La adolescencia es un momento del desarrollo caracterizado por la construcción de un sentido de la propia identidad, y los adolescentes del siglo XXI configuran su identidad por y para internet. Es esperable que los jóvenes quieran, durante este período, encontrar su lugar en el mundo en relación a sus pares, cada vez con una mayor autonomía respecto a sus padres. Esto supone formar parte de grupos sociales con intereses específicos, determinar sus propios valores, alzarse por sus ideas, y descubrirse a sí mismos en esta etapa de cambios profundos.
Con el advenimiento del acceso masivo a internet, la gran mayoría de adolescentes tiene acceso a un teléfono móvil desde temprana edad. Es lógico que, por lo tanto, sean las redes sociales y la realidad virtual sus vías predilectas para configurar su identidad. Esto puede observarse en la creación de perfiles, de avatares que emulan su aspecto real —o difieren de él—, como así también en la adopción de distintos alias para hacerse llamar como deseen en el plano digital, en el que se reúnen con otros adolescentes. Esto no tiene por qué ser visto como algo negativo. Así como los tiempos cambian, también lo hace el modo de comunicarnos con los demás y la forma de entendernos a nosotros mismos.
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Riesgos de un uso inadecuado de las redes sociales en la adolescencia
El uso recurrente de las nuevas tecnologías, que están a la orden del día en la era digital, nos brindan a adultos, adolescentes y niños facilidades que en otros momentos de la historia no muy lejanos hubieran resultado impensados. Por ejemplo, podemos con sólo un par de botones o clics encontrar información que unas décadas atrás nos hubiera supuesto adentrarnos en una biblioteca laberíntica, o podemos intercambiar mensajes de forma instantánea con cualquier amigo, aunque se encuentre en la otra esquina del mundo.
A pesar de ello, el internet y el uso de redes sociales tiene, en los adolescentes, una contraparte innegable. Las redes sociales en los adolescentes suponen una herramienta clave para el desarrollo de su identidad generacional; pero, en simultáneo, conlleva una serie de riesgos que están fuera del control adulto. Los adolescentes se emancipan digitalmente a temprana edad, antes de los diez años, y desarrollan una destreza mucho mayor que los adultos en lo que al uso de la tecnología respecta.
Los padres no pueden tener la tranquilidad de que sus hijos están a salvo en el mundo digital. En este contexto, es esperable que muchos de ellos se preocupen por el mal uso que podrían darle sus hijos a las redes sociales y a otras formas de comunicación. A continuación, ahondaremos en los principales riesgos del uso problemático de redes sociales en adolescentes.
1. Ciberbullying
El acoso y la violencia han estado siempre presentes entre los jóvenes. No obstante, las formas en las cuales se materializan estas prácticas ha cambiado con el acceso masivo que tienen los adolescentes a las redes sociales. El acoso escolar es un problema ante el que lamentablemente muchos adolescentes se deben enfrentar, generando a futuro consecuencias graves como el aumento del sentimiento de soledad, mayor ansiedad y depresión, alteraciones en el apetito, el sueño, etcétera. Cuando una persona es agredida por sus pares, en general, está siendo atacada por una cualidad o característica suya —ya sea física, cognitiva, socio-emocional o conductual—, conduciendo al adolescente a desarrollar sentimientos y creencias desadaptativas respecto de sí mismo/a.
El acoso escolar ha virado hacia el mundo digital, que, como introdujimos anteriormente, es un plano mucho más libre e irrestricto que el real. En las redes sociales no hay un maestro, profesor o padre capaz de poner un tope a las conductas inadecuadas de los adolescentes. Las reglas están determinadas entre los mismos pares y, en muchas ocasiones, ellos no son capaces de poner un freno cuando se está ejerciendo un daño sobre el prójimo. El mal uso de redes sociales lleva a muchos adolescentes a divulgar información e imágenes de otros jóvenes y figuras de autoridad sin su consentimiento. El riesgo de hacerlo es que, en varias ocasiones, el contenido de lo compartido por redes sociales puede ser falso, denigrante para la otra persona, referir a algún suceso que preferiría haber mantenido en privado o incluso tratarse de contenido sexual, pudiendo tener consecuencias legales y mermando gravemente la autoestima de la víctima.
