El Siglo de Oro: qué es y cuáles son sus autores más importantes

Te contamos por qué se considera la época de esplendor de la literatura española.

Siglo de Oro

Invocado hasta la saciedad como la etapa más esplendorosa de las artes y la literatura españolas, el llamado Siglo de Oro sigue resonando en nuestros oídos como un momento único en la historia de España. Nombres como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca o Francisco de Quevedo han quedado fijados como los grandes exponentes de la literatura de los siglos XVI y XVII españoles.

¿Qué fue exactamente el Siglo de Oro? ¿Cuántos años abarca? ¿Quiénes fueron sus grandes protagonistas? ¿Es cierto que la monarquía hispánica que lo vio nacer era un imperio ya en franca decadencia?

En este artículo, hablamos de una de las etapas más famosas y brillantes de la literatura hispánica.

¿Qué es el Siglo de Oro y de dónde proviene el término?

Se conoce como Siglo de Oro la etapa en la que las artes y las letras españolas adquieren una brillantez nunca vistas hasta entonces. En general, se considera que este periodo de esplendor se inicia con la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (1492) y finaliza con la muerte del gran Calderón de la Barca, acaecida en 1681.

Sin embargo, sus límites no siempre están claros, e incluso varían dependiendo del experto que lo analice. Así, para otros autores la fecha de finalización no sería otra que 1659, año en que se firma el Tratado de los Pirineos y concluye con él la hegemonía española en Europa en favor de otras naciones, como la Francia de Luis XIV.

Por otro lado, la denominación Siglo de Oro no siempre ha sido “canónica”. Según el crítico literario Juan Manuel Rozas (1936-1896), el término surgió por primera vez en 1736; lo invocó Alonso Verdugo en su discurso de ingreso en la RAE, en un claro paralelismo con la Edad de oro del ser humano (en la que este vivía plácidamente con los dioses), que ya cantaba Hesíodo en Los trabajos y los días y que recupera el mismísimo don Quijote en la novela de Cervantes.

Una época dorada que hace referencia, pues, a una época de esplendor. Parece ser que a partir de entonces la idea empezó a propagarse (al año siguiente encontramos el concepto Siglo de Oro en el tercer capítulo de la Poética de Ignacio de Luzán), para acabar consolidándose a finales del siglo XVIII. En 1804, el escritor ilustrado Casiano Pellicer (1775-1806) incluye en la denominación a Calderón, hasta entonces excluido del Siglo de Oro y, ya en el siglo XX, se produce la inclusión de Luis de Góngora por la Generación de Poetas del 27, completamente fascinados por la belleza y la innovación que suponía su poesía.

Hijo de una “España decadente”

Uno de los grandes tópicos que envuelven al Siglo de Oro español es la idea de que fue fruto de una monarquía hispánica en plena decadencia. Esto no es exacto por diversos motivos; primero, porque, en verdad, el inicio del Siglo de Oro se produce precisamente en paralelo con el auge de la monarquía hispánica (justo con el primer Austria, Carlos V), y continua a lo largo del siglo XVI con figuras tan preeminentes en la historia española como Felipe II. Por otro lado, Hugo A. Huidobro demostró en su tesis La estrategia defensiva del imperio en tiempos de Felipe III (2017) que el mito del reinado de Felipe III como punto de partida para la gran decadencia es solo eso, un mito. De hecho, y de acuerdo con sus investigaciones, el declive real del imperio hispánico no llegó hasta mucho más tarde, ya bien entrado el siglo XVIII.

Sí que es cierto, sin embargo, que el Siglo de Oro (que abarca, en realidad, mucho más de un siglo) debe enmarcarse en un contexto de dificultades y conflictos sociales y económicos. No se trata de una “decadencia” en el sentido que tradicionalmente se le ha venido dando, pero sí es cierto que la España del siglo XVII (el siglo de Quevedo y Lope de Vega, entre otros) es una España aquejada por una altísima presión fiscal y que presenta acusados contrastes económicos y sociales.

En la cúspide de la pirámide social siguen ejerciendo el dominio político los dos estamentos privilegiados, la nobleza y la Iglesia, los propietarios de la mayor parte de la tierra pero que, en cambio, suponen apenas un porcentaje mínimo de la población. El grueso poblacional lo conforman artesanos, burgueses, letrados y, sobre todo, campesinos. Se trata de una sociedad muy desigual y bipolarizada, en la que, además, se suman las diferencias religiosas y de ascendencia: por un lado, están los cristianos viejos, aquellos que pueden probar varias generaciones de familia cristiana; por otro, los descendientes de judíos o musulmanes conversos.

