Las 4 diferencias entre el Trastorno de Pánico y la Fobia

El trastorno de pánico y la fobia tienen en común el miedo, pero hay diferencias entre ellos.

Las 4 diferencias entre el Trastorno de Pánico y la Fobia

A pesar de su mala fama, el miedo es una emoción natural y necesaria para la supervivencia humana. Gracias a él logramos identificar peligros en el entorno y responder de manera eficaz ante ellos. Si nunca sintiéramos temor, sencillamente no habríamos llegado hasta el momento actual como especie.

El miedo puede empezar a ser un problema cuando aparece en situaciones que objetivamente no son peligrosas o cuando su intensidad es desmedida acorde al contexto. En estos casos, es posible que la persona esté sufriendo algún tipo de trastorno psicopatológico.

Cabe señalar que hay numerosas problemáticas en psicología que tienen en común el miedo como elemento central. Sin embargo, también existen entre ellas importantes diferencias que es preciso conocer.

En particular, en este artículo hablaremos acerca de las diferencias existentes entre el trastorno de pánico y las fobias.

¿Qué es el trastorno de pánico?

El trastorno de pánico se define como un trastorno de ansiedad por el cual la persona sufre crisis recurrentes que aparecen sin que exista un peligro aparente. Estas crisis inician de manera repentina y van acompañadas de una marcada sintomatología física (taquicardia, sudores, dificultad para respirar, temblores, hormigueo…), lo que hace que el individuo crea que está sufriendo algún problema médico grave, como por ejemplo un ataque cardíaco.

Las crisis que configuran el trastorno de pánico pueden tener una duración de varios minutos, aunque esto depende de la persona. Lo que suele ser común a todos los pacientes es el intenso temor a que se produzca un nuevo episodio de pánico en el futuro. Esto da pie a una serie de conductas de evitación, por las cuales la persona trata de no frecuentar aquellos escenarios que considera son más propicios para que la crisis suceda. Esta tendencia puede empezar poco a poco, aunque progresivamente va conduciendo al individuo a un aislamiento importante de su entorno. Actividades cotidianas como ir en transporte público o caminar por la calle pueden vivirse con una angustia muy intensa.

Las crisis de pánico no atentan contra la vida ni son peligrosas, pero ocasionan mucho malestar e interferencia en el funcionamiento normal del individuo. La persona siente que se está volviendo loca, que está perdiendo el control e incluso que puede llegar a morir.

En algunos pacientes las crisis suceden unas pocas veces contadas, estando habitualmente vinculadas a momentos de mucho estrés. Sin embargo, en otros casos estas pueden repetirse en muchas ocasiones, alargando el trastorno en el tiempo con todo lo que ello implica.

¿Qué es una fobia?

Las fobias también son reconocidas como un tipo de trastorno de ansiedad. Sin embargo, estas se caracterizan por una reacción de miedo extremo ante un estímulo concreto, que puede ser un animal, un objeto, una situación, etc. Generalmente, los elementos que generan fobias no son objetivamente peligrosos. Sin embargo, inducen un intenso malestar en una parte de la población.

Como ya hemos comentado, el miedo es una emoción necesaria para la supervivencia del ser humano. Ya desde la niñez, todos transitamos miedos evolutivos propios de las primeras etapas del desarrollo. Entre ellos, son especialmente comunes el temor a la oscuridad, a los extraños o a ciertos animales. Sin embargo, estos miedos suelen desvanecerse con el simple paso del tiempo, no siendo preciso por norma general ningún tipo de intervención profesional.

Sin embargo, los adultos también pueden sentir miedos intensos dirigidos hacia elementos muy concretos. En estos casos, muchas veces sí es necesario contar con el apoyo de un profesional, ya que estos temores suelen constituir fobias que interfieren en la vida normal. Las fobias se diferencian de los miedos evolutivos en que estas no suelen ser adaptativas. Mientras que los temores infantiles suelen favorecer la proximidad del niño a sus figuras de cuidado para mantenerlo lejos del peligro, las fobias suelen ser un obstáculo para el bienestar.

Las fobias se suelen clasificar en dos categorías. Por un lado, aquellas que son simples o específicas. Estas hacen referencia a elementos concretos y bien definidos. Las más habituales hacen referencia a los animales (arañas, serpientes, ratones), el ambiente (gérmenes, alturas), el cuerpo (sangre, vómito, inyecciones), sexuales (ETS) o situacionales (miedo escénico, volar). Por otro lado, las fobias complejas son aquellas relacionadas con escenarios más complejos, entre las cuales destacan la agorafobia (miedo a espacios abiertos y públicos) o la fobia social.

Las 4 diferencias entre trastorno de pánico y fobia

Como comentamos anteriormente, el trastorno de pánico y la fobia comparten el elemento común del miedo. Sin embargo, dado que se trata de problemáticas independientes, también cuentan con algunas diferencias importantes. A continuación, vamos a hablar de ellas.

