Dismorfia muscular femenina: síntomas, causas y efectos en la mujer

Un resumen de las características de la dismorfia muscular femenina, un trastorno muy dañino.

Dismorfia muscular femenina

La dismorfia muscular es un trastorno que fue descrito originariamente por Harrison Pope en el año 1993 y está caracterizado principalmente por una obsesión por ganar de forma continuada mayor cantidad de masa muscular, poseyendo una distorsión sobre la propia imagen corporal por lo que la persona tiende a verse menos desarrollada a nivel muscular de lo que en realidad está.

Existe una mayor prevalencia de dismorfia muscular en hombres; no obstante, la dismorfia muscular femenina ha ido aumentando notablemente en los últimos años. Cabe destacar que la sintomatología de la dismorfia muscular femenina es muy semejante a la existente en hombre.

En este artículo explicaremos con más detalle en qué consiste la dismorfia muscular femenina, pero antes daremos algunos datos referentes a este trastorno que es conveniente conocer previamente.

¿Qué es la dismorfia muscular?

La dismorfia muscular ha sido diagnosticada de forma predominante en varones, con un 80% de los casos; sin embargo, hay estudios que han encontrado que en los últimos años ha habido un notable aumento del número de casos de dismorfia muscular femenina, siendo un trastorno que tienda a comenzar a aparecer en edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, aunque cada vez se están dando casos a edades más precoces, a lo que se suma el problema del alto riesgo que hay del consumo o abuso de esteroides o sustancias anabólicas en personas que padezcan este trastorno.

La dismorfia muscular, también denominada frecuentemente como “vigorexia”, anorexia inversa o complejo de Adonis, es una psicopatología cuyo diagnóstico ha dado pie a algunas ambigüedades a la hora de realizar una clasificación debido a su relación con los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) y también con los trastornos relacionados con una distorsión de la propia imagen corporal.

No obstante, en el manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-5) la dismorfia muscular aparece clasificada dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos; más concretamente, como un especificador del trastorno dismórfico corporal.

La dismorfia muscular o vigorexia es un trastorno que consiste en la obsesión por ganar de forma continuada más masa muscular, sin estar nunca conformes con los resultados obtenidos debido a que se tiene una percepción con respecto a la propia imagen corporal que no se corresponde con la realidad, y esto es debido a que estas personas no se ven lo suficientemente musculosas a pesar de tener unos músculos de gran tamaño.

¿En qué consiste la dismorfia muscular femenina?

Como hemos mencionado con anterioridad, la dismorfia muscular femenina, a pesar de ser menos prevalente que la masculina, ha ido aumentando en cuanto al número de casos en los últimos años, por lo que en el año 2015 Amador Cernuda realizó una investigación al respecto con 1.115 mujeres, con edades comprendidas entre los 17 y los 61 años, que realizaban ejercicio físico en gimnasios importantes de 7 comunidades autónomas de España.

Estas mujeres tuvieron que contestar a una encuesta relacionada con la dismorfia muscular y la imagen corporal, así como también al “Cuestionario de Complejo de Adonis”, que consta de 13 preguntas y fue desarrollado por Harrison Pope y sus colaboradores para evaluar si una persona padecía dismorfia muscular. Pope además, ha sido probablemente el investigador más reconocido en el terreno de la investigación sobre la dismorfia muscular y también es quien acuñó los términos vigorexia o anorexia inversa.

Los resultados del estudio fueron bastante sorprendentes, puesto que se encontró que 123 mujeres, lo que supone un 11,03% de la muestra total, encajaban dentro de un diagnóstico de dismorfia muscular femenina, puesto que habían mostrado una preocupación patológica por su imagen corporal y además reconocieron haber llegado a consumir sustancias anabolizantes con el objetivo de aumentar su masa muscular para intentar alcanzar su objetivo a nivel físico y estético.

Por otro lado, un 28,15% de esa muestra total de las investigadas, llegaron a mostrar, aunque en menor medida que las anteriores, una grave preocupación por su imagen corporal, sin llegar a cumplir todos los criterios para el diagnóstico de la dismorfia muscular aunque estaban en riesgo de llegar a desarrollar esa psicopatología o alguna relacionada con la imagen corporal, como podría ser un trastorno alimentario (p. ej., anorexia).

También cabe destacar que el 71% de esa población que participó en el estudio afirmó no estar contenta con su abdomen y el 67% de las personas estudiadas aseguró no sentirse conformes con el aspecto de sus glúteos por diversos motivos. Otro dato interesante es que el 53% del total de las investigadas estaba al tanto de la existencia del tráfico de sustancias anabolizantes en el mundillo del fitness y del culturismo.

Vigorexia femenina

Modelo explicativo de la dismorfia muscular

A continuación explicaremos una serie de factores que influyen en el desarrollo de la dismorfia muscular femenina, siendo similares a los que influyen en el caso de los hombres, sirviendo como un esquema orientativo, puesto que para hacer un diagnóstico completo sería necesario realizar una evaluación más exhaustiva que permitiese analizar cada caso individual.