El sistema productivo básico es todavía una agricultura poco o nada adaptada al impresionante crecimiento demográfico que se da en el siglo XVI. Por otro lado, las enormes empresas militares de los Habsburgo sangran la tesorería estatal, hasta que, a inicios del siglo XVII, la crisis económica estalla y se materializa en una desvalorización de la moneda y un exorbitado aumento de la presión fiscal. Esa es la España que da a luz el siglo dorado de las artes y las letras: una monarquía todavía “gloriosa” a nivel militar y político, pero en cuyo interior se gesta una gran crisis que, por otro lado, muchos historiadores no ven como algo aislado, sino como parte de la regresión general que se da en Europa.

Entre el Renacimiento y el Barroco

En el siglo y medio largo que duró la época dorada de las artes y letras hispánicas, los especialistas distinguen dos periodos básicos: la etapa renacentista y la etapa barroca, a las que se podría añadir una tercera, la manierista. Como suele suceder, los límites de las diferentes etapas no están para nada claros. Algunos autores, como José Antonio Miravall (1911-1986), sitúan el barroco del Siglo de Oro en el siglo XVII (hasta la muerte de Calderón), mientras que otros, como Ángel del Río (1901-1962), expanden su existencia y sitúan su inicio alrededor de 1580, un final de siglo que, por otro lado, coincide con la expresión manierista en las artes.

No cabe ninguna duda respecto al importante papel que el Renacimiento peninsular tuvo en el nacimiento de esta época dorada de la cultura hispánica. En este sentido, es imprescindible reseñar la influencia preponderante de universidades como las de Salamanca y Alcalá de Henares, así como la poesía de Garcilaso de la Vega (1501-1536), el auténtico impulsor de la poesía renacentista en la corona hispánica.

Sin embargo, los principales protagonistas del Siglo de Oro cultivan un tipo de literatura en cierta manera “contraria” a los ideales renacentistas; una literatura que algunos autores han querido ver como “anticlásica”, por oponerse al elevado idealismo del Renacimiento. El siglo XVII es el siglo del Barroco, una época de fuertes contrastes y duras críticas sociales, en la que, si bien siguen estando en boga temas mitológicos y pastoriles, en ellos se rastrea a menudo un nuevo sentido. Es el siglo de la novela picaresca (cuyo inicio encontramos en el Lazarillo de Tormes, de autor anónimo y publicada en el siglo anterior), o las obras de teatro de carácter popular (la “comedia nueva”), cuyo gran exponente es Félix Lope de Vega (1562-1635).

El cambio de siglo y los nuevos aires barrocos acentúan el espíritu crítico de la literatura. En 1605 aparece El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, una crítica de la sociedad tan “ingeniosa” como su protagonista, y que adquiere tanta popularidad que, en 1614, Alonso Fernández de Avellaneda copia sin tapujos al personaje. Un enfurecido Cervantes responde con la segunda parte de su Quijote, publicada en 1615 y, para muchos, muy superior a la primera.

El realismo es una pieza clave para entender el arte y la literatura del mundo barroco. Ya hemos comentado cómo Cervantes realiza una disección de la sociedad y sus miserias en su Quijote (y, por cierto, una aguda crítica a las novelas de caballerías y a su idealismo), así como las aventuras de Lázaro y Guzmán de Alfarache, los dos “pícaros” estigmatizados por la miseria y la falta de oportunidad característicos de la época. Así, la literatura del Siglo de Oro se convierte en un vehículo de plasmación de la realidad circundante, testimonio de las luces y las sombras que supone aquel barroco extravagante y pomposo y, al mismo tiempo, desencantado y contradictorio.

Los grandes géneros literarios en el Siglo de Oro

La tradición ha identificado al Siglo de Oro casi en exclusiva con las letras hispánicas. Aunque lo cierto es que esta época dorada también se extendió a otras manifestaciones artísticas, como la pintura y la arquitectura, fue en el terreno de la literatura donde esta etapa de esplendor adquirió su mayor fama, y es en este ámbito donde centraremos nuestra descripción.

1. La poesía

Garcilaso de la Vega y sus sonetos renacentistas son el estandarte de la poesía de la primera mitad del siglo XVI. Más tarde, y a medida que la crisis y la inestabilidad de la monarquía se vayan agudizando, la poesía dará paso a un paulatino abandono de esta idealización que suponía el Renacimiento. Se siguen manteniendo muchos temas (sobre todo, los extraídos de la mitología clásica) y algunos de los tópicos literarios persisten, aunque se añaden algunos nuevos muy característicos del Barroco, como son el Memento mori y la Vanitas.

