En muy poco tiempo, la crisis del coronavirus ha transformado el funcionamiento de las sociedades y, en consecuencia, también el de las personas que forman esa sociedad.
Por ello, en este artículo encontrarás un resumen de las implicaciones psicológicas de la pandemia, distinguiendo entre sus efectos en la vida personal y aquellos que afectan sobre todo al ámbito profesional.
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Los efectos psicológicos de la crisis del COVID-19 en la vida privada y el trabajo
Aquí realizaremos un repaso a los principales tipos de problemas psicológicos que pueden ser facilitados por el contexto de pandemia.
Efectos a nivel personal
Los efectos psicológicos de la crisis del COVID-19 sobre la vida privada son los más variados, pero la mayoría pueden ser clasificados dentro de las siguientes categorías.
1. Malestar por el aislamiento social
Parece ser que el segmento de la población que más ha sufrido el impacto emocional de la pandemia son los adultos jóvenes; entre este grupo de edad han surgido más problemas de infelicidad y síntomas depresivos, lo cual posiblemente tiene que ver con el modo en el que las restricciones han interferido en su vida social (especialmente intensa y diversa en esta etapa de la adultez).
Sin embargo, la tendencia a un estilo de vida más decantado hacia el aislamiento social es capaz de afectar emocionalmente a todo tipo de perfiles. Si a esto le añadimos que estadísticamente la soledad está asociada a la adopción de hábitos poco saludables y a la aparición de síntomas depresivos a medio y largo plazo, las implicaciones que esto tiene en la salud mental de la población resultan inquietantes.
2. Polarización ideológica y crispación
En situaciones de crisis como la desencadenada por la pandemia del COVID-19 es frecuente que la polarización social se agudice. Por ello, no sorprende que aparezca un cierto nivel de crispación derivado de los desacuerdos acerca de lo que se debe hacer ante el virus, y acerca de la posición que hay que adoptar en la disyuntiva entre primar los valores individualistas o primar los valores colectivos.
Existen incluso casos como los del epidemiólogo sueco Jonas F. Ludvigsson, que se vio forzado a dejar su trabajo y su participación en debates sobre el COVID-19 debido al alud de críticas y formas de acoso sufrido a raíz del rechazo que muchas personas sentían por los resultados de sus investigaciones sobre el coronavirus. Esta sensación de presión social hace que algo tan sencillo como opinar sobre la gestión de la pandemia o incluso reivindicar los propios intereses sea visto como una posible fuente de ansiedad.
3. Ansiedad a causa de la inestabilidad económica
Cuando nos sentimos más vulnerables, somos más propensos a desarrollar un elevado estado de ansiedad. Si este se mantiene alto durante largos períodos, además, aparecen alteraciones psicológicas que nos dañan emocionalmente.
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4. Miedo por la propia integridad física y la de los seres queridos
El miedo a contagiarse o a contagiar puede mantenerse durante meses, lo cual hace mella en la propia salud mental y contribuye a que el estrés y la ansiedad sigan dando lugar a problemas a través de un efecto en cadena: problemas de concentración, falta de sueño, irritabilidad, etc.
5. Facilidad de caer en el auto-abandono
La mezcla de ansiedad y pérdida de vida social lleva a muchas personas a dejar de lado hábitos de higiene y de alimentación correcta: disminuyen los incentivos para tener una buena imagen y mantenerse en forma y pasa a tener prioridad la necesidad de aliviar el malestar mediante atracones, hábitos de ocio que puedan ser realizados de manera pasiva y sin esforzarse, etc.
Efectos a nivel profesional
En cuanto al ámbito del trabajo y de las carreras profesionales, cabe destacar los siguientes efectos psicológicos.
1. Incertidumbre acerca del futuro laboral
Al miedo a perder la fuente de ingresos hay que sumarle la incertidumbre acerca de lo que hay que hacer para no encontrarse en una situación de desprotección económica. Esto puede plasmarse en rumiación psicológica: pensamientos intrusivos acerca de aquello que nos preocupa o acerca de aquella decisión que debemos tomar y que aplazamos una y otra vez.
2. Problemas para concentrarse
Es muy complicado centrarse en el aquí y ahora si en la parte trasera de nuestra mente notamos una multitud de motivos por los que estar preocupados. A causa de esto, disminuye el rendimiento laboral y aparecen nuevos problemas que se van acumulando.
3. Aparición de un clima laboral más tenso
Los contextos de crisis económicas favorecen la aparición de climas laborales en los que prima la hiper-competitividad y el miedo a quedarse sin nada a corto o medio plazo, lo cual a su vez predispone a que surjan conflictos entre los trabajadores o socios.
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