Dormir no es algo que hacemos por placer: es una necesidad fisiológica tan importante y necesaria como cualquier otra. Se ha demostrado científicamente que mientras dormimos el organismo está haciendo tareas de “recuperación y mantenimiento”. Por ello, la falta de sueño puede tener importantes consecuencias que interfieren en el bienestar de las personas.
Aunque suelen destacarse la irritabilidad, la falta de concentración y el cansancio, entre otras, los problemas nocturnos pueden ser más graves todavía. Existe un trastorno del sueño que se encuentra en el centro de las investigaciones actuales por su posible relación con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Recientemente han sido publicadas dos investigaciones internacionales que aportan información realmente interesante y novedosa sobre el tema. A lo largo de este artículo explicamos detalladamente qué es el trastorno de conducta del sueño REM y cuáles son los hallazgos que se han encontrado en dichos estudios.
¿Qué es el trastorno de conducta del sueño REM?
El sueño no es un proceso lineal, sino que pasamos por diferentes etapas que se dividen en sueño no REM (nREM) y sueño REM. Dentro del primer grupo, el sueño no REM, hay tres fases que corresponden con la transición de estar despiertos a dormir profundo, pasando por un sueño ligero previamente.
La fase REM –conocida así por sus siglas en inglés, que se traducen como movimiento ocular rápido– es la fase más activa del cerebro, en la que los ojos se mueven rápidamente y los sueños son más vívidos. Durante esta fase, crucial para la consolidación de la memoria y el aprendizaje, el cuerpo no puede moverse y, de esta forma, se evita que “actuemos” los sueños.
Sin embargo, el trastorno de conducta del sueño REM –también conocido como TCSR o RBD por sus siglas en inglés– se caracteriza porque precisamente esta parálisis que habitualmente acompaña al sueño REM está parcial o completamente ausente. En otras palabras, la inhibición del tono muscular falla y esto lleva a que la persona hable, grite y mueva mucho el cuerpo llegando incluso a golpear o dar patadas durante la fase de los sueños vívidos.
A nivel clínico, se suele distinguir entre el RBD secundario a una enfermedad neurológica conocida y el RBD “aislado” (iRBD) en el que no hay una causa neurológica clara. Este último caso es el que ha suscitado el gran interés a nivel científico puesto que se ha observado que un elevado porcentaje (90%) de personas que tienen este trastorno acaba desarrollando una enfermedad neurodegenerativa.
¿Cómo se relaciona este trastorno del sueño con las enfermedades neurodegenerativas?
La relación entre las enfermedades neurodegenerativas y el trastorno de la conducta del sueño REM es una asociación que se ha estudiado de forma amplia. Existen diferentes estudios que demuestran que las personas con iRBD presentan un elevado riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson o demencia con cuerpos de Lewy.
Lo novedoso que aportan estos estudios liderados por la Universidad de Montreal es que han encontrado biomarcadores que permiten comprender e incluso podrían ayudar a predecir cuál será el curso de evolución de las personas que presentan el trastorno de la conducta del sueño REM.
En otras palabras, estos biomarcadores podrían ayudar a revelar qué tipo de enfermedad se está desarrollando incluso antes de que aparezcan síntomas clínicos apreciables.
El sistema de “limpieza” que falla
En el primer estudio, dirigido por V. Ayral, se reclutó a 428 participantes de Canadá, Estados Unidos, Francia, Chequia y Reino Unido. Se les examinó el sistema linfático del cerebro que, aunque quizá no es el más conocido, tiene una función fundamental. Este sistema actúa como una red que permite eliminar los desechos del metabolismo y las proteínas tóxicas del cerebro que se asocian con la neurodegeneración durante el sueño.
Este mecanismo es esencial para mantener las neuronas sanas. De hecho, cuando se dan alteraciones en la red, se acumulan sustancias perjudiciales para el cerebro que se asocian con el desarrollo del Parkinson y otras enfermedades.
Mediante técnicas avanzadas de resonancia magnética, los investigadores monitorizan la circulación de fluidos en determinadas áreas cerebrales. En este caso, analizaron el cerebro de 250 personas con iRBD y 178 sujetos control –sanos– durante unos 6 años.
Los resultados señalaban que el cerebro de estas personas ya mostraban signos de fallo en el sistema de “limpieza”. Más concretamente encontraron que las personas con iRBD mostraban:
- Una menor eficiencia del sistema linfático que los sujetos sanos.
- Los pacientes con una menor circulación de fluidos en el hemisferio izquierdo del cerebro tenían 2,4 veces más probabilidades de desarrollar Parkinson posteriormente, aunque no se observó este vínculo con la demencia de los cuerpos de Lewy.
El daño temprano en el “centro de la atención” del cerebro
El segundo estudio, liderado por C. Haddad, se centró en 438 participantes de los mismos países que en el primer estudio mencionado. En este caso, el objetivo era predecir la aparición de la demencia de los cuerpos de Lewy, que combina síntomas similares a los del Alzheimer y los del Parkinson.
En este caso, los investigadores se centraron en el núcleo basal de Meynert, una estructura cerebral implicada en procesos cognitivos como la atención, la memoria y la percepción. Midieron la cantidad de “agua libre” —agua que no está ligada a las células, sino que circula libremente entre ellas— existente en esta zona. Se sospecha que cuanta más “agua libre”, más sospecha de daño en el tejido nervioso que hay alrededor.
Gracias al seguimiento realizado en una mediana de 8,4 años, los investigadores descubrieron que las personas que posteriormente desarrollaron la demencia de los cuerpos de Lewy presentaban niveles significativamente más altos de agua libre en esta área cerebral. Este tipo de estudio demostró ser más sensible en comparación con los enfoques tradicionales que se basan en el análisis de la atrofia cerebral.
¿Qué implicaciones tienen estos resultados?
Tal y como indica el equipo de investigadores, estos estudios son la mayor investigación internacional realizada con pacientes con iRBD. Tienen un gran impacto a nivel científico puesto que son la base de la cual partir para poder realizar pruebas de detección más personalizadas.
Sabiendo que el porcentaje de personas que padece iRBD y que luego va a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa es muy alto, estos hallazgos son muy importantes. Este tipo de análisis permitiría una detección temprana de la enfermedad, incluso antes de que empiecen a aparecer los síntomas.


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