1. Identificación del foco del miedo

Una de las diferencias más relevantes entre el trastorno de pánico y la fobia reside en la identificación del foco del miedo. En el trastorno de pánico la persona no identifica un foco concreto que genere temor. De hecho, sus crisis se desatan de forma repentina e impredecible sin que haya un peligro aparente. Esto genera confusión en el paciente, que desconoce cuándo y dónde puede tener lugar la siguiente crisis.

Por el contrario, en las fobias la persona sí que conoce bien cuál es el foco de su temor. El estímulo fóbico está bien identificado, lo que hace que la persona sólo sienta miedo cuando este aparece. En definitiva, la respuesta de ansiedad es mucho más predecible que cuando hablamos de un trastorno de pánico.

Distinguir entre fobia y trastorno de pánico

2. Preocupación respecto a futuros episodios

En relación con el punto anterior, otra de las principales diferencias entre la fobia y el trastorno de pánico radica en la preocupación que la persona siente respecto al futuro. En el caso del trastorno de pánico, la inquietud ante la posibilidad de que haya crisis futuras se convierte en el núcleo de la vida de la persona. Esta empieza a evitar ciertos lugares por miedo a vivir de nuevo esa sensación de pérdida de control o volverse loca.

Por el contrario, en las fobias no hay tanta preocupación respecto al futuro. La persona sabe cuál es el foco de su temor y puede predecir en cierta medida si se expondrá a él. Si, por ejemplo, posee fobia a la sangre, puede que no sienta preocupación alguna a no ser que se aproxime en el tiempo una analítica con su médico. En general, podemos decir que hay menos incertidumbre que en el trastorno de pánico.

3. Duración

La duración de la reacción emocional de miedo también puede ser un punto de diferencia. En el trastorno de pánico, la crisis suele durar unos minutos. Es un episodio autodefinido, que tan pronto como inicia acaba terminando. Es algo así como una ola que va creciendo hasta que finalmente rompe y se deshace en la orilla.

En cambio, la reacción emocional de las fobias se mantiene mientras la persona se está exponiendo al estímulo fóbico. Si, por ejemplo, una persona sufre fobia a las alturas y sube a una azotea, es posible que su ansiedad no se calme hasta que vuelva a bajar y deje de exponerse a dicha situación.

4. Tratamiento

Dado que se trata de problemáticas distintas, el tratamiento de cada una también implica matices distintos.

En el caso del trastorno de pánico, el profesional de salud mental suele enfocarse en ayudar al paciente a recrear los síntomas con los que cursan las crisis de pánico. De esta manera, las sesiones son una especie de simulación en la que la persona puede revivir esas sensaciones de forma controlada y segura.

Con el tiempo, el objetivo es conseguir que dichas sensaciones dejen de percibirse como una amenaza o una señal de que se va a perder el control. En las fobias, el núcleo del tratamiento suele ir orientado a la exposición progresiva a los estímulos fóbicos. Para hacer este proceso más sencillo, el psicoterapeuta enseña a la persona algunas técnicas de relajación que son útiles para infundir un estado de calma incompatible con la ansiedad típicamente asociada a esas situaciones.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas diferencias entre el trastorno de pánico y las fobias. El miedo es una emoción natural y necesaria para nuestra supervivencia, ya que gracias a ella logramos detectar los peligros del entorno y reaccionar en consecuencia. Sin embargo, lo cierto es que el miedo también puede ser un problema cuando aparece en situaciones en las que no hay un peligro real. Si esto sucede, la persona puede estar sufriendo un trastorno psicológico ligado a la ansiedad.

Entre este tipo de problemáticas, hay dos especialmente comunes: el trastorno de pánico y las fobias. Aunque ambos comparten como elemento central el miedo, la realidad es que también tienen algunas diferencias.

Por un lado, las fobias se vinculan con un estímulo concreto que desencadena el miedo en la persona. Sin embargo, en el trastorno de pánico la persona se siente aterrorizada de manera repentina e inesperada, sin que haya peligros aparentes. Añadido a esto, las fobias no se suelen relacionar a la preocupación por el futuro, mientras que en el trastorno de pánico la persona vive preocupada por la posible aparición de nuevas crisis en el futuro. Finalmente, el tratamiento de cada una también va enfocado en direcciones algo distintas.

  • “¿Cómo se tratan las fobias?” Clínica Universidad de Navarra.
  • Cordero, M. (2019). Miedos evolutivos. Edad de aparición.
  • Sylvers, P.; Lilienfeld, S.O.; LaPrairie, J.L. (2011). Differences between trait fear and trait anxiety: implications for psychopathology. Clinical Psychology Review. 31(1): pp. 122 - 137.

Natalia Menéndez es psicóloga general sanitaria por la Universidad Nebrija de Madrid. Actualmente, compagina su labor como redactora con la práctica clínica con niños, adolescentes y adultos. Ha realizado su labor como voluntaria en entidades como la Fundación ANAR, donde recibe el título de Experto en Orientación Psicológica e Intervención en Crisis desde sus líneas telefónicas de ayuda. Además, cuenta con título de experto en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Entiende la psicoterapia como un camino difícil y apasionante a la vez, donde la persona tiene la oportunidad de conocerse, comprenderse y evolucionar. Trabaja desde una visión integradora, situando en el centro valores como la empatía, la humanidad y la honestidad.

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