Con frecuencia los términos “enfermedad neurológica” y “enfermedad psiquiátrica” se utilizan de forma indistinta, e incluso hay muchos expertos que consideran que no existen diferencias reales entre ambos tipos de trastorno.
En este artículo describiremos las diferencias y las similitudes entre las enfermedades neurológicas y las psiquiátricas.
¿Qué son las enfermedades neurológicas?
La neurología es la rama de la medicina que se ocupa del estudio de la anatomía, las funciones y las alteraciones orgánicas del sistema nervioso. Esta disciplina se basa en gran medida en las aportaciones de la neurociencia, que se define como el estudio del sistema nervioso en su conjunto y se nutre de métodos como el análisis celular y la neuroimagen.
Cuando se habla de enfermedades neurológicas se está haciendo referencia de modo general a cualquier tipo de trastorno que implique al sistema nervioso, independientemente de sus causas o de sus síntomas. Por tanto, se trata de un término muy amplio que puede usarse para fenómenos tan diferentes como el insomnio y el síndrome de Korsakoff.
Existen muchos tipos distintos de enfermedades neurológicas. Estas se pueden clasificar en función de distintos criterios; si nos guiamos por la localización de las alteraciones, uno de los más habituales, encontramos trastornos neurológicos que afectan al cerebro, a la médula espinal, a los nervios craneales, a los periféricos o al sistema nervioso autónomo.
Algunos ejemplos ilustrativos de las alteraciones que suelen ser categorizadas como enfermedades neurológicas son las demencias y otros trastornos neurodegenerativos, las neuropatías, la epilepsia o los trastornos conductuales causados por lesiones cerebrales, como la afasia (que afecta al lenguaje) y la apraxia (asociada a la planificación de movimientos).
Las causas de las enfermedades neurológicas son tan variadas como sus manifestaciones. Entre las más habituales encontramos las alteraciones genéticas, las lesiones de los nervios por causas externas, las infecciones, los trastornos vasculares y factores relacionados con el estilo de vida como la malnutrición o el consumo excesivo de determinados compuestos.
Enfermedades psiquiátricas o trastornos mentales
El concepto “enfermedad psiquiátrica” puede ser considerado equivalente al de “trastorno mental”, que predomina en el campo de la psicología, con el cual la psiquiatría se solapa de forma muy significativa (y con frecuencia problemática). Se utiliza para hablar de las alteraciones relacionadas con el comportamiento externo o con lo que conocemos como “mente”.
La psiquiatría es la especialidad de la medicina que se encarga del diagnóstico, la prevención y el tratamiento de los trastornos o enfermedades mentales. A diferencia de la psicología, se especializa de forma específica en la patología; en este sentido se encuentra muy cerca de la psicología clínica, si bien los psiquiatras pueden prescribir tratamientos farmacológicos.
Esta disciplina ha sido incluso más cuestionada que la psicología por su concepción y manejo de los problemas mentales. Las perspectivas críticas con la psiquiatría reniegan del etiquetado social que se deriva de los diagnósticos de corte médico, de la rigidez de este tipo de procedimientos y de la medicalización de diferencias interindividuales no patológicas.
Las enfermedades psiquiátricas pueden deberse tanto a causas orgánicas como ambientales; por ejemplo, rasgos como el neuroticismo, que predispone al desarrollo de trastornos de ansiedad, están determinados en buena parte por factores genéticos, si bien el estrés y otras variables psicosociales (por ejemplo el abuso de sustancias) también son fundamentales.
Entre los llamados trastornos mentales podemos destacar alteraciones como la esquizofrenia, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad o TDAH, la anorexia y la bulimia nerviosas, el trastorno de estrés postraumático, las demencias y el trastorno bipolar. Como vemos, algunos de ellos se pueden categorizar también como enfermedades neurológicas.
Diferencias y similitudes entre estos tipos de alteración
En general se tiende a entender a la psiquiatría y a la neurología como ciencias complementarias. Así, ambas compartirían el interés en muchos trastornos, si bien cada una de ellas se ocuparía específicamente de algunos y haría un énfasis distinto en el análisis de las manifestaciones de las alteraciones y en el de sus correlatos neurofisiológicos.
Sin embargo, hay quien considera que los síndromes a los que nos referimos como “enfermedades psiquiátricas” son simplemente trastornos neurológicos cuyos rasgos anatómicos y fisiológicos no han sido identificados del todo por el momento. Desde esta perspectiva la psiquiatría no sería necesaria sino un ejemplo del atávico dualismo cuerpo-mente.
David y Nicholson (2015) niegan esta idea y proponen que la diferencia básica entre la neurología y la psiquiatría es que la segunda se focaliza en conductas y en contenidos mentales como los pensamientos, las percepciones y las emociones, mientras que la neurología se ocupa de forma preferente de la base orgánica de los trastornos.
En la misma línea, Baker et al. (2002) advirtieron que la neurología debía ser precavida, si bien afirmó que la psiquiatría se beneficiaría igualmente de los conocimientos obtenidos por las neurociencias. Según los autores, la salud mental no se puede reducir a sus correlatos neuroanatómicos; cada una de estas ciencias tendría, por tanto, su propio ámbito de especialización.
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