Las relaciones de pareja, para muchos, representan un elemento vital y central en sus vidas. Sin embargo, también pueden ser un manantial de desafíos y conflictos. En este artículo, intentaremos desentrañar varios aspectos relacionados con los conflictos en las relaciones de pareja, su prevalencia, y las bases neurofisiológicas, cognitivo-conductuales y humanistas-existenciales que pueden dar lugar a estos conflictos. Asimismo, analizaremos cómo estos factores se interrelacionan en el día a día de las parejas afectadas. Nuestro enfoque también cubrirá el tratamiento y seguimiento de dichos conflictos, con la finalidad de presentar un enfoque exhaustivo y comprensible para el público general.
Un punto crucial a destacar es que un diagnóstico eficaz de las causas subyacentes de los conflictos en una relación es vital para el diseño de estrategias de gestión y prevención apropiadas. Por tanto, evaluar las dinámicas de la relación, la historia de la pareja y las dificultades presentes puede proporcionar información inestimable para abordar estos problemas de una manera efectiva.
En cuanto a la incidencia de los conflictos de pareja, diversos estudios estiman que cerca del 60% de las parejas experimentan algún tipo de conflicto en alguna etapa de su relación (Gottman & Levenson, 2000). Aunque la existencia de conflictos es una circunstancia habitual en cualquier relación, es esencial manejarlos adecuadamente para evitar que se conviertan en una fuente persistente de malestar y desgaste emocional.
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El cerebro, el amor y el conflicto
Desde la perspectiva neurofisiológica, estudios recientes han demostrado que ciertas regiones del cerebro y sistemas de neurotransmisores están implicadas en la regulación de las emociones y la empatía, procesos esenciales en la resolución de conflictos en las relaciones de pareja (Fisher, Aron & Brown, 2006). Particularmente, la corteza prefrontal y el sistema límbico, que engloba la amígdala y el hipocampo, desempeñan un papel fundamental en la regulación emocional y la respuesta a situaciones de conflicto (Davidson, 2002). Además, los sistemas dopaminérgicos y oxitocinérgicos están vinculados con la formación y conservación de lazos emocionales en las parejas (Feldman, 2012).
En el marco cognitivo-conductual, los conflictos en las relaciones de pareja pueden originarse a partir de patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales o inapropiados, como la comunicación deficiente, la carencia de habilidades de resolución de conflictos, y la propensión a inculpar al otro por los problemas en la relación (Cordova, 2001). La terapia cognitivo-conductual de pareja (CBCT, por sus siglas en inglés) es un método terapéutico avalado por evidencia científica que busca tratar estos patrones y enseñar a las parejas habilidades de comunicación y resolución de conflictos (Epstein & Baucom, 2002).
En relación con las bases humanistas-existenciales, los conflictos en las relaciones de pareja pueden estar conectados con la autopercepción de cada individuo y su percepción de la pareja, así como con sus expectativas y necesidades emocionales. La terapia de pareja centrada en las emociones (EFT, por sus siglas en inglés) es un enfoque humanista-existencial que busca ayudar a las parejas a identificar y expresar sus emociones, explorar sus necesidades y deseos, y reforzar el vínculo emocional entre los miembros de la pareja (Johnson, 2004).
La interacción entre las bases neurofisiológicas, cognitivo-conductuales y humanistas-existenciales puede tener un impacto considerable en la vida cotidiana de las parejas en conflicto. Por ejemplo, las dificultades en la regulación emocional pueden agravar los problemas de comunicación y la resolución de conflictos, lo que a su vez puede afectar la autopercepción y la percepción del otro, así como la satisfacción en la relación. Comprender cómo estos elementos interactúan es crucial para abordar de manera integral los conflictos en las relaciones de pareja.
Las terapias de pareja
El tratamiento de los conflictos en las relaciones de pareja generalmente incluye un enfoque combinado que integra elementos de terapia cognitivo-conductual, terapia centrada en las emociones y, en algunos casos, intervenciones farmacológicas para tratar posibles desequilibrios neuroquímicos subyacentes (Markman, Stanley & Blumberg, 2010; Johnson, 2004). El soporte de grupos de autoayuda y la educación sobre las dinámicas de pareja también pueden ser beneficiosos para mejorar la comprensión y el manejo de los conflictos en la vida diaria.
Un seguimiento regular con profesionales de salud mental es fundamental para monitorear el avance y ajustar el tratamiento conforme sea necesario. La colaboración entre la pareja, su familia y el equipo de tratamiento es crucial para asegurar que se atiendan las necesidades específicas y se logre una mejora duradera en la calidad de vida y la satisfacción en la relación (Baucom, Shoham, Mueser, Daiuto & Stickle, 1998).
En conclusión, un diagnóstico y tratamiento adecuados de los conflictos en las relaciones de pareja son esenciales para mejorar la calidad de vida y la satisfacción en la relación. La interrelación entre las bases neurofisiológicas, cognitivo-conductuales y humanistas-existenciales subraya la importancia de abordar los conflictos de pareja de manera integral. La colaboración entre la pareja, su familia y los profesionales de la salud mental es clave para alcanzar resultados exitosos en el tratamiento y seguimiento de los conflictos en las relaciones de pareja.