forma muy económica, lo cierto es que en la antigüedad tenía mucho más valor. Tanto es así que el pago por determinados trabajos se realizaba mediante la entrega de una cantidad de sal. De hecho, a día de hoy hemos conservado de alguna manera esa costumbre, pues la raíz de la palabra salario proviene precisamente de la sal.
Por esta razón, el derramar algo tan valioso como la sal se consideraba un acto de mala fortuna, pues representaba el desperdicio de algo que había costado mucho esfuerzo conseguir. Pero esta es solo una de las explicaciones al respecto.
Otra de las respuestas a por qué existen las supersticiones, pensando ahora en la mala suerte que hipotéticamente desencadenaría el tirar la sal en la mesa, tiene que ver precisamente con la religión cristiana. Y es que algunas personas creen que el propio Judas, que traicionó a Jesucristo tras la última cena, derramó este elemento en la mesa, aquella noche.
¿Cuál es la razón para pensar tal cosa? Que así parece estar representado en el cuadro que Leonardo Da Vinci pintó para representar este momento.
3. Tocar madera
Para concluir con otro ejemplo de por qué existen las supersticiones, revisaremos ahora la popular expresión de tocar madera. En muchas ocasiones, cuando una persona se encuentra en una situación de la que espera que termine de manera favorable para ella, pronuncia esta expresión y seguidamente trata de, efectivamente, tocar un objeto de madera cercano.
El objetivo de esta acción supersticiosa es, de alguna manera, atraer la buena suerte (de una forma totalmente irracional, no lo olvidemos). Igualmente, el origen no parece claro, aunque algunos autores apuntan a que el origen no es otro que el de agarrar el crucifijo de madera que antiguamente se solía llevar al cuello en las sociedades cristianas, para realizar un juramento en nombre de Dios.
Otros, en cambio, creen que es una costumbre aún más antigua, de los primeros pobladores europeos, que trataban de ahuyentar las malas presencias espirituales mediante ritos que en ocasiones consistían en el golpeo de troncos de madera.
Referencias bibliográficas:
- Michelet, J. (2004). La bruja: Un estudio de las supersticiones en la Edad Media. Ediciones Akal.
- Miguel, J.M. de, Martín, N., Márquez, M.O. (2012). Relaciones entre el deseo de control y la superstición. Estudios de Psicología. Taylor & Francis.
- Vyse, S.A. (2013). Believing in magic: The psychology of superstition-updated edition. Oxford University Press.
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