La Edad Moderna comprende nada menos que tres siglos; a pesar de que, como siempre, limitar periodos es peligroso (porque nos arriesgamos a caer en absolutismos históricos), sí que es cierto que, en esta época, surgieron una serie de cambios que caracterizaron el paso del ser humano medieval al ser humano moderno.
En este artículo vamos a detenernos en el arte de la Edad Moderna más que en los aspectos históricos, aunque, obviamente, todo está relacionado. No se puede comprender la expresión artística sin el contexto histórico; por ello, examinaremos primero qué sucedió en el cambio de la Edad Media a la Edad Moderna y, posteriormente, nos centraremos en las 5 características esenciales del arte del periodo.
El contexto cultural y artístico en la Edad Moderna
Lo que se conoce como Quattrocento, es decir, el siglo XV italiano, es fundamental para comprender los cambios que se produjeron en el arte. La Italia de aquel siglo estaba formada por un mosaico de pequeños estados, a cuyo frente estaban personajes procedentes de la burguesía urbana. Estos personajes van a proteger las artes y transformarán la visión teocéntrica de la época medieval en un humanismo que será promovido por las academias filosóficas, protegidas por estos mismos mecenas.
En el ámbito artístico, se produce también un punto de inflexión con la aparición del tratado del arquitecto romano Vitruvio (siglo I a.C.) A partir de su texto, muy estudiado en la época, León Battista Alberti (1404-1472) crea sus tres tratados sobre arquitectura, escultura y pintura. Con ello, el tratadista da un paso importante hacia la intelectualización de estas disciplinas, que pasan de ser artes mecánicas (características del periodo medieval) a artes intelectuales de hombres libres.
Por otro lado, Filippo Brunelleschi (1377-1446), tras estudiar en Roma las antigüedades clásicas (entre ellas, el Panteón de Agripa), diseña la cúpula del Duomo de Florencia, que, aunque todavía tiene un planteamiento muy vinculado a la arquitectura medieval, supone un avance técnico que lo entronca con la nueva visión del mundo.
Pero el artista irá más allá, y consolidará definitivamente una de las características principales del arte de la Edad Moderna: hablamos, por supuesto, de la codificación de la perspectiva matemática, elaborada con un punto de fuga, que conlleva la creación de un espacio tridimensional que revolucionará el mundo de la pintura hasta la llegada de las primeras voces disidentes de la academia oficial, en el siglo XIX. Esta perspectiva será aplicada por primera vez en la Capilla Brancacci de la Iglesia del Carmine de Florencia por Tommaso Masaccio (1401-1428).
De Florencia a Europa
La familia Medici, desde la época de Cosme el Viejo y, sobre todo, con Lorenzo el Magnífico (1449-1492), favorecerá la creación artística y las numerosas innovaciones producidas en este ámbito. Así, los Medici harán de Florencia el centro y modelo cultural más importante del momento, que pronto será imitado por el resto de las ciudades italianas y, finalmente, acabará extendiéndose al resto de Europa.
A imitación de la familia florentina, en otros estados italianos los dirigentes emularán el mecenazgo de los Medici: los Sforza en Milán, Federico de Montefeltro en Urbino, los Gonzaga en Mantua, Segismundo Malatesta en Rímini, y así con un largo etcétera. Por otro lado, el comercio activo que existía entre los estados italianos y el territorio flamenco hace que se produzcan intercambios artísticos entre las innovaciones que se realizan en Centroeuropa, más vinculadas a la observación naturalista de la realidad, y las italianas, mucho más intelectualizadas.
Además, el interés de Italia por el mundo clásico (no sólo en las artes, sino también en la filosofía) deriva en un cambio cultural que, desde la península, irradiará hacia todo el continente durante los siglos de la Edad Moderna.
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La imprenta y la expansión de las ideas
Uno de los grandes inventos de la historia (que influyó poderosamente en la sociedad, la cultura y las artes de la Edad Moderna) es la imprenta, pues su uso permitió que las ideas alcanzaran a un mayor número de personas. Gracias a ello, la cultura del humanismo consigue expandirse en poco tiempo por toda Europa.
En el ámbito artístico hay que destacar también, en el marco de esta revolución intelectual, la utilización de las estampas, que servían para ilustrar los libros impresos. La importancia de estas estampas en el desarrollo del arte es crucial, pues no sólo difundían los contenidos intelectuales, sino también las formas artísticas. En un primer momento, la técnica que se empleó fue la entalladura (actualmente conocida como xilografía). Posteriormente, el empleo de grabados sobre planchas de cobre realizadas con buril hizo que la ilustración de los libros fuera más ágil y, por tanto, que la expansión fuera más rápida.
Desde el punto de vista religioso, la imprenta fue fundamental, porque permitió expandir las ideas del monje Martín Lutero (1483-1546). La Reforma protestante tuvo un gran éxito, especialmente en el centro de Europa, lo que provocó una reacción por parte de las monarquías, que se mantuvieron firmes en la defensa del catolicismo. Es importante este hecho, ya que, como veremos en el siguiente punto, el arte del siglo XVI y XVII de las áreas católicas estará profundamente marcado por la reacción antiluterana, conocida como Contrarreforma.
El arte como vehículo de la Contrarreforma
La visión anicónica de los luteranos hace que se produzcan levantamientos iconoclastas en los países que abrazan el cambio y que se produzca un cambio conceptual en el espacio sagrado de estos lugares. Por otro lado, la Iglesia católica reacciona a la expansión del protestantismo a través de la Contrarreforma, materializada en el Concilio de Trento (1545-1563).