A grandes rasgos, podemos hablar de dos corrientes aparentemente irreconciliables, abanderadas por dos de los poetas más insignes del Siglo de Oro y que, si damos crédito a la leyenda, también eran irreconciliables. Hablamos, claro está, de Luis de Góngora (1561-1627) y Francisco de Quevedo (1580-1645).

Góngora y Quevedo

El primero hizo suya la corriente que ha dado en llamarse culteranismo o gongorismo, que se caracteriza por el uso de un lenguaje intrincado, rebuscado y excesivo, como puede apreciarse en una de sus obras más conocidas, La fábula de Polifemo y Galatea (1612). Quevedo, por su parte, hizo gala de una poesía repleta de crítica y burla, basada en la asociación un tanto rebuscada de ideas, pero mucho más cercana y comprensible para el gran público; la corriente conceptista.

2. La novela

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es uno de los autores más importantes, no sólo del Siglo de Oro español, sino también de la literatura universal. Su Quijote ha trascendido fronteras y está considerada como obra cumbre de las letras. La obra de Cervantes navega a caballo entre dos siglos y dos mundos; mientras que algunos autores lo incluyen en el manierismo (el estilo de las décadas finales del XVI), otros le atribuyen un estilo renacentista primero y barroco después.

Sea como fuere, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha supone, para muchos, la primera novela moderna de la historia. Consideraciones a parte (pues este punto ha sido bastante discutido), lo cierto es que la narrativa española tiene un antes y un después con la aparición de la novela cervantina, pues constituye un alejamiento sustancial del estilo de novelas que estaban entonces en boga, las novelas de caballerías. No solo un alejamiento; el Quijote es una auténtica crítica a este tipo de narraciones, además de ser una magnífica sátira social.

Por otro lado, ya hemos comentado la importancia que, en un mundo traspasado por las diferencias sociales y económicas, adquieren las novelas picarescas, un auténtico reflejo de la miseria de las clases inferiores. La novela picaresca utiliza el recurso del pícaro, el gran marginado de esta España llena de contrastes, para realizar a su vez una jugosa sátira de la sociedad barroca. Al ya citado Lazarillo tenemos que añadir El Buscón de Francisco de Quevedo (1580-1645) y Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán (1547-1614).

3. El teatro

No hace falta decirlo; el Siglo de Oro es el gran siglo del teatro. Lo que comenzó en el siglo XVI como espectáculo de entretenimiento en los corrales (auténticos corrales de animales, de ahí el nombre que luego adquirieron los espacios destinados al teatro), continuó en el XVII con nombres tan importantes como Félix Lope de Vega, que elevó este divertimento a la categoría de cultura.

Lope de Vega es el gran renovador teatral de nuestra literatura. No solo rompió con los conceptos clásicos de espacio y tiempo, sino que hizo hablar a sus personajes con un lenguaje popular, alejado de los cultismos que imperaban en el mundo de la literatura. Así, de la mano del dramaturgo (que se calcula que llegó a escribir unas 400 obras), el teatro español adquirió cotas de excelencia nunca vistas hasta entonces.

En la extensa obra de Lope (en la que destacan obras como Fuenteovejuna y El caballero de Olmedo) encontramos el leitmotiv de la época; el tema del honor. Muchos de sus dramas giran entorno a un asunto de honor mancillado que debe ser vengado. Esta temática la recogen otros muchos autores, como Calderón de la Barca en su famosa El alcalde de Zalamea. Y es precisamente a este último a quien también debemos el teatro filosófico, más centrado en cuestiones morales y filosóficas que en el entretenimiento, cuyo máximo exponente es la conocidísima La vida es sueño. Con la muerte de Calderón finalizaba el Siglo de Oro de las letras hispánicas.

  • Huidobro, H.A. (2017), La estrategia defensiva del imperio en tiempos de Felipe III, Universidad del País Vasco
  • Lope de Vega, el gran reformador, y Segunda parte del Siglo de Oro, el Barroco y la poesía, capítulos del podcast Literatura para peatones, de Claudia Cabieses, Comité de Lectura.
  • VV. AA. (1979), Poesía lírica del Siglo de Oro, selección de Elías Rivers, ed. Cátedra.
  • Zorita Bayón, M. (2010), Breve historia del Siglo de Oro, ed. Nowtilus.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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