El sueño es un proceso fundamental para el ser humano y el resto de animales, ya que permite que el organismo descanse y se repare. Pasamos una gran parte de nuestra vida durmiendo, y no hacerlo correctamente puede tener efectos notorios sobre nuestras capacidades.
Pero, en ocasiones, incluso aunque nuestra actividad mental y nuestras ondas cerebrales están principalmente en proceso de sueño, nuestro cuerpo no lo está tanto ya que no ha terminado de desactivarse y realiza movimientos aún si estos no son conscientes.
Es lo que ocurre en el sonambulismo o en la jactatio capitis nocturna, siendo esta última la alteración del sueño de la que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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La jactatio capitis nocturna: descripción de esta parasomnia
Recibe el nombre de jactatio capitis nocturna una alteración del sueño la cual se caracteriza por la aparición de balanceos, golpeteos y movimientos rítmicos e involuntarios de la cabeza, y a veces de la totalidad del cuerpo. En ocasiones aparecen también gruñidos o emisión de sonidos inconexos.
En muchos aspectos, los síntomas de la jactatio capitis nocturna disminuyen la calidad del sueño y dificultan la posibilidad de descansar lo suficiente; en algunos casos, incluso da lugar a lesiones.
Síntomas
Como parasomnia que es, supone la existencia de conductas anómalas durante el sueño las cuales se realizan sin que el afectado tenga conciencia de ello y sin que ello les provoque un despertar.
En el caso de la jactatio capitis nocturna los movimientos realizados suelen ser suaves, aunque en ocasiones pueden ser bruscos y violentos y tener como consecuencia golpes y lesiones, sin que por ello llegue a despertarse quien lo sufre. Estos episodios suelen durar alrededor de un cuarto de hora, y la media es de alrededor de 60 o 70 movimientos por minuto.
Está alteración aparece durante la infancia y se presenta por lo general entre los seis meses y los cuatro primeros años de vida, aunque es más usual entre los nueve meses y los dos años. A pesar de que no es frecuente, esta parasomnia puede presentarse o persistir en la adolescencia o en ocasiones hasta la adultez. Puede aparecer tanto en niños como en niñas.
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Causas
Las causas de estos movimientos no está totalmente claros, pero se ha sugerido que tienen la función de aliviar la ansiedad, imitar el movimiento de balanceo para relajarse y facilitar el sueño o simplemente como una fuente de gratificación.
Algunas teorías proponen que en algunos casos puede aparecer en presencia de una etapa vital en que el niño se sienta tenso y frustrado. También puede surgir debido a una privación de estimulación afectiva, o bien como una conducta aprendida y condicionada en la que el niño adquiere el balanceo como método de tranquilización (al vincularlo con el balanceo de la cuna o de los padres).
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Mi hijo lo tiene: ¿debo preocuparme?
La existencia de este tipo de parasomnia suele generar un profunda preocupación en los padres, a menudo ante el miedo de que el niño o niña pueda tener algún problema neurológico o estar sufriendo algún tipo de brote epiléptico.
A pesar de que algunos de los movimientos realizados durante el sueño pueden parecerse a la epilepsia en aquellos casos en que los movimientos son violentos, lo cierto es que la jactatio capitis nocturna no implica una alteración neurológica y de hecho no se observan alteraciones a nivel de ondas o funcionamiento cerebral. Ahora bien, no está de más realizar una valoración al respecto ya que la presencia de estas podría favorecer este tipo de problemática
La jactatio capitis nocturna es por lo general una afectación del sueño inocua y que no genera daños por sí misma a quien la padece, si bien resulta recomendable tener la precaución de colocar una barrera en la cama para evitar caídas o vigilar que no hayan esquinas o elementos con los que el niño pueda golpearse y lesionarse.
El pronóstico es positivo y por norma general se trata de un tipo de parasomnia que desaparece tras unos meses, aunque puede llegar a durar años e incluso perdurar hasta bien entrada la adultez (si bien esto último es poco habitual).
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Tratamiento de esta alteración
Si bien generalmente la jactatio capitis nocturna desaparece por sí sola con el tiempo y no supone un riesgo para la salud, en ocasiones puede recurrirse a diferentes opciones de tratamiento, especialmente cuando los movimientos son especialmente virulentos y generan golpes con paredes y objetos o son muy frecuentes.
Cabe tener en cuenta analizar en primer lugar si existe algún tipo de elemento ambiental que pueda estar generando estrés al niño o valorar si recibe suficiente o excesiva estimulación que lo frustren o provoquen la necesidad de tranquilizarse.
En lo que respecta al problema en sí, a nivel psicológico puede aplicarse un método similar al del pipi-stop de los casos de enuresis nocturna y basado en el condicionamiento: se coloca una alarma o un dispositivo lumínico que se active cuando el menor empiece a realizar los movimientos. Esto, aunque ligeramente aversivo, despertará al menor e interrumpirá el movimiento y con el tiempo el niño dejará de vincular el movimiento a la tranquilización. En ocasiones también se puede considerar adecuado emplear fármacos, siempre bajo prescripción médica, como por ejemplo benzodiacepinas o antidepresivos tricíclicos.