La violencia filio-parental es aquella que ejercen los hijos hacia los padres. Suele ocurrir de parte de varones menores de edad hacia la madre, aunque no necesariamente. Las agresiones pueden ser tanto físicas como psicológicas o materiales y ocurren de manera reiterada, con el objetivo de mantener el control de la dinámica familiar. Por lo mismo se generan ciclos de violencia significativos que repercuten negativamente tanto en las víctimas como en la propia familia.
En este artículo veremos con más detalle qué es la violencia filio-parental, por qué puede ocurrir y cuáles son algunas de sus consecuencias.
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¿Qué es la violencia filio-parental?
La violencia filio-parental es un tipo de violencia intrafamiliar que se caracteriza por un conjunto de actos agresivos que son perpetrados por un menor hacia su progenitor, haciendo que este último se sienta amenazado, intimidado y controlado (Paterson, Luntz, Perlesz y Cotton, 2002, citado por Gámez-Guadix y Calvete, 2012).
En el código penal español, la violencia filio-parental está tipificada en el artículo 173(2) y se define como “malos tratos habituales en el ámbito familiar”, donde la principal característica es la relación civil o de convivencia entre la víctima y el agresor, lo que no necesariamente implica el vínculo biológico entre ambos (Molla-Esparza y Aroca-Montolío, 2018). Dicho de otra manera, la víctima es quien tiene una responsabilidad civil con el agresor, aunque no siempre se trate del progenitor.
Principales características
La violencia filio-parental puede presentarse tanto en familias que tienen un vínculo sanguíneo, como en familias de acogida, adoptivas o reconstruidas. Así mismo, la agresión puede directa o indirecta, y los maltratos pueden ser de tipo verbal, psicológico, material o económico, físico o sexual.
Dichos maltratos se caracterizan también por la presencia de conductas de intimidación, control, dominio o poder de parte del agresor, que son realizadas de manera intencionada y que pueden causar perjuicio o dolor a la víctima. Por otro lado, las agresiones pueden ejercerse por uno o por varios miembros del núcleo familiar, y dirigirse a uno o varios miembros del mismo.
Al tratarse de un fenómeno socialmente inaceptable, una de las características de la violencia filio-parental es que suele mantenerse oculta dentro del seno familiar, lo que agrava el círculo de violencia. Por lo mismo, se trata de un fenómeno que hasta hace poco no había sido estudiado.
Especialmente cuando se trata de hijos menores de edad, este fenómeno suele encubrirse, ya que la responsabilidad sobre la conducta del niño tiende a recaer completamente sobre los padres, en muchos casos sobre la madre, quien es precisamente objeto de la agresión en mayoritariamente.
Actualmente, la violencia filio-parental ha cobrado especial interés, por lo que existe una gran cantidad de literatura especializada sobre el tema.
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¿Por qué ocurre?
El psicólogo clínico-forense y Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, es uno de los especialistas más reconocidos en investigación y descripción de la violencia filio-parental.
Nos dice que en la mayoría de los casos la ejerce un menor varón de entre 12 a 18 años, y que la agresión ocurre principalmente hacia la madre. Suele ser el hijo mayor, aunque puede tratarse de hijos menores, lo que generalmente ocurre cuando los mayores han abandonado el hogar.
El mismo psicólogo explica que la violencia filio-parental se relaciona con el desarrollo de personalidades y conductas dominantes de los niños, lo que a su vez es consecuencia tanto de una sociedad excesivamente permisiva, como de la exposición previa a la violencia.
Siguiendo lo anterior, a continuación veremos brevemente la relación entre la violencia filio-parental y las experiencias de violencia dentro y fuera del seno familiar, así como algunas de las causas por las que la violencia filio-parental se intesficia dentro de las familias.
Relación entre violencia filio-parental y exposición a la violencia
Urra (2006) no dice que algunas de los elementos que rodean la violencia filio-parental y que representan factores importantes de riesgo, son los siguientes:
- Violencia aprendida de manera vicaria, por ejemplo, del trato del padre hacia la madre.
- Cuando se trata de hijos de padres separados, puede ocurrir por la influencia de comentarios del padre sobre la madre, y viceversa, así como por ciertos estilos de convivencia con las nuevas parejas.
- En chicos adoptados puede ocurrir por antecedentes de violencia o por estilos de crianza condescendiente que compensan la falta de vinculación sanguínea.
