Esperanza: la brújula de la vida

Saber realizar una gestión adecuada de las expectativas nos ayuda a acercarnos a nuestras metas.

Esperanza
Saber lo que podemos y no podemos esperar del futuro es clave para ser feliz.

Hay situaciones que pueden dar la impresión de extinguir toda esperanza de una vida y futuro mejor. Perder a las personas que más amamos, el desempleo, perder la funcionalidad física, la enfermedad mental, el diagnóstico de una enfermedad crónica…

Todas estas situaciones pueden ocasionar una ruptura con nuestras expectativas, lo que pensábamos acerca del futuro. Perder aquello que consideramos significativo y valioso puede contribuir a que extraviemos nuestra brújula, nuestra manera de determinar qué es lo que nos llevará a nuestras metas. Cuando esto ocurre, necesitamos de nuevos caminos o estrategias para lograr los antiguos objetivos, muchas veces tomando una nueva dirección.

Es más fácil tener esperanza cuando todo va bien. Es importante, sin embargo, seguir manteniendo viva la esperanza y seguir cultivándola en los malos y difíciles momentos de la vida. Es por ello, que en este artículo quiero hablar sobre la esperanza, los elementos necesarios para cultivarla, y sus beneficios.

La visión del futuro afecta la conducta del presente

Shane Lopez, en su libro Making Hope Happen explica que, a través de su trabajo e investigación en el tema de la esperanza con millones de personas, se ha dado cuenta que la forma en la que pensamos acerca del futuro determina cómo de bien vivimos nuestra vida. Cuando tenemos esperanzas claras para el futuro vivimos bien, cuando no es así, podemos llegar a sentir que no vale la pena vivir.

Es entonces importante reconectar con un futuro significativo, ya que esto afecta la conducta del presente. Podemos hacer ejercicio y alimentarnos saludablemente porque queremos tener una vejez sana, vernos bien o tener una nueva relación. Otros pueden esforzarse mucho estudiando y trabajando para obtener la estabilidad material, la libertad o desarrollo profesional que desean. Ahorramos dinero ya sea para las vacaciones o para otros sueños con los seres que amamos. Invertimos en el presente para cosechar lo que visualizamos del futuro. La esperanza nos impulsa a actuar.

A su vez, lo que elegimos hacer en el presente crea y alimenta la esperanza o juega en su detrimento. Por ejemplo, la postergación constante de las metas importantes puede provocar que con el paso del tiempo la esperanza de lograr esos objetivos decaiga porque empezamos a ver cada vez más distante ese futuro deseado.

La teoría de la Esperanza

Para Shane Lopez la esperanza es un estado orientado hacia el futuro. Nuestros pensamientos miran hacia adelante y nos dicen lo que tenemos que hacer hoy. Nuestros sentimientos nos elevan y nos dan la energía para mantener el esfuerzo.

Igualmente, considera que la esperanza es una elección, puede aprenderse y compartirse con otros, es activa y requiere de esfuerzo. Además, Shane Lopez describe cuatro creencias que tienden a compartir las personas con esperanza. Estas son; pensar que el futuro será mejor que el presente y el pasado, creer que se tiene el poder para lograr que sea así, creer que se pueden encontrar varios caminos hacia las metas deseadas y comprender que ningún camino está libre de obstáculos.

Estas creencias son clave en los elementos que componen el modelo de la esperanza descrito por su mentor, Rick Snyder. El proceso de la esperanza se compone entonces de:

1. Metas

Son los objetivos que guían la conducta humana. Pueden ser a corto, mediano o largo plazo. Es identificar dónde estamos ahora y a dónde queremos llegar, qué queremos hacer y quienes queremos ser. La esperanza se construye a partir de las metas que consideramos más importantes, que nos emociona perseguir, que son claras, específicas y realistas. Es un equilibrio entre pensar positivo sobre el futuro y reconocer las barreras y esfuerzo que involucra lograrlas. No consiste en desear pasivamente.

2. Agencia

Se basa en creer que se tiene un rol activo en el logro de las metas e influencia en cómo transcurre nuestra vida. Es saber que mediante las acciones que realizamos vamos dándole forma a la vida ya sea para bien o para mal. Requiere tomar responsabilidad para mejorar las situaciones y asumir la responsabilidad de seguir adelante con el logro de los sueños. A medida que vemos la conexión entre nuestras acciones y los buenos resultados, también vamos desarrollando la habilidad de motivarnos y la capacidad de persistir en el camino a pesar de los obstáculos.

