La conformación de parejas mixtas, es decir, aquellas en la que existen diferencias culturales significativas entre sus miembros (como país, creencias religiosas, idioma o etnia), ha tenido un aumento considerable en los últimos tiempos.
Dicho crecimiento se atribuye en primer lugar a que han aumentado las posibilidades de conocer gente de otros países debido a la intensificación de la movilidad internacional y a la masificación de la comunicación a través de Internet. Además de lo anterior, se han venido dando una serie de transformaciones sociales en el ámbito amoroso que permiten a las personas mayores cuotas de libertad y autonomía al realizar la elección conyugal.
La migración por amor
La migración en la cual una de las motivaciones principales es la de conformar una pareja o una familia es denominada por algunos investigadores sociales como migración por amor.
Se describe esta tipología migratoria como un fenómeno diverso y complejo que trasciende las simplificaciones y prejuicios con los que se la suele concebir desde el sentido común.
Un fenómeno básicamente femenino
Diferentes investigaciones etnográficas destacan que las mujeres expresan con mucha más frecuencia que los hombres que sus sentimientos y el deseo de iniciar o establecer una relación de pareja ha sido uno de los principales motivos para un desplazamiento geográfico. Lo anterior se atribuye a que siguen existiendo condiciones estructurales para que el hombre funcione como proveedor en una familia y sea la mujer la que priorice el cuidado de los hijos y el hogar, dejando en un segundo plano su desarrollo profesional.
Por tanto, es más común que una mujer abandone su país y emigre al país de su pareja o que acompañe a su pareja en una migración por motivos laborales.
La migración por amor se describe entonces como predominantemente femenina y se dirige principalmente desde regiones del Caribe, Latinoamérica, el este de Europa y el sudeste asiático hacia países ricos de Europa occidental, Norteamérica y la zona Asía-Pacifico. La facilidad de movilidad para los ciudadanos europeos dentro de la UE también ha generado que aumenten de manera significativa la conformación de parejas binacionales intra-europeas.
Modalidades de pareja mixta y sus motivos
Las diferencias entre personas de distinta procedencia cultural pueden ver suavizadas o intensificadas si comparten o difieren en otras características como: el estilo de vida urbano o rural, nivel educativo, ámbito profesional, clase social, etc. En ocasiones, a pesar de que las personas proceden de países distintos, comparten muchos otros factores dando como resultado que existan más elementos de afinidad que de distinción.
Para la antropología es un hecho constatable que en todas las culturas las personas suelen vincularse con miembros de su propio grupo y que el vincularse con otros es una excepción. La elección de una pareja que pertenece a otra cultura puede llegar a ser interpretado como una transgresión a la propia cultura y a los ideales familiares, ya que un extranjero transmitirá valores diferentes a los propios.
En las parejas mixtas binacionales se trascienden las fronteras de los países, pero lo más usual es que se sigan manteniendo las fronteras de clase socioeconómica y de nivel formativo. También es posible observar la existencia de una especie de jerarquía de distancias culturales, en la que determinadas nacionalidades o grupos de emigrantes se consideran más o menos susceptibles de ser elegidos como pareja. En dicha jerarquía se ubicarían las nacionalidades a las que se consideraría totalmente incompatibles hasta aquellas a las cuales se admira en sus prácticas y costumbres.
El intercambio de estatus
Aunque en proporciones menores, en ocasiones en las parejas mixtas se trascienden también las fronteras socioeconómicas o de nivel formativo. En estos casos se puede presentar un intercambio de estatus. Es el caso de personas de países ricos (estatus alto) con bajo nivel educativo (estatus bajo) que se casan con personas de países pobres o pertenecientes a minorías marginadas (estatus bajo), que poseen un nivel educativo alto.
El intercambio se puede dar por cualquier elemento que pueda considerarse como garante de estatus en una persona: belleza, edad, categoría social, una nacionalidad que posea cierto prestigio, etc.
La sociología resalta que estadísticamente los hombres suelen casarse más frecuentemente de manera hipogámica que las mujeres. Es decir, con una pareja con un nivel socioeconómico inferior. Y, por lo tanto, las mujeres suelen casarse más frecuentemente de manera hipergámica, es decir con un hombre que posee un nivel socioeconómico superior. Lo anterior también se cumple para las parejas mixtas, aunque el nivel educativo alcanzado por las mujeres en las últimas décadas está haciendo que la diferencia estadística sea cada vez menos amplia.
Se ha observado también que en la medida en que aumente el nivel educativo aumenta también las probabilidades de conformar una pareja con personas de diferentes países. Una mayor endogamia (es decir, la tendencia a vincularse maritalmente con personas de la misma cultura) se da de manera más intensa en personas con una observancia religiosa fuerte.
La pareja mixta como resistencia a las trasformaciones en las relaciones de género
Es relevante que, según diferentes investigaciones, las motivaciones que tienen que ver con el género son expresadas por hombres y mujeres que deciden establecer una relación de pareja con una persona extranjera.
Las motivaciones relacionadas con el género son mucho más evidentes en el caso de hombres de países ricos que buscan una pareja en el exterior, así como en las mujeres de aquellos países donde estos hombres enfocan su búsqueda. Se plantea en relación a lo anterior que la independencia material y sentimental adquirida por las mujeres en los países más industrializados ha generado una resistencia de algunos hombres con respecto a este nuevo modelo femenino.