Por otro lado, Molla-Esparza y Aroca-Montolío (2018), en su revisión sobre la literatura científica sobre violencia filio-parental, nos dicen que la conducta violenta ocurre cuando el individuo ha aprendido a utilizar la fuerza de cualquier tipo sobre otro individuo, siendo este un mecanismo para lograr objetivos, resolver problemas y solucionar conflictos, dentro de un marco donde hay un desequilibrio de poder real o percibido.
Esto último se suma a los estudios sobre el modelo explicativo de la teoría intergeneracional de la violencia, que reportan cómo la observación o la experiencia de maltrato es un factor de riesgo desencadenante de la violencia filio-parental.
En otras palabras, la exposición directa o indirecta a la violencia, que entre otras cosas trae consigo la incapacidad de rechazar de manera firme las conductas inapropiadas, aumenta la probabilidad de que se desarrolle una dinámica de violencia de hijos a padres. Dicha exposición suele ocurrir dentro del hogar, aunque también puede pasar en la calle o dentro de otros entornos cercanos.
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Intensificación por violencia bidireccional en el seno familiar
Siguiendo la línea anterior, nos dice Sancho, 2016, que la violencia filio-parental es un fenómeno que no es sólo un problema del niño, sino de la familia en su totalidad. Es así ya que, por un lado, las dinámicas violencias suelen ser vividas de manera negativa por todos los miembros de la familia. Por otro lado, todo tipo de violencia intrafamiliar tiene una serie de elementos que hablan de dinámicas y conflictos relacionales y no sólo individuales.
Por ejemplo, suele pasar que se produzcan intentos desesperados por restablecer la jerarquía, instalando así una dinámica de violencia bidireccional, que, al ser percibida como una agresión por ambas partes, se justifica como una forma de defensa propia (Molla-Esparza y Aroca-Montolío, 2018). Esto intensifica y alarga el ciclo de violencia, no obstante, dichas dinámicas, que conducen a la relación violenta, pueden ser rastreadas, identificadas y modificadas.
Consecuencias emocionales en los padres y estrategia de prevención
Hemos visto que la violencia filio-parental es aquella a través de la cual el hijo ejerce conductas de maltrato contra sus progenitores, o contra quienes desempeñan dicha función. Esto último ocurre de manera consciente o intencionada, así como reiterada a lo largo de un tiempo.
Cabe señalar que los dos elementos anteriores, la intencionalidad y la repetición, son factores determinantes para que las conductas sean definidas como maltrato, y se distingan de una agresión puntual que no se considera violencia filio-parental (Molla-Esparza y Aroca-Montolío, 2018).
Por otro lado, la finalidad inmediata del ejercicio de la violencia no es tanto causar daño como obtener el dominio de las dinámicas generadas con la víctima. Sin embargo, el daño es una de las consecuencias inevitables, ya que dicho dominio se persigue a través de la violencia psicológica, emocional, física, o económica.
La principal consecuencia de esto último es la experiencia prolongada de sufrimiento y frustración en los padres, por la situación violenta y también por la sensación de carecer de recursos para evitarla o contrarrestarla. Así mismo puede implicar dificultades importantes con la pareja o con quien se comparte el cuidado del niño.
Específicamente, según la frecuencia y la intensidad de las agresiones, la violencia filio-parental puede provocar ocultación, culpabilidad, vergüenza y sensación de fracaso, por mencionar algunas de las principales consecuencias emocionales en los padres.
Finalmente, de acuerdo con la investigación de Molla-Esparza y Aroca-Montolío (2018), a mayor nivel de impotencia y confusión de parte de éstos, es más elevado el riesgo de perpetuar el ciclo de violencia, ya que se genera entre la necesidad ceder y por otro lado la de defenderse; razón por la cual, las estrategias de prevención e intervención deben actuar hacia romper la dinámica coercitiva de dicho ciclo.
Referencias bibliográficas:
- Molla-Esparza, C. y Aroca-Montolío, C. (2018). Menores que Maltratan a sus Progenitores: definición Integral y su Ciclo de Violencia. Anuario de Psicología Jurídica, 28: 15-21.
- Sancho, JL. (2016). Violencia filioparental: características psicosociales de adolescentes y progenitores en conflicto familiar severo. Tesis Doctoral, Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid.
- Rodríguez, N. (2017). Estudio de violencia filio-parental: análisis de un caso del juzgado de menores. Trabajo de Fin de Grado en Psicología, Universitat Jaume I.
- Gámez-Guadix, M. y Calvete, E. (2012). Violencia filioparental y su asociación con la exposición a la violencia marital y la agresión de padres a hijos. Psicothema, 24(2): 277-283.
- Urra, J. (2006). El pequeño dictador. Cuando los padres son las víctimas. La Esfera de los Libros: Madrid.
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