2. Dependencia al teléfono móvil
Otro de los riesgos más notorios del mal uso de redes sociales es la dependencia al smartphone. Las redes sociales detectan mediante algoritmos cuál es el contenido en el que más estamos interesados para enseñarnos más y más de él. Esto, en última instancia, tiene el objetivo de aumentar nuestras posibilidades de consumir un producto y de permanecer frente a la pantalla. Además, muchas plataformas están repletas de vídeos efímeros, de no más de quince segundos, que logran que sigamos scrolleando más tiempo del que quisiéramos.
Los adolescentes corren el riesgo de incumplir con sus obligaciones —cada vez mayores, en contraste con la niñez— por permanecer demasiado con el teléfono móvil. Por ejemplo, a pesar de tener la intención de acabar con sus deberes, podrían postergar la realización de la tarea por matar las horas viendo videos. Pero la dependencia no es riesgosa por una cuestión únicamente de cumplimiento de tareas, sino más bien porque pierden la posibilidad de decidir cómo invertir su tiempo. Quizás preferirían estar haciendo otras actividades podrían ser mucho más estimulantes a nivel cognitivo, emocional o creativo, como practicar un deporte o pasatiempo. No hay ningún problema con que los adolescentes “maten el tiempo” frente a sus smartphones (al igual que ellos, los adultos también lo hacemos), pero sí es problemático que no tengan la capacidad de decidir cuánto tiempo quieren permanecer en la pantalla.
Además, cabe notar que los adolescentes no han desarrollado aún su lóbulo prefrontal de manera definitiva, lo que ocasiona que todavía no sean capaces de ejercer sus funciones ejecutivas del mismo modo que lo haría un adulto. Algunas de las funciones ejecutivas son la posibilidad de planificar y tomar decisiones en el largo plazo, o la capacidad de tener un buen control inhibitorio. En comparación a un adulto, un adolescente es menos habilidoso a la hora de decidir cuándo quiere dejar o no el teléfono, lo cual supone que la dependencia a las redes sociales podría ser todavía mayor.
3. Aislamiento social
De la mano con la dependencia a los dispositivos móviles, el aislamiento social es un riesgo que corren los adolescentes al hacer un mal uso de las redes sociales. Por una parte, es paradójico que, a pesar de la hiperconexión que caracteriza a nuestra época, todas las investigaciones llevadas a cabo acerca de este tema arrojan sistemáticamente que el aislamiento social en los adolescentes es cada vez mayor a medida que aumenta su tiempo de permanencia en internet. Aunque las redes sociales sirven para que un adolescente despliegue su identidad como individuo y en relación a un grupo, su uso desmedido o como reemplazo de los vínculos cara a cara puede llevarle al aislamiento social.
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4. Grooming
Se conoce como grooming al acoso con fines sexuales por parte de un adulto a un menor de edad por medio de internet. Las redes sociales posibilitan la creación de perfiles falsos mediante los cuales acercarse de forma sutil a un adolescente o niño sin que éste sepa que hay un adulto del otro lado de la pantalla. Una medida preventiva posible es fomentar al adolescente a que haga un uso responsable de sus redes sociales. Por ejemplo, podría reducir el número de personas con las que se vincula de forma online, ateniéndose a agregar a sus amigos o seguidores sólo a aquellas personas que conoce su identidad verdadera.
Adhara Psicología
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CENTRO DE PSICOLOGÍA HUMANISTA & MEDITACIÓN
Estrategias para afrontar el problema
Estas son las medidas más eficaces para combatir el mal uso de las redes sociales en los adolescentes:
- Fijar una edad mínima para empezar a usarlas: es importante que no empiecen a usar estas páginas web durante la transición entre la infancia y la adolescencia, o antes de esta etapa de la vida.
- Limitar la publicación de contenidos: en los primeros años de adolescencia, es importante que no suban fotos en las que aparezcan, para no exponerse al grooming o no revelar información que vulnere su seguridad. *Fijar horarios de uso de las redes sociales: solo fuera del horario escolar.
- Potenciar el uso de plataformas de comunicación con canales privados, como Telegram o WhatsApp, frente a las redes sociales convencionales, que favorecen el uso de comentarios públicos.
- Establecer limitaciones con el tipo de usuarios con los que pueden interactuar online: solo deberían relacionarse con personas que conocen en personas. Hay que concretar muy claramente cuál es el límite entre una persona conocida y una desconocida.