Dicha resistencia los impulsa a buscar pareja en un mercado matrimonial distinto al del propio país, optando por nacionalidades en las que se presupone que la mujer mantiene un rol más tradicional. Es decir, que mantienen como prioridad la familia y el hogar por encima de su profesión, y que aceptarían relaciones de género sustentadas en cierto grado de sumisión y dependencia. Dicho estereotipo se les otorga por ejemplo a mujeres procedentes de países de Latinoamérica o de Europa del este.
La búsqueda de una mujer más tradicional es más acuciada en hombres mayores de 40 años, en los más jóvenes el prototipo de la mujer sumisa y ama de casa resulta menos apetecible, incidiendo más otros factores como motivadores para establecer una relación de pareja con una extranjera.
La añoranza por los roles de género polarizados
Algunos hombres justifican su deseo de buscar relaciones con mujeres más tradicionales por los conflictos y tensiones que según ellos generaron la independencia obtenida por las mujeres en sus relaciones anteriores.
La añoranza por roles de género más polarizados se encuentra presente también en algunas mujeres de países industrializados que manifiestan que parte de su interés en una pareja extranjera es el deseo de relacionarse con hombres cuyo modo de ser sea más cercano a cierto estereotipo de masculinidad tradicional: caballerosos, románticos, apasionados, seductores. Este tipo de estereotipo se les otorga por ejemplo a hombres de países mediterráneos o latinos. La polarización de los géneros en estos casos es vista como un valor de complementariedad y también como parte del estímulo sexual.
El matrimonio con un extranjero como búsqueda de igualdad
Paradójicamente, para muchas de las mujeres latinoamericanas o de Europa del este una de las motivaciones destacadas para establecer una relación de pareja con un hombre extranjero es el deseo de adquirir cuotas de igualdad y emancipación que no encuentran en su propio contexto. Dichas mujeres describen la relaciones de género en sus países como más subordinadas e inequitativas de las que presuponen que se dan en el destino de su migración.
A los hombres de su propio país se les describe como más como machistas, controladores, posesivos, infieles y agresivos. Dichos aspectos los consideran como arraigados en su propia cultura, y creen que se presentan en una intensidad mucho menor en los hombres del país de destino. Algunas de las mujeres, además, expresan su deseo de distanciarse de experiencias previas de maltrato y alcoholismo de sus ex-parejas. En estos casos la polarización de los géneros se ve como una manifestación de opresión y desigualdad.
El aspecto físico: el ideal y lo exótico
El aspecto físico predominante en algunas nacionalidades es objeto de atribuciones que nutren las fantasías de hombres y mujeres, constituyéndose también en un factor que incide como motivador para establecer una relación de pareja con una persona extranjera. Se trata, en parte, de las atribuciones sobre la sexualidad de determinados grupos poblacionales.
De lo anterior dan cuenta investigaciones realizadas sobre las agencias de búsqueda de pareja internacional que operan por internet. Es el caso por ejemplo de las especializadas en mujeres latinoamericanas o del este de Europa que destacan las características físicas que se suponen son valoradas por los posibles “novios”. Uno sería el tipo ideal nórdico (altas, rubias, ojos azules, esbeltas) o el tipo exótico referido a las mujeres latinoamericanas (morenas, curvilíneas y sensuales).
El matrimonio como una manera para mejorar condiciones de vida
El modelo cultural de pareja que predomina en occidente se encuentra basado en el ideal de una relación establecida por amor libre y espontáneo, distanciado de cualquier cálculo o interés. Por lo anterior, las motivaciones de carácter material, que en ocasiones se encuentran entretejidas con las sentimentales, suelen estar mucho más veladas en los discursos de las mujeres que deciden formalizar una relación de pareja con un extranjero.
En muchas ocasiones los países de los que provienen las personas que emigran por amor se caracterizan por tener altos índices de precariedad laboral, inseguridad u otros aspectos que promueven la búsqueda de mejores condiciones de vida. El matrimonio con una persona extranjera es una estrategia entre otras de poder establecerse en un lugar que brinde mejores oportunidades.
A pesar de esta expectativa, personas con niveles altos de formación chocan con las trabas burocráticas para poder desempeñarse en el campo de su profesión y se ven abocados a realizar trabajos que no requieren cualificación.
La presión social en las parejas mixtas
Una de las situaciones con las que se suelen confrontar muchas de las migrantes por amor es con la resistencia de la familia y amistades de sus parejas que las acusan de manera directa o indirecta de casarse por interés económico o para legalizar la residencia en el país. Muchas de ellas narran que constantemente tienen que estar demostrando que su matrimonio se encuentra basado en sentimientos y que no solo ha tenido un carácter instrumental. Algunas mujeres consideran la llegada del primer hijo de la pareja como un hito de legitimación.
Con relación a lo anterior se ha observado que las mujeres que migran por amor no suelen buscar establecer vínculos con los emigrantes de su misma nacionalidad en el lugar de destino. Dicho distanciamiento en ocasiones es alentado por sus parejas locales respondiendo al deseo de marcar diferencia con la migración económica y los estigmas que le rodean.
Referencias bibliográficas:
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