Puede considerarse el estreno de Sturm un Drang, una pieza teatral del dramaturgo Friedrich Maximilian Klinger (1767-1785), el tiro de salida del prerromanticismo que, a la postre, daría nombre al movimiento prerromántico alemán. Sin embargo, hacía ya algunos años que en los territorios germanos se estaba gestando una auténtica protesta contra los preceptos neoclásicos.
El Sturm und Drang alemán estaría a la cabeza del prerromanticismo durante las últimas décadas del siglo XVIII, mientras en la Europa mediterránea seguía imperando la Ilustración del llamado Siglo de las Luces. Autores como Friedrich Schiller y Johann Wolfgang von Goethe en literatura o Johann Heinrich Füssli y Caspar David Friedrich en pintura dotarán a la cultura alemana de una nueva dimensión, mucho más interesada en los aspectos emocionales del individuo.
En este artículo hablaremos del prerromanticismo, el nombre genérico que reciben las diversas manifestaciones artísticas y literarias que precedieron al Romanticismo canónico y que sentaron las bases de su estética e ideal.
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Rousseau, el precursor del prerromanticismo
Hacia la década de 1770, la Ilustración, la Aufklärung alemana (si es que en algún momento tuvo algún peso serio en el territorio) estaba obsoleta en los estados alemanes. Es entonces cuando algunos intelectuales empiezan a manifestarse en contra de las normas de la academia y el yugo que imponía a los creadores. Nacía, de esta forma, el espíritu individual del artista, la reivindicación absoluta de su yo.
Los prerrománticos se rebelan contra toda norma, sea cual sea su fuente de procedencia, que obstaculice el fluir del verdadero sentir del ser humano. En este sentido, guarda relación con las teorías del suizo Jean-Jaques Rousseau (1712-1778), en cuanto que preconiza el retorno a la naturaleza libre y sin ataduras. Aunque a menudo se incluye a Rousseau dentro de la Ilustración (más por eje temporal que por ideas), en realidad sus teorías están más cercanas al espíritu del prerromanticismo, como atestiguan sus obras La nueva Eloísa (1761) y Ensueños de un paseante solitario (1778), cuyo título no puede ser más romántico.
Goethe, el abanderado del Sturm und Drang
Goethe (1749-1832) fue uno de los líderes del movimiento prerromántico alemán, el ya citado Sturm und Drang (algo así como tormenta e ímpetu). Especialmente en su Prometeo, el poeta aprovecha el mito del titán que se rebela contra el orden impuesto por Zeus para realizar un símil con el artista que se enfrenta a las normas del clasicismo y la academia.
Las desventuras del joven Werther, obra prerromántica que, sin embargo, sigue la tradición ilustrada de las novelas epistolares, Goethe retrata al ideal de joven romántico: soñador e idealista, atado para siempre a las cumbres de lo sublime y desengañado con la vida hasta el punto de cometer un acto decididamente trágico para terminar con su amargura. La novela obtuvo un rotundo éxito en Europa (dicen que hasta el mismísimo Napoleón la llevaba consigo), e incluso en algunos lugares llegó a prohibirse por considerar que incitaba al suicidio.
El Sturm un Drang que encabezaba Goethe representaba, asimismo, la semilla de la conciencia nacional alemana. Conocida es la estrecha relación entre estas primeras manifestaciones románticas germanas y el nacionalismo, que más tarde se expandiría por el resto del continente y daría origen a las revoluciones liberales de 1830 y 1848 y a los movimientos independentistas de países como Grecia y Bélgica.
Si el neoclasicismo de la Ilustración y, sobre todo, de la Revolución Francesa, exaltaba la belleza del arte clásico, Alemania va a hacer lo propio con la denostadísima arquitectura del gótico europeo, considerada desde el Renacimiento como bárbara (de ahí el nombre que le puso Giorgio Vasari, gótica, de godos). A partir del Sturm und Drang esto cambiará, y los intelectuales alemanes empezarán a reivindicar el arte medieval como algo propio, inherente a sus orígenes como nación. El propio Goethe plasma esta idea en su obra La arquitectura gótica alemana (1772), muy probablemente influida por el filósofo Johann Gottfried Herder (1744-1803), el gran impulsor del nacionalismo alemán.
El prerromanticismo fuera de Alemania
El prerromanticismo, materializado en Alemania con el Sturm und Drang, tuvo reverberaciones en muchas artes, no sólo en el ámbito literario. En Suiza, la patria de Rousseau, encontramos a Johann Heinrich Füssli (1741-1825) quien trasladó magistralmente los preceptos de la nueva estética a sus lienzos. Una de sus obras más famosas es La pesadilla o El íncubo (1781), de la que el artista realizó varias versiones. En el cuadro vemos a una muchacha que se retuerce asustada en su lecho, víctima de un mal sueño; sobre su cuerpo podemos ver varias apariciones espectrales.
La idea del sueño y de los territorios oníricos como fuente de inspiración para la creación artística será una constante en el Romanticismo, y su influencia pervivirá hasta el siglo XX en movimientos como el prerrafaelismo o el surrealismo. Especialmente sobrecogedora por su tenebrosidad es Lady Macbeth con los puñales, ejecutada en 1812 y que refleja una clara influencia del británico William Blake (1757-1827). No olvidemos que Füssli trabajó gran parte de su vida en Inglaterra.
Es precisamente en Gran Bretaña donde encontramos una gran aceptación del movimiento prerromántico. Se suele circunscribir esta corriente a los países alemanes y, si bien el Sturm und Drang tuvo una influencia poderosísima en la gestación del futuro Romanticismo, en las islas británicas encontramos a artistas punteros como el ya citado Blake, que desarrolla su obra en el marco de un indiscutible sentimiento romántico.
Las obras de Blake son decididamente desconcertantes, algunas totalmente inusuales incluso para los demás prerrománticos. Su obra El fantasma de una pulga, en la que representa un enorme insecto antropomorfo de aspecto terrible, es un gran ejemplo de su genialidad. Por otro lado, refleja el amor de los prerrománticos por el pasado medieval, puesto que se trata de una pintura sobre tabla muy pequeña realizada, entre otros materiales, con una mezcla de témpera y oro.
Ya desde inicios del siglo XVIII algunos autores ingleses habían reivindicado el regreso a la patria natural del ser humano. James Mcpherson (1736-1796) fue quien publicó los famosos Poemas gaélicos, que atribuyó a un supuesto bardo de origen celta, que tanto prerrománticos como románticos situarían en los altares. La autoría de Ossian, el supuesto bardo, se desmintió años más tarde, cuando se ratificó que Mcpherson era el autor de los poemas. Sea como fuere, la obra contribuyó al desarrollo del prerromanticismo en Inglaterra, al focalizar la poesía en un personaje casi mítico de los orígenes celtas de la nación.
En el prerromanticismo están las bases de los movimientos nacionalistas posteriores, que tanto auge tendrían en el Romanticismo pleno. Los países del norte de Europa, quizá en un intento de emanciparse de la tiranía de lo clásico (vinculado a Grecia y Roma), trataron de encontrar un vehículo de expresión propia que los diferenciara de la Ilustración en boga. Su movimiento anti-clasicista resultó ser la semilla no sólo del Romanticismo decimonónico, sino también de futuros movimientos en los que se reivindicaba la importancia del yo y la absoluta libertad creadora del artista.