1. Factores predisponentes

Las investigaciones han encontrado que los factores predisponentes más frecuentes en los casos de dismorfia muscular son una cierta influencia de la predisposición genética, una serie de factores socioambientales, tener ciertas tendencias adictivas y compulsivas o haber experimentado una serie de vivencias negativas en el pasado con respecto a la propia imagen corporal, entre otros.

Estos factores, de forma combinada, cuando se combinan con algunos factores desencadenantes, como los que mencionaremos a continuación, aumentan las probabilidades de desarrollar una dismorfia muscular o vigorexia.

2. Factores desencadenantes

Los factores desencadenantes son aquellos que pueden actuar a modo de detonante en aquellas personas que reunían previamente una predisposición para el desarrollo de este trastorno. Entre estos factores cabe destacar el hecho de haber sufrido una experiencia altamente traumática, hiriente o estresante que fuera provocada por la propia imagen corporal, por lo que se podría desencadenar una obsesión por mejorar el propio aspecto físico y una manera de hacerlo podría ser la búsqueda del aumento de la masa corporal constante.

3. Factores mantenedores

Estos factores serían los que reforzarán el mantenimiento de la dismorfia muscular femenina en el tiempo cuando esta ya se haya desencadenado. Los factores mantenedores, además de mantener la dismorfia muscular también podrían acentuar los síntomas asociados, como la obsesión por ganar mayor masa muscular o la distorsión con respecto a la propia imagen corporal.

Entre los factores mantenedores cabe destacar el refuerzo social en forma de elogios de otras personas que admiren los cuerpos notablemente musculados, lo que da ánimos a la persona para continuar aumentando su musculatura. Las redes sociales aquí pueden jugar un papel importante, al igual que dentro de los factores desencadenantes.

Factores perjudiciales de la dismorfia muscular femenina

En las investigaciones realizadas sobre la dismorfia muscular femenina y también masculina se pudieron observar diversos riesgos que podían sufrir las personas que rebasaban los límites con el fin de continuar ganando masa muscular.

A nivel psicológico, se ha demostrado que la dismorfia muscular tiene serias repercusiones en cuanto a sentimientos de irritabilidad, ataques de ira, cambios emocionales un tanto bruscos, hostilidad, síntomas de ansiedad y depresión, así como también una mayor predisposición al consumo de esteroides con el fin de aumentar la masa muscular, lo que podría llegar a causar un síndrome de abstinencia si se llegase a interrumpir su consumo tras un tiempo prolongado recurriendo a este tipo de sustancias.

En los casos más extremos, en los que se había recurrido al uso o abuso de anabolizantes, tanto las mujeres como los hombres, podían sufrir serios problemas a nivel cardiovascular, hepáticos o renales, entre otros.

Por otro lado, en los casos de dismorfia muscular femenina con abuso de esteroides durante un tiempo prolongado, se ha podido comprobar que algunas mujeres pueden llegar a sufrir ginecomastia (también los hombres), desarrollar una voz más ronca, disminución notable del porcentaje corporal y del tamaño de los senos, aumento del vello (hirsutismo) e incluso se han llegado a encontrar casos de pérdida de cabello y un aumento del tamaño clítoris.

A nivel físico también se ha visto que la dismorfia muscular femenina, al igual que la masculina, llevadas al extremo a largo plazo pueden llegar a causar problemas óseos y articulares, abrecartas musculares, mayor propensión a las lesiones y una notable pérdida de agilidad.

Comorbilidad

Pope y sus colaboradores realizaron una investigación con personas que realizaban entrenamientos anacrónicos (levantamiento de pesas) en el gimnasio, habiendo investigados con dismorfia muscular y también personas que no padecían este trastorno. Los resultados demostraron una alta comorbilidad de la dismorfia muscular con otras patologías a nivel psicológico como veremos a continuación, siendo notablemente superior que en aquellos casos en los que las personas no poseían una dismorfia muscular.

En estos casos no se hizo una distinción entre los casos de dismorfia muscular femenina y masculina, sino que se hizo una evaluación con respecto a la dicotomía entre poseer o no este trastorno sin importar el género, por lo que estas comorbilidades podrían ser bastante similares tanto en los casos de mujeres como los de hombres.

Se pudo comprobar que en el 58% de los casos de vigorexia o dismorfia muscular presentaban síntomas depresivos, frente a un 20% encontrado en los casos en los que no se padecía dismorfia muscular; un 29% de los casos con vigorexia presentaban una comorbilidad con trastornos de ansiedad, frente a un 3% en las personas sin este trastorno; y un 29% de comorbilidad entre la vigorexia y los TCA, frente a un 7% de comorbilidad en sujetos que no padecían dismorfia muscular o vigorexia.

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Psicólogo

Mario Arrimada es Graduado en Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca y dispone de un Máster de Actualización en Intervención Psicológica y Salud Mental en la Universidad a Distancia de Madrid. Varios cursos de formación, entre ellos el de Experto en Trastornos de la Personalidad con la Asociación Española para el Fomento y Desarrollo de la Psicoterapia, de Experto en Mindfulness y de Experto en DSM5 y CIE11, ambos en la UDIMA.

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