La psiquiatría no siempre ha sido un ámbito de trabajo controvertido, pero lo que está claro es que siempre ha tenido un efecto directo sobre las vidas de muchas personas. Es por eso que, especialmente en la primera mitad del siglo XX, empezó a cuestionarse de manera enérgica el modo en el que las instituciones de salud gestionaban el trato dado a personas con trastornos mentales.
Uno de los representantes de esta corriente de reivindicaciones fue Ronald David Laing, un controvertido psiquiatra escocés que dedicó buena parte de su vida a cuestionar los límites de la psiquiatría y de la locura como concepto.
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¿Quién fue R. D. Laing? Breve biografía
R. D. Laing nació en Glasgow en el año 1927. Estudió medicina en la misma ciudad y, después, trabajó como psiquiatra en el ejército británico, lugar en el que se interesó por investigar acerca del papel del estrés en la salud mental.
En el año 1965. R. D. Laing abrió la Philadelphia Association, una institución que ofrece formación a profesionales de la salud mental y, a la vez, tratamiento a pacientes. Además, abrió un proyecto en el que terapeutas y pacientes convivían.
El objetivo que Laing se fijó consistía en hacer presión por que la psiquiatría adoptase un enfoque mucho más humanista en el que se considerasen también los aspectos culturales y psicosociales de la experiencia del trastorno mental. Sin embargo, a la hora de proponer alternativas, tan solo pudo indicar las direcciones en las que se podía avanzar, sin llegar a desarrollarlas.
La teoría de la locura de R. D. Laing
Laing creía que no existe una frontera categórica que separe la cordura de la locura. Este principio se oponía a la práctica psiquiátrica de la época, que hasta bien entrado el siglo XX consistía en parte en hacinar a pacientes en centros psiquiátricos con pocos medios; fundamentalmente, se intentaba aislar a las personas con trastornos mentales del resto de la población, un modo de ocultar un problema social, a la vez que se les medicaba para tratar de forma simple problemas que, según se entendía, eran individuales y no colectivos.
Por otro lado, esa idea según la cual la locura y la normalidad forman parte de un mismo espectro casaba bien con la propuesta teórica del psicoanálisis. Sin embargo, la corriente iniciada por Sigmund Freud también presentaba ideas que a ojos de los defensores de la antipsiquiatría son limitantes, ya que establece un fuerte determinismo en el que la influencia ambiental del pasado nos condiciona y prácticamente nos obliga a proteger nuestra consciencia de pensamientos y recuerdos que pueden hacer que toda nuestra vida mental entre en fuertes crisis de forma periódica.
Así pues, la teoría de los límites de la locura de R. D. Laing fue diferente tanto de la psiquiatría hegemónica como del psicoanálisis.
Contra la estigmatización de la enfermedad
Laing señaló que, aunque la enfermedad mental siempre ha generado estigmatización, el modo en el que la psiquiatría trata a los pacientes también puede alimentar y perpetuar esa despersonalización y menosprecio.
Para este psiquiatra, por ejemplo, la esquizofrenia, siendo la grave enfermedad mental que todos conocemos, no es tanto un problema interno de la persona como una reacción comprensible ante hechos que no es posible aceptar, que resultan demasiado perturbadores. De ese modo, para conocer bien el trastorno hay que conocer el filtro cultural a través del cual la persona experimenta su vida.
Es decir, que según la teoría de Laing el trastorno mental no es más que una expresión de angustia, algo ligado a las vivencias propias y no de fallos que solo pueden ser explicados examinando el cerebro. Por eso es necesario estudiar las dinámicas sociales y culturales, el modo en el que el ambiente afecta a la persona.
Las ideas de Laing llevan a pensar que la psicosis es, en realidad, los intentos de expresarse de la persona con trastornos de tipo esquizofrénico, y que por consiguiente no son en sí algo malo, algo que merezca la exclusión de esa persona por parte del resto de la sociedad.
Psicoterapia sin fármacos
Como para R. D. Laing el trastorno no tiene una causa originaria en el cerebro, sino en la interacción, no tiene sentido basar las intervenciones terapéuticas en la medicación y el uso de psicofármacos. Esta fue una idea muy extendida dentro de los defensores de la antipsiquiatría, y él la defendió con vehemencia. Como sustitutivo, Laing intentó realizar iniciativas para comprender los simbolismos que quedan expresados a través de los síntomas del trastorno mental.
Esta aproximación fue polémica, ya que significaría dejar sin alivio a muchos pacientes a cambio de aplazar su solución hasta que se comprendiese la lógica interna de su problema.
Por otro lado, las ideas de Laing siguen siendo seriamente cuestionadas hoy en día, ya que no hay evidencias de que en los trastornos mentales haya causas que operen de forma simbólica. Sin embargo, la presión que tanto él como sus colegas de la antipsiquiatría realizaron para mejorar las condiciones de vida de los pacientes sí ha dado sus frutos, y actualmente la psiquiatría dispensa un trato mucho mejor a estas personas.