Las personas inmaduras emocionalmente forman parte de una parcela de la población que, a pesar de haber llegado a la adultez, siguen abrazando conductas ligadas al cortoplacismo, la impulsividad y la falta de consideración por el bienestar de los demás.
Estas características definen muy bien el modo de ser y de pensar de los niños y niñas que, debido a su falta de desarrollo del sistema nervioso, aún no pueden pensar en términos abstractos como "comunidad" o "futuro", por lo que se guían por los caprichos y la evitación de las situaciones ligeramente desagradables o aburridas. Sin embargo, en las personas inmaduras estas características siguen estando presentes en mayor o menor medida.
¿Cómo son las personas emocionalmente inmaduras?
En muchos aspectos, las dinámicas sociales de la actualidad, muy basadas en la estética y las apariencias, premia a algunas personas por comportarse de forma inmadura e individualista. Así, comprometerse con el bienestar de toda la sociedad y aceptar la toma de responsabilidades es visto como un lastre, algo que limita nuestra libertad y que nos impide dar salida a nuestras necesidades en el aquí y el ahora.
Dicho de otro modo, aceptar hábitos de vida que caracterizan a las personas maduras, en muchos aspectos, no sale a cuenta. Esto hace que prolifere un tipo de personas dedicadas a prolongar indefinidamente su adolescencia, tanto en sus relaciones personales como en su faceta profesional. Sin embargo, este comportamiento está tan extendido y es tan visibilizado que se ha vuelto "lo normal", lo esperable. Paradójicamente, la inmadurez se ha vuelto tan popular que cuesta distinguir entre las personas realmente inmaduras y las que simplemente aceptan este nuevo paradigma de comportamiento.
¿Cómo reconocer a las personas inmaduras emocionalmente? A continuación puedes ver sus principales rasgos definitorios.
1. Falta de empatía
El punto de partida y principal referencia de pensamiento de alguien emocionalmente inmaduro es el "yo". Ponerse en la piel de los demás (capacidad que se conoce como empatía) es un ejercicio que no realizan de un modo tan espontáneo en comparación a como lo hacen las demás personas, y muchas veces se omite este paso.
2. Falta de introspección
Las personas inmaduras raramente dedican tiempo a reflexionar acerca del propio estilo de pensamiento. Viven ignorando la posibilidad de auto-observarse a sí mismo y aprender de los errores sin esperar a que las consecuencias negativas lleguen desde fuera. A fin de cuentas, esta clase de experiencias no consisten en abandonarse a oleadas intensas de emociones, tal y como podría ocurrir saliendo de fiesta o viendo una serie de televisión. Los frutos de la introspección se saborean en el largo plazo, pero la inmadurez nos vuelve impacientes.
3. Impulsividad y falta de previsión
Una de las principales características de las personas inmaduras emocionalmente es su incapacidad de regular sus acciones dependiendo de las consecuencias a corto y largo plazo que se pueden derivar de ellas. Independientemente de si los efectos de una acción pueden ser muy graves en el futuro, tu tendencia a dejarse llevar por los arrebatos emocionales hará que su manera de comportarse refleje sin filtros aquellas reacciones viscerales que se basan más en la irracionalidad que en la lógica. Esto puede hacer que se metan en problemas con frecuencia.
4. Baja tolerancia a la frustración
Debido a su tendencia a dar por supuesto que las intenciones y las opiniones del resto de personas son poco importantes, cuando estas no se comportan del modo esperado (doblándose a la voluntad de uno mismo) es frecuente que se caiga en el enfado.
5. Tendencia al egocentrismo
Esta es otra consecuencia de prestar poca atención a la dimensión psicológica de los demás: como solo se piensa en lo que quiere y piensa uno mismo, se cree que los demás también se sienten muy interesados por la propia personalidad, y se cae en el egocentrismo. En definitiva, se cree que uno es el astro alrededor del cual giran los demás, independientemente de si se tiene una autoestima alta o baja.
6. Aparición de rituales y caprichos
Las cosas que producen placer pasan a tener una importancia esencial en la vida de las personas inmaduras. Muchas de estas acciones que producen placer son ritualizadas, y serán más importantes que cumplir tratos con otras personas, llegar a la hora prevista a citas, etc. Dicho de otro modo, tendrán un trato preferente en la lista diaria de cosas que hacer.
7. La importancia de tener una buena imagen pública
Las personas emocionalmente inmaduras tienden a preocuparse mucho por aquellas situaciones que pueden afectar a su imagen pública, hasta el punto de emprender proyectos o ir a lugares simplemente para mejorar su popularidad. Esto se debe a que la aprobación de los demás es vista como una inyección instantánea de emociones ligadas al placer.
8. Aversión al aburrimiento
Como las personas inmaduras emocionalmente vinculan el placer a las "inyecciones repentinas" de bienestar, las actividades en las que estas no están presentes tienden a ser percibidas como una pérdida de tiempo o, directamente, generan malestar.
Si a esto le sumamos su falta de previsión de las consecuencias futuras de los propios actos, el producto resultante es un tipo de persona que difícilmente se comprometerá a realizar una serie de acciones rutinarias que constituyan un proyecto cuyos frutos aparecerán una vez haya transcurrido un tiempo. Es decir, que las personas inmaduras caen en la procrastinación, o el síndrome del "ya lo haré mañana", con relativa facilidad.
Varias maneras de ser inmaduro
Las personas inmaduras emocionalmente no tienen por qué presentar todas y cada una de estas características.
El listado de rasgos es un bosquejo orientativo de aquello que define a la inmadurez. Eso significa que el hecho de carecer de cierta madurez emocional puede expresarse de múltiples maneras, dependiendo también del contexto cultural en el que se haya criado cada persona.