Las adicciones son trastornos que afectan de manera global a la vida de la persona, minando su bienestar tanto físico como emocional y destruyendo progresivamente sus relaciones tanto en el ámbito social como familiar. Pero la realidad de los trastornos adictivos van más allá de las personas individuales que los sufren, y a menudo involucran a la familia, para bien y para mal.
La investigación en los ámbitos de la psicología y la medicina ha demostrado que la actuación de la familia ante la persona que presenta cualquier tipo de adicción puede tener un valor terapéutico muy significativo; no obstante, en otros casos la familia puede ejercer un efecto negativo en la persona, incluso fomentar su conducta adictiva.
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Posibles efectos negativos de la influencia familiar en la persona con adicción
Existen una serie de posibles efectos negativos que la familia puede tener sobre la persona que sufre adicción si estas personas no se adaptan adecuadamente a las necesidades de su familiar en estado vulnerable. Veamos los más importantes.
1. Estigmatización
Un fenómeno habitual en los casos de adicción es la estigmatización por parte de la familia hacia la persona que presenta la conducta adictiva, algo que ejerce un efecto verdaderamente nocivo en su salud mental y contribuye a mantener su hábito nocivo.
Principalmente, porque lleva a la persona enferma a sentirse peor y a sentir mayores impulsos de evadirse de la realidad mediante la acción de saciar “el mono” de la adicción. Además, la predispone a adoptar una actitud a la defensiva y a reafirmarse en sus hábitos dañinos para la salud, como si fuesen una seña de su identidad frente a los demás.
Por otro lado, con la estigmatización de su adicción, la persona afectada se siente alienada y asumirá a la larga que no tiene el control suficiente de la situación necesario para conseguir dejar su consumo, algo que contribuye a su desmotivación y a que llegue a abandonar la terapia.
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2. Negación
La negación del trastorno adictivo, manteniéndolo como tema tabú, es un fenómeno común tanto en el adicto como en su familia y se produce generalmente en entornos familiares en los que no se quiere hablar de la problemática de su familiar de manera natural y a la larga se convierte en un tema “prohibido”.
Este tipo de dinámicas negacionistas se ponen en práctica en familias que quieren guardar las apariencias de cada al exterior, fingiendo que todo va bien y que no existe tal problema.
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3. Encubrimiento
El encubrimiento de las acciones delictivas ligadas al mantenimiento de la adicción (por ejemplo, robar) por parte de los familiares se produce también por la voluntad de negar que exista un trastorno adictivo, aunque a la larga también es una dinámica que aparece tras un largo período de lucha por ayudar al familiar que presenta este problema.
El encubrimiento del problema no ayuda en nada a la persona adicta, ya que agrava su conducta con el tiempo, convierte en cómplices a los familiares que lo ejercen y hace que a la larga se sientan muy culpables.
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4. Sobreprotección
La excesiva sobreprotección y complacencia que ejerce la familia de una persona que se encuentre en un trastorno adictivo también contribuye al mantenimiento de su adicción y le hace más difícil iniciar el camino de la recuperación, ya que no encuentra incentivos para hacerlo.
Además de eso, dicha complacencia con la persona adicta posibilita que esta permanezca en el rol de enfermo y no progrese, ya que se encuentra en una situación de comodidad en la que cuenta con la connivencia de sus familiares.
5. Cerrazón emocional
El bloqueo y la cerrazón emocional es el fenómeno por el cual los familiares de la persona adicta se niegan a expresar ninguna de las emociones que les provoca la situación que están viviendo.
Esta ausencia en la expresión de las emociones negativas se relacionan a menudo con una postura de encubrimiento y negación del problema, y acaban generando problemas emocionales en los propios familiares, ya que reprimen todo aquello que sienten.
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Posibles efectos positivos de la influencia familiar en la persona con adicción
Como se ha comentado al inicio, la familia de una persona con adicción puede ejercer un apoyo positivo de gran valor terapéutico; los casos más habituales son los siguientes.
1. Mostrar apoyo para motivar y animar
Tener a su familia cerca, en constante apoyo, como elemento motivador, resulta de gran ayuda para las personas que presentan casos de adicción, ya que eso contribuye a mitigar el estrés y la ansiedad y sirve para sobrellevar mejor el síndrome de abstinencia, trastornos que predisponen enormemente a las recaídas en el consumo de drogas.
Tener una meta clara permite centrarse en ella y no dejar que el malestar invada la mente de la persona que presenta el trastorno. Además, esto disminuye las probabilidades de que el paciente abandone el tratamiento, por lo que es importante que los familiares se interesen por sus avances y muestren su satisfacción y aprecio ante las pequeñas victorias de la persona con adicción.
La familia también puede ayudar motivando a la persona, aumentando así su autoestima, al interesarse periódicamente por sus avances y animándole en todo momento a no desfallecer en su intento de curarse.
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2. Ayudar emocionalmente
Los trastornos adictivos tiene una afectación tan emocional como física en las personas que lo padecen, es por eso que teniendo una familia que ofrezca su escucha y su empatía, estas personas serán más capaces a la hora de rehabilitarse. En este sentido, el hecho de que la persona con adicción tenga a personas que la escuchen y con las que puede “desahogarse” ayuda mucho a superar las crisis, ya que sirve para aliviar tensiones internas y para ordenar ideas y dejar de evitar pensar en lo que le preocupa.
Es importante que la familia muestre abiertamente su apoyo hacia un familiar que presente este tipo de problemas y que ofrezca en todo momento su comprensión y alivio en momentos de crisis.
3. Promover relaciones sociales sanas para evitar recaídas
En casos de adicción, la familia también puede presentar nuevos amigos a la persona que esté pasando por un proceso de rehabilitación, promoviendo así un nuevo tejido social de relaciones sanas alejadas de los contextos de consumo de drogas, apuestas, etc.
Esto resulta de gran apoyo, ya que como se ha comentado, los trastornos adictivos suelen ser tremendamente destructivos con las relaciones sociales sanas que tiene la persona al iniciar su adicción.
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