Nuestros miedos más irracionales no surgen de la nada, sino que tienen su origen, en la mayoría de las ocasiones, en nuestra interacción con el resto del mundo, y sobre todo con el resto de la sociedad.
Es por eso que vivencias tan emocionalmente complicadas como la pandemia del coronavirus han llevado a algunas personas a interiorizar una serie de miedos intensos que son una secuela de esa experiencia. En el caso de la crisis del COVID-19, la fobia a viajar, también llamada hodofobia, puede ser una de las formas que dejen estas alteraciones psicológicas; veamos por qué.
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¿Qué es la hodofobia?
Las fobias específicas son una de las alteraciones más prevalentes en las sociedades modernas actuales, y constituyen una gran fuente de malestar tanto para quienes las padecen como para su entorno.
Existen muchos tipos de fobia asociados a diversos desencadenantes específicos, y algunas de las más habituales son las fobias a determinados animales, a las agujas, a los espacios abiertos o a viajar. Cuando la persona entra en contacto con estímulos que le hacen sentirse en la proximidad de esos elementos fóbicos, sufre una subida repentina de sus niveles de ansiedad, hasta el punto de tener problemas para no perder el control de lo que hace.
La hodofobia o fobia a viajar es una fobia asociada a un concepto a priori positivo como es el acto de viajar, pero que genera un gran malestar tanto a nivel emocional como físico o cognitivo en las personas que lo padecen.
Así pues, la hodofobia o fobia a viajar es el miedo irracional a participar en cualquier viaje alejado de nuestro hogar con cualquier medio de transporte habilitado para tal fin, principalmente en avión, tren, coche o barco.
Eso sí, no debe ser confundida con la fobia a los aviones, basada en el miedo concreto a sufrir un accidente en el interior de estos medios de transporte. Lo que da miedo en la hodofobia es la propia experiencia de salir de la región que nos resulta familiar, a la que nos hemos acostumbrado y/o que forma parte del lugar en el que habitan las personas con nuestro trasfondo étnico o cultural.
Esta fobia se manifiesta con elevado nivel de miedo, angustia, pánico o ansiedad ante la idea de tener que realizar un viaje de la naturaleza que sea y evidentemente durante el tiempo que dura el mismo, debido a una serie de motivos muy diversos de una persona a otra.
Algunos de los motivos que pueden causar este miedo irracional pueden ser la angustia de tener que abandonar la comodidad y seguridad del hogar, así como el hecho de tener que enfrentarnos ante una situación desconocida y que no controlamos.
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Causas de la fobia a viajar
Aunque cada persona viva esta afectación de manera distinta debido a sus particularidades propias, hay una serie de causas más o menos frecuentes que pueden explicar la aparición de la fobia a viajar. Son las siguientes.
1. Experiencias traumáticas
Como en la mayoría de las fobias que existen, la fobia a viajar puede desencadenarse a raíz de una experiencia traumática vivida en el pasado o bien específicamente en la infancia.
Este tipo de experiencias dejan en la persona una huella emocional tan grande que puede generar secuelas a causa del modo en el que esa experiencia queda “guardada” en la memoria. Debido a ello, el concepto de aquello que nos recuerda a esa experiencia traumática queda fácilmente activado por todos los estímulos que están relacionados con esa vivencia, y se produce en nosotros una respuesta basada en la ansiedad.
La experiencia traumatizante que haya vivido la persona puede ser de muchos tipos, entre los más habituales pueden ser: haberse perdido viajando, haber sufrido un secuestro o atraco, haber sido testigo de un atentado, haber vivido un accidente aéreo, o simplemente haber tenido un viaje muy accidentado en algún momento de la vida.
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2. Factores biológicos de predisposición a la ansiedad
En algunas ocasiones, este tipo de fobia puede aparecer sin que exista un desencadenante claro en forma de evento puntual, pero debido a una serie de circunstancias unidas a una predisposición biológica a sufrir ansiedad, surge este tipo de trastorno.
Y es que hay quienes tienen mayores probabilidades de sufrir niveles de ansiedad anormalmente altos ante situaciones que no suponen un peligro real, algo que puede deberse a la genética o a una alteración sucedida en las primeras etapas del desarrollo y que ha condicionado el funcionamiento del sistema nervioso.
3. Desconocimiento
El simple desconocimiento de cómo funciona algo o de qué se puede esperar de una experiencia (por ejemplo, irse a otro país) puede dar lugar a un miedo irracional basado en los problemas para gestionar esa incertidumbre. Y una vez se ha aprendido a temer algo, es fácil que ese círculo vicioso siga reforzándose a sí mismo.
Por ejemplo, en el caso de la pandemia del coronavirus, puede ocurrir que alguien que nunca había viajado o había viajado muy poco haya “entrado en contacto” con el concepto de viajar principalmente a través de los mensajes alarmistas emitidos durante meses sobre el riesgo de contagio que llegó a suponer irse unos días a otro país, de modo que esa unión de conceptos, el de viajar y el de correr peligro, pasan a estar muy unidos cuando se intenta irse de turismo lejos tras la etapa de la crisis el COVID-19.
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La influencia de la pandemia a través de la fobia a viajar
La fobia a viajar es una alteración relativamente poco común, pero allí donde está presente puede suponer un problema muy significativo. Por ejemplo, en quienes mantienen una relación de pareja a distancia o deben irse a otros países con cierta frecuencia por trabajo.
En el caso de la crisis del COVID-19, se han dado todas las circunstancias necesarias para que los casos de este trastorno aumenten. Por un lado, se ha puesto énfasis en todas las implicaciones que viajar tiene para nuestro sistema inmunológico; si en las décadas anteriores apenas pensábamos en ello, esta pandemia nos ha recordado que la transmisión de enfermedades es un riesgo real en una sociedad muy globalizada, y que cuando vamos a un lugar lejano, estamos algo más expuestos a sufrir casos graves porque nuestro cuerpo no ha sido “entrenado” para combatir esos agentes patógenos.
Por otro lado, la pandemia nos ha llevado a ver el acto de viajar como algo excepcional, algo que no forma parte de la vida de la mayoría y que no resulta tan anodina como ir a trabajar, por ejemplo; hay una diferencia cualitativa entre desplazarnos por las zonas que conocemos e irnos a otro país. Esto nos predispone a ver el viaje como la acción que consiste en salir de aquello que nos es familiar; por mucho que en nuestro destino encontremos multinacionales y lugares similares a los de nuestro lugar de origen, eso no deja de ser un espejismo; realmente conocemos muy poco de ese lugar y necesitamos ayudas constantes para movernos por él. Y además, no disponemos de la misma red social de apoyo que en nuestro país, por barreras como el idioma, el desconocimiento sobre cómo funciona la administración, etc.
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¿Qué podemos hacer ante estos miedos?
Por suerte, tanto esta como todo el resto de fobias pueden ser tratadas y superadas eficazmente con apoyo psicoterapéutico profesional. En tan solo unos pocos meses de sesiones de terapia periódicas es posible ver cómo ese temor problemático se va apagando.
Ignacio García Vicente
Ignacio García Vicente
Psicólogo especializado en adultos
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