Terapia de Solución de Problemas: funcionamiento y características

Esta terapia propuesta por D’Zurilla y Goldfried optimiza el modo de resolver de problemas.

Terapia de Solución de Problemas
Una propuesta para atender a los pacientes de un modo característico.Unsplash.

En muchas ocasiones los problemas resultan ser una fuente de estrés que reduce nuestro bienestar personal. Para solventarlos, nació en 1971 la Terapia de Solución de Problemas, el modelo más aceptado de resolución de problemas en psicoterapia, formulado por D’Zurilla y Goldfried.

Esta es un tipo de terapia orientada a que el paciente aprenda a identificar su problema y a crear estrategias efectivas para resolverlo, a través del aprendizaje de una serie de habilidades, mientras el terapeuta le asesora en su puesta en práctica. Vamos a ver qué fases propone la terapia y en qué consiste cada una.

Terapia de Solución de Problemas: características

La terapia de D’Zurilla y Goldfried nace de las influencias de modelos anteriores como el modelo de competencia social, la aproximación cognitivo-conductual, el Modelo Transaccional del estrés y el interés por la creatividad.

Según los autores, el término "solución o resolución de problemas'' implica aquellos procesos cognitivos o manifiestos que ofrecen una variedad de respuestas alternativas eficaces para afrontar una situación problema. Dichos procesos incrementan la probabilidad de seleccionar entre ellos el más efectivo.

Así, se trata de un proceso cognitivo-afectivo-conductual a partir del cual la persona intenta identificar o descubrir una solución o respuesta de afrontamiento eficaz para un problema particular. Este concepto fue abordado por D’Zurilla y Goldfried en 1986/1993 y también por D’Zurilla y Nezu en 2007.

Por otro lado, cabe mencionar que las respuestas emocionales pueden facilitar o inhibir la ejecución de la resolución de problemas, dependiendo de algunas variables.

Habilidades de solución de problemas

La Terapia de Solución de Problemas está formada por tres tipos diferentes de habilidades: generales, específicas y básicas. Vamos a verlas:

1. Generales

Son habilidades de orientación al problema, y se utilizan en la primera fase de la terapia (fase de orientación al problema), como veremos más adelante. Se trata de cogniciones generales como percibir el problema, atribuirle una causalidad, valorarlo y comprometerse con él.

2. Específicas

Se trata de las habilidades “intermedias” que utiliza el paciente (entre las generales y las básicas), y se ponen en práctica en situaciones muy concretas.

3. Básicas

Son las habilidades más específicas en solución de problemas, y se utilizan en las fases siguientes a la primera, para definir el problema, generar alternativas, tomar una decisión, aplicar la solución y comprobar su utilidad.

Etapas de la terapia

La Terapia de Solución de Problemas se divide en cinco etapas, cada una de las cuales se compone por alguno/s de los tres tipos de habilidades comentados. Estas etapas son:

1. Orientación hacia el problema

Se trata de aceptar los problemas que uno tiene, y se centra en la importancia de reconocerlos y no huir, manteniendo una actitud positiva hacia ellos. En esta etapa es muy importante el componente motivacional. Las variables más importantes en esta fase son cuatro:

  • Percepción del problema (reconocimiento y etiquetación).
  • Atribución causal del problema (influye en su valoración).
  • Valoración del problema (control personal; significado para el bienestar social y personal).
  • Compromiso de tiempo/esfuerzo y control personal

Estas variables son a su vez las habilidades generales que se utilizan en esta fase, consistentes en cogniciones generales de orientación al problema.

2. Definición y formulación

En esta fase de la Terapia de Solución de Problemas se remarca la importancia de definir bien el problema; según los autores, si el problema está bien definido la mitad del mismo está resuelto. Las variables o pasos de esta etapa son:

  • Recoger información relevante sobre el problema (tipo o naturaleza).
  • Establecimiento de una meta realista.
  • Reevaluación de la importancia del problema.

Aquí se utilizan las habilidades básicas, que son las más específicas en solución de problemas. Concretamente, en esta etapa se utilizan las habilidades de sensibilidad hacia los problemas y toma de perspectiva, que posibilitan definir y formular el problema adecuadamente.

3. Generación de alternativas

En esta etapa se plantean tres principios derivados de la producción divergente de Guidford y del método de la tormenta de ideas de Osborn. En esta etapa se utilizan también habilidades básicas.

Los tres principios que se plantea en esta fase son:

3.1. Principio de cantidad

Cuantas más ideas se propongan, mejor, y también más probable será que alguna de ellas sea útil o efectiva.

3.2. Principio de aplazamiento del juicio.

Una persona generará mejores soluciones si no tiene que evaluarlas ese mismo momento.

3.3. Principio de variedad

Cuanto más variadas sean las ideas, mejor, y más probabilidades de que alguna sea efectiva.

4. Toma de decisiones

Aquí se seleccionan la mejor o las mejores propuestas o ideas, en función de consecuencias que se anticipan; después se evalúan los resultados y se planifica la ejecución de las ideas o estrategias propuestas.

Como en las fases anteriores, aquí también se utilizan habilidades básicas de solución de problemas; concretamente tres: el pensamiento alternativo (pensar en alternativas), el pensamiento medios-fin (pensar en medios para llegar a los objetivos) y el pensamiento consecuencial (pensar en las consecuencias de las soluciones planteadas).

5. Ejecución y verificación

Finalmente, en la última fase de la Terapia de Solución de Problemas se evalúa el resultado y la efectividad de la solución elegida en la situación problemática real. Esta fase está formada por cuatro componentes o subfases:

  • Ejecución: se pone en práctica la solución.
  • Autoobservación: se observa la propia conducta y sus resultados.
  • Autoevaluación: se compara el resultado obtenido con el resultado predicho.
  • Autorreforzamiento: se refuerza la propia conducta o ejecución.

Referencias bibliográficas:

  • Bas, F. (1992). Las terapias cognitivo-conductuales: una segunda revisión crítica. Clínica y Salud, COP Madrid, 3(2).
  • Feixas, G; Miró, T. (1993). Aproximaciones a la psicoterapia. Una introducción a los tratamientos psicológicos. Ed. Paidós. Barcelona.
  • Bados, A. y García, E. (2014). Resolución de problemas. Facultat de Psicología, Universitat de Barcelona, 1-34.

Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

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