La procrastinación es el patrón de comportamiento por el cual algunas personas suelen retrasar el inicio de cualquier actividad, obligación o tarea diaria a la que deba atender, tanto laboral y profesional como social o familiar.
Bajo una apariencia de pensamiento racional, muchas veces tenemos tendencia a cubrir con palabras y con una falsa lógica decisiones irracionales que nos llevan a retrasar el inicio de cualquier trabajo.
En el caso de la procrastinación, este tipo de pensamientos son ideas con las que nos autoengañamos para postergar el momento de empezar a trabajar y a la vez intentar no sentirnos mal por ello. Son trampas mentales que nos llevan a caer en la tentación de seguir descansando, pasándolo bien o haciendo cualquier cosa distinta a la obligación a la que debemos atender y que nos mantiene distraídos sin pensar en las preocupaciones relacionadas con el trabajo acumulado.
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Las principales formas de autoengaño que nos conducen a la procrastinación
A continuación presentamos una lista de autoengaños y“trampas mentales” que nos llevan a caer en el “ya lo haré luego”.
1. “Puedo aprovechar algunas horas de sueño”
Creer que podemos emplear horas de sueño para trabajar es un error y un hábito poco saludable, ya que si no descansamos bien las horas suficientes durante la noche, tendremos problemas para concentrarnos al día siguiente.
Los profesionales de la salud recomiendan dormir cada noche entre 7 y 9 horas, ya que es el tiempo que necesita nuestro organismo para descansar correctamente y cargar energías para rendir mejor a la mañana siguiente.
Resulta evidente que un cerebro poco descansado de una persona somnolienta que no haya dormir las horas que le corresponden rendirá peor y estará menos fresca tanto para concentrarse como para hacer frente a cualquier tipo de obligación laboral.
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2. Creer que aún no hemos descansado lo suficiente
A menudo los descansos en períodos de trabajo y la procrastinación antes de iniciar una jornada laboral se hacen para recobrar energías antes de ponernos manos a la obra con nuestras obligaciones laborales.
En algunos casos puede que dilatar excesivamente el momento de empezar a trabajar por considerar que aún no hemos saciado nuestras ganas de divertirnos, es decir, que al estar pensando en distracciones o estar divirtiéndonos, nos sentiríamos demasiado frustrados al dejar de hacer eso y ponernos a trabajar.
Pensar que necesitamos descansar un poco más porque así rendiremos mejor es contraproducente, ya que precisamente cuando por fin empezamos a ponernos manos a la obra es porque hemos logramos dar por finalizado ese rato de descanso, teniendo en cuenta que los más difícil es empezar.
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3. Creer que mucho trabajo acumulado nos motivará
Otro de los autoengaños que concibe nuestro cerebro y que nos lleva directamente a la procrastinación es el de considerar que tener mucho trabajo o muchas tareas acumuladas nos motivará más en el futuro cuando empecemos a trabajar.
Esto sucede por tener una visión distorsionada de nuestro rendimiento en momentos de crisis o bajo presión y por considerar que rendimos mejor en situaciones críticas, cuando lo cierto es que realmente sucede al revés.
Las personas solemos rendir mejor cuando nos organizamos mejor y cuando tenemos mucho trabajo pendiente habitualmente nos solemos estresar, rendimos mejor y sentimos un malestar intenso por tener una gran cantidad de tareas pendientes.
4. Pensar que trabajaremos mejor bajo presión
Pensar que será satisfactorio ponernos a prueba y someternos a la presión de lograr hacerlo todo en el último momento es otro de los autoengaños o modelos de pensamiento que nos impiden iniciar nuestro trabajo cuanto antes.
Al contrario, lo que realmente refuerza la propia autoestima es pasar de las ideas a los hechos y tener la disciplina de gestionar bien el tiempo para lograr buenos resultados, en vez de hacer las cosas rápidamente y mal, a la desesperada.
Un trabajo organizado y realizado con el tiempo suficiente para que las cosas se hagan bien nos asegurará un verdadero éxito en el producto final, y un reconocimiento positivo por parte de nuestros superiores.
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5. “No estoy preparado”: miedo a fracasar
El miedo al fracaso es otro de los motivos clásicos por los que las personas suelen procrastinar en sus trabajos diarios, y uno de los grandes obstáculos que se presentan diariamente en la mente de millones de personas y que les impiden rendir al máximo en su puesto de trabajo.
Considerar que no lo haremos bien o tener la certeza de que no servimos para llevar a cabo con de manera exitosa las tareas que nos han encomendado es una manera de pensar que nos impide sacar el máximo rendimiento de nosotros mismos.
En lugar de estar anclados en el miedo, es importante modificar nuestra forma de pensar y empezar a albergar pensamientos no más positivos, sino más constructivos sobre el futuro y sobre nuestro rendimiento diario. El hecho de creer que aún no estamos preparados para llevar a cabo nuestras obligaciones laborales está muy relacionado con el miedo a hacerlo mal.
Este tipo de pensamiento consiste en considerar que necesitamos más preparación o que descansando un poco más podremos iniciar nuestra tarea con mayor diligencia y mayores posibilidades de éxito.
De nuevo, se trata de un modelo de pensamiento que actúa como excusa para evitar ponernos en marcha con nuestro trabajo, que se relaciona tanto con el miedo al fracaso, como con una indecisión interna y una falta de organización general.
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6. Necesito superar antes la indecisión
La indecisión por parte de un trabajador también suele ser motivo suficiente para procrastinar y dilatar hasta el extremo el momento de ponerse a trabajar. En este caso, el autoengaño es asumir que esta clase de problemas se resuelven en una fase anterior al momento de ponernos a trabajar por resolver el problema, cuando en realidad la mejor manera de tomar decisiones complejas es implicarnos en nuestras tareas.
Entendemos por indecisión a una serie de dificultades para desarrollar cualquier trabajo de manera diligente, organizada, con motivación y con el convencimiento de que lo estamos haciendo bien en todo momento.
Algunas personas sienten que deben esperar un poco para empezar a trabajar en cualquier cometido, ya que creen que no van a poder hacerlo con éxito o que no son los suficientemente buenos para lograr el éxito.
En lugar de eso, es importante empezar a trabajar cuanto antes creyendo en uno mismo, en las propias posibilidades y en que el esfuerzo y el trabajo duro dará sus frutos tarde o temprano.
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