La sesión XXV de este sínodo se dedicó en exclusiva al modo en que el arte debía tratar los asuntos religiosos. Esto produce una importante transformación artística, que se inicia en el Manierismo (finales del siglo XVI) y que tiene su culmen en el Barroco, durante los siglos XVII y XVIII.
¿En qué consistió el nuevo arte de la Contrarreforma católica? Conceptualmente, se pasa de un arte narrativo, que incidía en las historias (muchas veces inverosímiles) de los santos, a una representación de la imagen de la figura sagrada con sus atributos como modelo de santidad. Estas pinturas y esculturas de bulto redondo plasman una actitud declamatoria en los personajes representados, puesto que si algo caracteriza al arte Barroco es, precisamente, su teatralidad.
Además, la Contrarreforma se mantiene firme en la importancia de los sacramentos, especialmente en el de la Eucaristía, que en el arte se refleja en la exaltación de los sagrarios, las custodias y todos los elementos relacionados con el culto a la Sagrada Forma. Por otro lado, la festividad del Corpus Christi, con todos los elementos artísticos que conlleva, adquiere durante el Barroco una importancia sin precedentes.
Las 5 características esenciales del arte de la Edad Moderna
En el siglo XVI surgen una serie de artistas que beben del cambio producido en el siglo anterior. Por un lado, existe una generación que comienza a trabajar en el siglo XV (en la que se encuentran artistas como Leonardo, Botticelli, Perugino o Piero della Francesca, entre otros), y, posteriormente, nos encontramos ya con los grandes artistas del Cinquecento, como Miguel Ángel, Tiziano, Rafael, Tintoretto o Il Veronese, entre otros. De estos artistas, la escuela veneciana se va a caracterizar por una composición basada en el color, mientras que los pertenecientes a la escuela florentina y romana otorgarán mayor importancia a la línea.
Estos artistas avanzarán hacia un arte que definirá, a grandes rasgos y con evidentes matices, las características generales del arte de la Edad Moderna, que reseñamos brevemente a continuación, a modo de resumen.
1. El uso de la perspectiva matemática
Como hemos comentado anteriormente, durante el Quattrocento se producirá un descubrimiento que revolucionará la historia de la pintura y que caracterizará la producción artística de la Edad Moderna. Se trata de la perspectiva matemática, codificada por Brunelleschi y aplicada por primera vez por Masaccio.
Esta técnica consiste en establecer un punto de fuga en el que convergen todas las líneas de la composición. Con el paso del tiempo, este método evolucionó y los artistas consiguieron aplicar varios puntos de fuga en una obra.
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2. El estudio de la anatomía humana
En contraposición con el escaso valor que en la Edad Media se otorgaba al estudio de la anatomía, la nueva mentalidad humanista anima a los artistas a analizar el cuerpo, ya sea mediante la disección de cadáveres o a través de los tratados de anatomía, como el de Andrea Vesalio (1514-1564), extensamente utilizado en la época.
3. La importancia del retrato
Además, es en esta época cuando cobra una grandísima importancia el género del retrato. En la sociedad medieval nos encontramos con retratos estereotipados, ya que la importancia recaía en quién era el personaje, no en cómo era. En otras palabras, para identificar a la persona en cuestión, sólo bastaba el nombre u otros distintivos, como los de carácter heráldico.
En la Edad Moderna, esto va a cambiar radicalmente. La burguesía que se adhiere al movimiento humanista desea ser recordada con características físicas, únicas y concretas, ya que, siguiendo a Francesco Petrarca (1304-1374), la fama vence a la muerte. Por tanto, la plasmación de las facciones exactas del personaje garantiza que, tras su fallecimiento, siga siendo recordado tal y como era. Por otro lado, en el contexto de la política matrimonial, que adquiere su época de mayor esplendor en la Edad Moderna, las cortes europeas aprovecharán este género para dar a conocer a sus miembros casaderos a las demás casas gobernantes.
4. El volumen
Durante la Edad Media, lo importante era la idea que se representaba en la obra. Sin embargo, con la llegada de la nueva estética moderna, será fundamental el cómo se representa esa idea. De tal manera que, frente a la pintura plana de volúmenes sencillos del románico y el gótico, en el Renacimiento y el Barroco será fundamental el volumen realista de las figuras representadas.
5. El Clasicismo
La cultura moderna se inicia con el renacimiento de la cultura clásica; primeramente, desde una perspectiva filosófica y literaria y, más tarde, enfocada desde un punto de vista escultórico, pictórico y arquitectónico. Los artistas de la Edad Moderna estudian las ruinas, las esculturas y las pinturas romanas, además del tratado de Vitruvio, y las formas que se aplican se inspiran en estos elementos.
En este periodo, se descubren en Roma algunas obras que causaron un gran impacto, como el Laocoonte o el Torso Belvedere, que sentaron las bases de un nuevo estilo clasicista. Otro de los grandes hallazgos fue la Domus Áurea de Nerón, en Roma, donde aparecieron algunos de los pocos ejemplos de pintura romana que se conocían en aquel momento (recordemos que Pompeya y Herculano no se descubrirían hasta el siglo XVIII), y que fueron difundidos por toda Europa a través del grabado.
Pero el clasicismo imperante en la Edad Moderna no sólo se observó en las formas. También los temas pasaron a inspirarse recurrentemente en el pasado clásico que, sin olvidar la cultura cristiana, también representaba escenas de la mitología clásica y de la historia de Roma.