3. Caminos

Consiste en ser recursivo. Es la habilidad percibida para buscar y generar múltiples rutas hacia las metas y escoger los caminos más apropiados, monitoreando el progreso. Involucra también ser realista y anticipar que se van a presentar obstáculos en cualquier momento, por lo cual es importante mantener la flexibilidad y si es necesario hacer cambios en los planes y/o escoger mejores rutas hacia lo que se desea lograr.

Cada uno de estos elementos interactúa con los otros. Un cambio en alguno de ellos afecta a los otros. Cuando estos componentes son fuertes aumenta la esperanza, cuando alguno es débil la esperanza disminuye. Es entonces cuando es importante intervenir para fortalecer ese elemento que falta o que no se ha desarrollado.

Cuando la esperanza no es esperanza, sino otra cosa

Es importante comprender que no estamos hablando de esperanza cuando nos aferramos a que las cosas deben ser como creemos y queremos. Obsesionarse con la persistencia de una relación que no es saludable o que por algún motivo no puede seguir, no es mantener la esperanza, es un estilo de apego. Así mismo, lo es persistir en proyectos que repetidamente han fallado o que ya no pueden llegar a buen puerto.

La vida presenta situaciones que a veces no están bajo nuestro control, pero la esperanza nos da el mensaje de que es posible comenzar de nuevo, que tenemos la capacidad para hacerlo y que se requiere de nuestro esfuerzo para lograrlo.

Tendemos a pensar que el sufrimiento es malo, y por eso nos esforzamos tanto en evitarlo, aunque sea inevitable. Pero, así como los diamantes, que son átomos puros de carbono, bajo condiciones de oscuridad, presión y temperatura extrema se transforman en la piedra preciosa, el ser humano se transforma a través de la dificultad, anulando lo que no le sirve como los miedos excesivos e inútiles o la arrogancia y desarrollando cualidades positivas como la compasión y la bondad.

Beneficios de cultivar la esperanza

Altos niveles de esperanza están asociados con mejor desempeño y éxito académico, deportivo en los negocios y en la profesión, mayor bienestar físico y psicológico y mejores relaciones interpersonales (Lopez & Snyder, 2009; Lopez, 2013).

La esperanza tiene un impacto en la salud física, al facilitar los esfuerzos de las personas para involucrarse en actividades de prevención de enfermedades como el ejercicio, reducir la probabilidad de involucrarse en conductas de riesgo y en el afrontamiento y recuperación de problemas de salud existentes. A sí mismo, se ha encontrado que niveles superiores de esperanza están asociados con el afecto positivo, mayor satisfacción con la vida, mayor percepción de bienestar y sentido de vida (Lopez & Snyder, 2009).

La esperanza también influye en la valoración y afrontamiento de los estresores y obstáculos. La investigación ha demostrado que las personas con mayor esperanza son efectivas en generar y usar caminos alternativos hacia las metas. Esto es especialmente relevante a la hora de afrontar barreras en el logro de los objetivos o cuando hay caminos que se cierran. Las personas con poca esperanza son más proclives a usar la evasión como estrategia de afrontamiento (Lopez & Snyder, 2009).

Finalmente, las personas con alta esperanza son proclives a formar conexiones cercanas con otras personas porque muestran interés por las metas de los demás no sólo las propias, disfrutan interactuar con otros y perciben mayor apoyo social (Lopez & Snyder, 2009).

En todo caso, solemos aprender mucho de las personas que nos rodean y también a influir sobre ellas. Afortunadamente, la esperanza es contagiosa, así que podemos ser tocados por la esperanza de otros e inspirar también a quienes tenemos cerca y así contribuir a la sensación de bienestar, motivación, y crecimiento mutuo en nuestras relaciones y esparcirla también en el mundo, que bien sabemos todos, la necesita.

Referencias bibliográficas:

  • Lopez, S. J. (2009). The Oxford Handbook of Positive Psychology. Second Edition. Oxford; New York.
  • Lopez, S. J. (2013). Making Hope Happen: Create the Future You Want for Yourself and Others. Atria Books; New York.

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Jessica Cortés. (2018, marzo 10). Esperanza: la brújula de la vida. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/vida/esperanza

Psicóloga

Psicóloga con maestría en psicología clínica y de la salud de la Universidad de los Andes (Colombia). Especial interés en la psicología positiva y contemplativa y en cómo podemos cultivar una mente saludable y construir auténtico bienestar.

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