Estamos de pie, hace mucho calor, acabamos de hacer un ejercicio intenso… de repente nos sentimos débiles, mareados, empezamos a ver solo vemos puntos rojos o azules hasta que finalmente caemos al suelo, perdiendo la conciencia durante unos segundos. Esto es un ejemplo de lo que ocurriría si estuviésemos sufriendo un síncope o desmayo.
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Definiendo síncope
El síncope o desmayo se define como un episodio transitorio de pérdida de conciencia, la cual sucede de forma brusca e inesperada debido a un descenso del flujo cerebral al cerebro y cuyo origen puede encontrarse en una gran cantidad de causas.
Se trata de un síntoma frecuente en todo tipo de población que no tiene porqué reflejar un trastorno, si bien en algunas ocasiones puede indicar o venir dado por la presencia de patologías coronarias o trastornos metabólicos.
Generalmente se puede encontrar en primer lugar una serie de síntomas que avisan al organismo de que algo no funciona bien antes de perder la conciencia, de manera que podemos encontrar que los síncopes suelen actuar a lo largo de dos momentos.
La pérdida de conciencia suele ser corta, pudiendo ser casi imperceptible y durar unos pocos segundos o bien unos minutos. Sin embargo, en condiciones extremas en el que las causas de la pérdida de conciencia son patologías graves, esta pérdida puede de conciencia puede reflejar la entrada en coma o incluso culminar con la muerte del paciente.
Sus dos fases
Como hemos visto, si bien puede ocurrir que la pérdida de conciencia sea repentina, en una gran cantidad de casos la persona que padece un síncope no pierde la conciencia sin más, sino que presenta una serie de síntomas previos a su desplome que avisan al individuo de que algo está ocurriendo. Es por ello que podemos hablar del síncope propiamente dicho y el presíncope.
Presíncope
El presíncope se define como el conjunto de síntomas que ocurren previamente a que el sujeto pierda la conciencia. En estos momentos previos el sujeto experimenta una profunda sensación de mareo, malestar gastrointestinal, alteraciones en la percepción térmica y la sensación de debilidad muscular.
Uno de los síntomas más habituales es la visión en túnel que se va haciendo cada vez más borrosa mientras que se perciben puntos de luz (cuyo color puede variar según la persona). Es frecuente tener cefalea y romper a sudar en profusión.
Dependiendo del caso, es posible que no acabe aparecer la pérdida de conciencia completa si la persona consigue reposar, tranquilizarse o resolver el motivo que le ha llevado a esa situación.
Síncope
El síncope propiamente dicho ocurre cuando el sujeto pierde la conciencia, es decir, cuando se desmaya. En esta situación se da una hipotonía muscular total o casi total que propicia que el sujeto caiga al suelo si no está agarrado o apoyado en algún sitio, junto a la pérdida temporal de la conciencia. Las pupilas se dilatan y se enlentece el pulso.
Tipos de síncope
Como hemos dicho, las causas por las que puede darse un síncope pueden ser múltiples y variables. Concretamente podemos encontrar tres grandes grupos en función de si estamos ante síncopes producidos por alteraciones cardíacas u otro tipo de causas, siendo este último grupo el más frecuente.
Síncopes cardiogénicos
Los síncopes de origen cardíaco suelen ser el tipo de síncope más peligroso y potencialmente mortal, debido a que la pérdida de conciencia se origina en una alteración del organismo a nivel cardiovascular.
Este tipo de síncopes pueden provenir del bloqueo o aceleración de aurículas o ventrículos o de las diferentes venas y arterias. Así, pueden ocurrir en casos de arritmia tales como taquicardias y bradicardias, y cardiopatía estructural
Síncopes por hipotensión ortostática
Este tipo de síncopes se trata de episodios de pérdida de conciencia que pueden ser también potencialmente peligrosos. En este caso se produce una reducción de la tensión ortostática o la capacidad para regular la presión arterial.
Suele producirse ante episodios de hipoglucemia (desnutrición o diabetes suelen ser causas de este tipo de síncopes), deshidratación, pérdida de sangre debido a hemorragia o consumo de determinados fármacos o sustancias. Deben tratarse sus causas con gran rapidez o de lo contrario puede peligrar la vida del sujeto.
Síncopes reflejos o neuromediados
Se trata del tipo de síncopes más habituales y conocidos, presentes en la mayor parte de la población sin que medie por ello ninguna patología conocida.
En ellos destaca el síncope vasovagal, el cual proviene de la estimulación del nervio vago generalmente debido a situaciones como una elevada temperatura, estar de pie o hacer movimientos demasiado rápidos, dolor físico, ansiedad o la vivencia de emociones o situaciones extremas. También es frecuente el síncope situacional, el cual se vincula a una situación concreta.
Tratamiento
El síncope o desmayo por lo general es una alteración transitoria en la que quien lo sufre acaba por recuperarse sin ningún tipo de secuela. Sin embargo es necesario establecer cuáles han sido las causas, especialmente en pacientes con problemas cardíacos previos. De hecho, un síncope repentino por causas cardiacas podría ser síntoma de un fallo cardíaco y terminar con la muerte del paciente.
En los casos no derivados de problemas cardíacos, el tratamiento a aplicar puede cambiar en función de su causa concreta. Muchos de ellos son producidos por bajones de tensión que no suponen peligrosidad y tienen recuperación espontánea, como los producidos por reacciones vasovagales.
Sin embarg,o en ocasiones pueden ocurrir como consecuencia de condiciones peligrosas como una hipoglucemia en personas con diabetes. En este caso es imprescindible el rápido consumo de azúcar o algún alimento o bebida que lo contenga antes de que se produzca la pérdida de conciencia, así como hidratación y reposar durante unos momentos, mirándose el nivel de azúcar en sangre.
Remedios
En caso de pérdida de conciencia puede ser necesaria la administración de glucagón (que no insulina, de la cual suele ser la inyección que llevan los afectados por este trastorno metabólico, puesto que tendría un efecto contrario y perjudicial) por parte de los servicios médicos o un conocido o allegado que conozca la cantidad a administrar.
En los casos que se deban a una alta ansiedad se recomienda evitar la situación estresante temporalmente, aunque si es recurrente podría ser recomendable hacer tareas que permitan la progresiva habituación y adaptación a la situación ansiógena. También pueden usarse tranquilizantes y betabloqueantes en caso necesario. Si se da en ancianos y ante cambios de posición, se recomienda el uso de medias de compresión que puedan ayudar a regular el flujo sanguíneo.
En el caso de las afecciones cardíacas se precisa de la rápida intervención de los servicios médicos, quienes realizarán el tratamiento más adecuado según la causa concreta. Esta puede ir desde la administración de anticoagulante, de un desfibrilador, la realización de cirugía o la implantación de un marcapasos.
Referencias bibliográficas:
- Moya, A.; Rivas, N.; Sarrias, A.; Pérez, J. & Rova, I. (2012). Síncope. Rev. Esp. Cariol. vol.65, 8. Barcelona.
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- Gutiérrez, O. (1996). Síncope: Diagnóstico y tratamiento. Rev. Perú Cardiol.; XXII (1): 30-38.