El encuadre terapéutico, o a veces llamado contrato terapéutico, representa un acuerdo mutuo entre el paciente y el terapeuta, que establece las bases y límites del trabajo conjunto.
Aquí se hace explícito lo que es aceptable y lo que no lo es para ambas partes. Esto brinda la estabilidad y previsibilidad necesarias para explorar las problemáticas del paciente con seguridad.
Los estados del Yo desde el Análisis Transaccional
Un enfoque desde donde podemos mirar la importancia del encuadre terapéutico es el llamado Análisis Transaccional. Se trata de un marco teórico desarrollado por Eric Berne en la década de 1950, que ofrece una perspectiva para comprender cómo las personas se comunican, se relacionan y desarrollan su personalidad. Pues bien, un concepto central en el Análisis Transaccional es el "estado del Yo". Según esta teoría, cada individuo tiene tres posibles estados del Yo:
- El Padre: representa las actitudes, valores y comportamientos internalizados de las figuras parentales y autoridades.
- El Adulto: Es el estado del yo racional y objetivo, que procesa información de manera lógica y busca soluciones prácticas.
- El Niño: Es el estado del yo emocional y experiencial, donde residen las emociones, recuerdos y patrones de comportamiento aprendidos desde la infancia.
Toda interacción humana la podemos revisar tomando en cuenta en qué estado del yo está cada uno, y en Encuadre no es la excepción. El encuadre terapéutico no debería provenir desde una dinámica Padre-Niño. Eso sería que el terapeuta se ponga en el lugar de un padre que pone las reglas y el paciente en el lugar de un niño a quien le ponen reglas.
Es importante que el encuadre terapéutico sea definido desde una interacción del tipo Adulto-Adulto. Es un acuerdo que la parte adulta del paciente y la parte adulta del terapeuta aceptan como necesario para optimizar el trabajo juntos. De esta manera, el encuadre busca empoderar al paciente, permitiéndole dirigir su vida de acuerdo con sus valores. Además si se trata de dos adultos que toman un acuerdo, este puede ser adaptado y replanteado a lo largo de la terapia, ajustándose a las necesidades y avances del paciente.
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Motivos por los que el encuadre terapéutico es clave en Psicología
Algunos aspectos que suelen formar parte del encuadre terapéutico incluyen el valor de las sesiones, las formas y plazos de pago, la duración de las sesiones, la comunicación entre paciente y terapeuta fuera de ellas, retrasos, con cuanta anticipación se puede cancelar o cambiar una hora sin que esta sea cobrada, entre otros.
Estos son cuatro aspectos fundamentales por los que el encuadre es necesario e importante:
1. Estructura y claridad
La terapia es un proceso de exploración del mundo interno y de autoconocimiento, en donde es esperable encontarse con asuntos no resueltos, experiencias no elboradas, traumas, memorias dolorosas y otros temas con alta carga emocional. Todo eso puede vivirse a veces como algo caótico. El encuadre terapéutico, por su parte, establece parámetros claros, dando predictibilidad. Esto actúa como un contrapeso al aspecto relativamente impredecible del mundo emocional. Contar con una estructura estable también puede dar tranquilidad al paciente y reducir los niveles de ansiedad asociada a la terapia.
2. Protección mutua
El encuadre no representa rigidez ni desconfianza, sino una forma de proteger tanto al paciente como al terapeuta. Este acuerdo brinda una constancia y un espacio seguro para el desarrollo del proceso terapéutico.
Tener reglas explícitas que definen lo que puede suceder en la relación terapéutica previene la explotación real o percibida de cualquiera de las partes. Si no hay un encuadre terapéutico claro, y el paciente siente la necesidad de hablar con su terapeuta cada vez que se siente solo o que está lidiando con emociones difíciles de manejar, el terapeuta podría sentirse explotado, y limitado en su vida personal por las llamadas del paciente.
Es un caso diferente si el paciente y el terapeuta tienen un acuerdo explícito que especifique formas de comunicación de tipo S.O.S. En este escenario, no hay explotación, pues se está jugando dentro de las reglas acordadas.
Otro ejemplo: imaginemos que el terapeuta decidiera que no se siente de buen humor y que por lo tanto le informara al paciente que la sesión sólo durará la mitad del tiempo. En este caso, el paciente se puede sentir explotado o no tratado de manera justa, especialmente si no estuviera claro cuánto dura la sesión. Además de proteger a paciente y terapeuta, el encuadre protege la relación, pues se evitan situaciones ambiguas que pueden dañar el vínculo y la confianza, en cuyo caso el éxito de la terapia es poco probable.
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3. Profundidad en la terapia
Los límites bien establecidos permiten un trabajo terapéutico más profundo y significativo, salvaguardando la relación terapéutica y brindando mayor libertad al paciente y al terapeuta. Además puede ser un espejo para ver nuestros puntos ciegos. De esta manera se estimula la toma de reponsabilidad. El encuadre puede ser una experiencia correctiva. Se trata de jugar un juego dentro de las reglas acordadas. Todo esto implica hacerse responsable de los propios actos, lo cual en muchos casos puede ser algo nuevo.
Pongamos por caso un paciente que actúa de manera desorganizada en su vida, y falta a sus compromisos. Es probable que esto se refleje en la terapia, por ejemplo, olvidando que tenía sesión y, en consecuencia, ausentarse. Si el encuadre de su terapia implica que las sesiones a las que falta sin aviso se pagan, el hecho de pagar por esta sesión a la que no asistió puede funcionar como un estímulo para ser mucho más cuidadoso en una siguiente ocasión. Esto no sucedería si el terapeuta fuera “comprensivo” e hiciera la vista gorda cada vez que esto sucede, lo cual sería contra-terapéutico, y acabaría reforzando y apoyando en el paciente una manera disfuncional de operar en las relaciones interpersonales.
4. Correctivo respecto a los límites
El encuadre puede ofrecer una instancia de “límites saludables”, en el contexto de la relación terapéutica. Aquello puede ser especialmente significativo para aquellos pacientes que han experimentado historias personales de límites no respetados o inexistentes.
En el mismo ejemplo citado más arriba, el hecho de que se considere pagada una sesión que no se llevó a cabo no es un castigo, sino un borde, un límite a lo que es permisible dentro de una relación. Cuando estos bordes están claramente definidos y se hacen respetar de manera amable y empática, se obtiene un modelo, una pauta, un referente acerca de lo que significa poner y respetar límites en las propias relaciones interpersonales del paciente.
Yidaki Antonio Valenzuela
Yidaki Antonio Valenzuela
Psicólogo Clínico
Conclusión
En definitiva, cualquier violación al encuadre es una pista útil, que revela aspectos importantes del terapeuta, el paciente o de la relación entre ambos. Algunos ejemplos de transgresión puede ser que las sesiones se extiendan varios minutos más del tiempo acordado, que el paciente intente comunicarse con el terapeuta en horarios o por medios distintos a los acordados, o que cancele las citas con menos anticipación de la que está definida en el encuadre. Estas situaciones deberían ser abordadas en terapia, o bien en la supervisión del terapeuta, proporcionando un camino hacia el auto-descubrimiento, autoconocimiento y toma de responsabilidad.