El embarazo es un período marcado por las ilusiones, pero también por el sufrimiento. Algunas madres experimentan, poco antes o después del parto, lo que se conoce como depresión perinatal (DPN).
Esta forma de depresión que puede ser especialmente trágica tanto para ella como para el hijo, es una manifestación peculiar que requiere un tratamiento diferente de la depresión mayor, pues tiene características propias. Te explicamos las claves para comprenderla y repasamos los tratamientos más efectivos.
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La depresión perinatal, más que el postparto
De un tiempo a esta parte, los psicólogos hemos ampliado la definición de lo que antes se etiquetaba de depresión con inicio en el postparto.
Sabemos que la depresión puede comenzar unos meses antes del parto y que se trata del mismo fenómeno que perseguirá el estado de ánimo de la madre durante el año después de dar a luz.
Descripción clínica
La depresión perinatal comprende cualquier episodio depresivo menor o mayor que ocurra durante el embarazo o dentro de los 12 meses posteriores al parto. Existe un cierto grado de incertidumbre con respecto a la incidencia del trastorno. Diversos estudios coinciden en unas tasas de prevalencia que oscilan entre el 10-15%. Sin embargo, al excluir estudios donde el diagnóstico se base sólo en autoinformes, se alcanzan unas tasas del 6.5% al 12.9%. Se trata de un fenómeno global, no exclusivo de la sociedad occidental.
Síntomas
Las madres que lo padecen se sienten extremadamente culpables, algunas llegan a odiar a su hijo. Se sienten solas y desbordadas, necesitan ayuda y no saben cómo pedirla. Se llenan de pensamientos rumiativos, creencias pegajosas de las que les resulta muy difícil deshacerse y que entorpecen gravemente su vida.
Las mujeres con depresión perinatal se encuentran en un período de transición de rol, de mujeres a madres, que es difícil de asumir. Asimismo, las dificultades en la comunicación con la pareja pueden agravar aún más la sensación de estar completamente sola.
La gravedad del trastorno no se limita a lo incapacitante que puede ser para la persona que lo sufre. La depresión perinatal materna se relaciona con mayor incidencia de llanto excesivo en el hijo, cólicos, problemas del sueño, dificultades en el temperamento, peor autorregulación y más indicadores de estrés. Se asocia también a interacciones negativas madre-hijo, incluyendo desapego, retraimiento, intromisión y hostilidad así como peor funcionamiento interpersonal del infante, apego inseguro y tasas elevadas de problemas conductuales y emocionales.
El principal factor de riesgo para sufrir depresión perinatal es el soporte social inadecuado. El peligro se ve incrementado por diferentes deficiencias en el soporte social como:
- No tener a alguien semejante con quien hablar abiertamente.
- No disponer de amigos o relaciones íntimas.
- No recibir apoyo sin tener que pedirlo.
- Sentirse socialmente aislada.
Tratamiento y consejos
Una característica muy común en la depresión perinatal es que las madres se sientan avergonzadas de sufrir depresión, tanto que no lleguen a pedir ayuda. Por esto, es de especial importancia normalizar la depresión perinatal.
Cualquiera puede sufrir un trastorno emocional, especialmente durante un período tan difícil como es el embarazo y el enorme cambio que supone en la vida familiar. La llegada de un pequeño siempre marca un antes y un después.
1. Psicoeducación y activación
La primera piedra en la superación de la depresión perinatal se pone cuando la madre entiende lo que le sucede y por qué le sucede. Una vez hecho esto, podrá empezar a planear toda una serie de actividades que la pongan en marcha y la vuelvan a hacer sentir útil.
2. Aprendiendo a ser madre
Una de las preocupaciones principales de las madres con depresión perinatal es no estar a la altura y ser una “mala madre”. Lo cierto es que ninguna madre aprende por arte de magia, y a algunas personas puede costarles más que a otras. Además de atacar estos pensamientos, será de vital importancia que las madres aprendan a sentirse cómodas interactuando con su bebé.
Una buena forma de conseguir esto puede ser acudir a talleres que le enseñen a jugar con su bebé, cómo manejar situaciones difíciles (llanto incesante, rabietas, etc.) o problemas a la hora de comer. Los grupos de apoyo pueden ser de gran ayuda a la hora de proponer conductas alternativas que fomenten la relación óptima con el bebé.
3. Trabajando la red social de apoyo y la comunicación
Debido a que la depresión perinatal es un trastorno marcadamente social, es vital identificar patrones de comunicación que no estén funcionando. Será necesario que tanto la madre como el padre aprendan a relacionarse y a comunicar lo que piensan de una forma clara y sin acusaciones. Si conseguimos esto lograremos dos cosas: que la madre pueda pedir y recibir ayuda, y deje de sentirse completamente sola y desbordada.
Los grupos de apoyo son una red de mucha importancia en este aspecto. Poder hablar con otras madres que estén pasando por el mismo proceso, compartir las propias experiencias y recibir consejos de otras mujeres la harán sentir arropada y mejor preparada para afrontar la maternidad.
4. Transiciones de rol
La maternidad es difícil de incorporar. El cambio de rol puede significar la pérdida del significado personal, pasar de mujer trabajadora a simplemente madre.
Será muy importante recuperar aquellas actividades que formaban parte de la identidad de la madre. Identificar aquellos reforzadores que existían antes del bebé como la sensación de hacer un buen trabajo o disfrutar de una tarde con los amigos, así como encontrar oportunidades dentro de la nueva rutina para poder incorporarlos de nuevo.
Asimismo, puede existir un conflicto entre metas a largo plazo (por ejemplo, entre familia y trabajo). Algunas veces será necesario replantearse las metas y reestructurarlas para hacerlas tan armónicas como realistas.
5. Atacando los pensamientos desadaptativos
Como en cualquier trastorno emocional, vamos a tener que trabajar mediante técnicas cognitivas los pensamientos que en lugar de ayudar, anclan a las personas en el fondo de la depresión.
Las madres deberán aprender a identificar en qué situaciones aparecen y adquirir estrategias para adelantarse a ellos o saber cómo neutralizarlos cuando aparezcan con pensamientos más adaptativos y ajustados a la realidad.
Además, resulta de especial importancia adquirir el hábito de pensar en los problemas sólo si es para solucionarlos. Es muy fácil quedarse encallado en el malestar emocional que nos causan las preocupaciones, pero la única forma de salir de esas arenas movedizas es tomar distancia y recordarse a uno mismo que ante un problema no existe otra salida que buscar una solución.