Entre los ámbitos que cubre la psicología, hace décadas que el estudio de los tipos de personalidad despierta un gran interés y cobertura mediática.
En parte es por eso por lo que, dentro y fuera de esta ciencia, han aparecido muchas propuestas de clasificación de tipos de personalidad hoy en día bastante conocidas. Entre ellas que se encuentra el eneagrama de la personalidad y su clasificación por eneatipos.
¿Qué es el eneagrama de la personalidad?
El eneagrama de la personalidad es difícil de definir con una frase, porque tiene muchas facetas. Es por eso que la explicación sobre lo que es se irá desprendiendo a lo largo de todo este artículo.
Su faceta más clara y fácil de abordar desde el principio es la siguiente: el eneagrama es un círculo con nueve líneas. Este:
De hecho, el término eneagrama hace referencia a esta figura geométrica y circular de nueve puntas en la que aparecen representados los eneatipos.
Esta figura plasma la segunda faceta más fácil de comprender acerca de lo que es el eneagrama. El eneagrama es, a la práctica, un sistema de clasificación de la personalidad. Como tal, plantea algunas categorías que teóricamente pueden ser utilizadas para explicar las tendencias y propensiones que definen el comportamiento habitual de las personas.
Estas categorías con las que se intenta clasificar los diferentes tipos de personalidad por medio del eneagrama son los eneatipos, los cuales están numerados del 1 al 9. Así, cada persona podría estar definida por un eneatipo, que recogería las características en las que la persona destaca más.
Los eneatipos
- Eneatipo 1: perfeccionismo. Se trata de una categoría que se aplica a personas especialmente exigentes con lo que hacen y que luchan por acercarse a una versión ideal de ellas mismas.
- Eneatipo 2: tendencia a ayudar. Esta pieza del eneagrama describe a las personas volcadas en la ayuda a los demás y que minusvaloran sus propias necesidades.
- Eneatipo 3: la búsqueda del éxito personal. Se aplica a personas con tendencia al narcisismo que buscan constantemente dar una buena imagen de cara a los demás. Les gusta presumir y hacer que su estética hable en su favor para cubrir sus inseguridades.
- Eneatipo 4: sensibilidad artística. Se trata de personas que se ven a sí mismas como parte de un relato muy especial, y su manera de percibir las cosas tiende a estar imbuida en una fuerte carga emocional que las convierte en personas trágicas y melancólicas. Además, son de carácter individualista y les gusta pensar en sí mismas como personas únicas diferenciadas del resto.
- Eneatipo 5: espíritu investigador. Describe a personas muy racionales y desapasionadas, con gran interés por comprender de manera objetiva la realidad que les rodea. No suelen hablar mucho de sí mismas ni de sus emociones.
- Eneatipo 6: apego por las normas y tendencia a desconfiar. Lo que caracteriza a este eneatipo es la propensión a acatar las normas y a cuestionar todas las lógicas de actuación que se salen de ellas. Si se les separa de estas normas, se muestran muy inseguras y caen en la duda constante.
- Eneatipo 7: tendencia al entusiasmo y los arrebatos. Las personas descritas por este eneatipo están en una constante búsqueda del placer, lo cual hace que con cierta frecuencia abandonen sus planes a largo plazo. Suelen hacer gala de buen humor y rechazan la posibilidad de comprometerse para no tener que lamentar pérdidas.
- Eneatipo 8: apego por el sentimiento de justicia. Describe a personas a las que les gusta tener el control de la situación y que dedican muchos esfuerzos en hacer que quien obre mal pague las consecuencias. Tienden a mostrarse seguras de sí mismas y a confiar en su criterio, algo que las pone en situación de ofrecer protección a los demás.
- Eneatipo 9: espíritu pacificador y mediador. Las personas que destacan en este aspecto tienden a huir del conflicto y, en general, muestran una actitud pasiva. Prefieren centrar sus acciones en el consenso y evitan las estridencias en su comportamiento. Además, dejan que las decisiones importantes las tomen otros.
Los desplazamientos dentro del eneagrama
Según la lógica que suele ser atribuida al funcionamiento del eneagrama, cada persona puede ser explicada por el eneatipo que mejor se ajusta a ella. Sin embargo, si se dieran ciertas circunstancias atípicas, el contexto podría hacer que la persona empezase a actuar de modo similar a como lo haría una persona definida por otro eneatipo, es decir, su personalidad experimentaría un desplazamiento.
Las direcciones hacia las que uno podría desplazarse desde el punto de partida de su eneatipo están explicadas en el círculo con líneas, en el que quedan representados los 9 eneatipos del eneagrama de la personalidad. Así, el eneatipo 1 (perfeccionista) podría desplazarse hacia la posición 4 (artista) o 7 (el entusiasta), y cada uno de estos otros eneatipos, a su vez, pueden desplazarse también a otros dos. Estas líneas también servirían para señalar las posibles rutas de desarrollo personal que puede emprender cada persona dependiendo de cuál sea el eneatipo desde el que se parte.
Por qué el eneagrama no es un test de personalidad
Lo que tenemos hasta ahora, según lo explicado, es un sistema de clasificación de la personalidad y una propuesta acerca de cómo se realizan las transiciones de un tipo de personalidad a otro. Esto, a falta de saber si hay investigaciones que avalen la utilidad y robustez de este método de clasificación, y sin conocer cómo se podrían medir las puntuaciones de cada persona en cada eneatipo, no parece descabellado. Pero hay un motivo por el que el eneagrama no puede ser considerado un test de personalidad: se apoya en ideas pseudocientíficas.
Aunque el eneagrama dé cuenta de diferentes tipos de personalidad, ni es un test de la personalidad ni es, en su globalidad, una herramienta que pueda ser aprovechada por la psicología si se esperan ciertas garantías de eficacia. El motivo es que no es un simple sistema de clasificación de características psicológicas sino que va mucho más allá, porque se fundamenta en un sistema de creencias basadas en el esoterismo y el pensamiento mágico.
Esto significa, entre otras cosas, que el eneagrama de la personalidad y la formulación de los eneatipos no solo descansan sobre presuposiciones acerca del funcionamiento de los procesos mentales, sino que también parten de una visión sobrenatural de lo que existe y forma parte de la realidad.
Así, por ejemplo, se dice que el eneagrama puede servir para explicar nuestra personalidad, pero también para descubrir los errores básicos que cometemos en nuestras vidas y cómo podemos crecer espiritualmente. Esto es algo muy relevante: entre las razones de ser del eneagrama se encuentra la de ser un instrumento para el desarrollo espiritual de la persona, sirviendo para identificar los problemas esenciales que nos afectan cotidianamente... y todo esto, sin tener que dar información detallada sobre qué cosas nos afectan, en qué contexto vivimos, con quién nos relacionamos, etc.
Jugando con ambigüedades
El motivo de que se le atribuyan estos poderes a la utilización del eneagrama es que supuestamente este refleja el modo en el que fuerzas cósmicas invisibles estructuran el funcionamiento de la realidad y, por supuesto, de nosotros mismos. Es decir, que la utilidad del eneagrama queda excusada bajo una capa de metafísica explicada a base de imprecisiones.
Los eneatipos representan estas fuerzas cósmicas que rigen el funcionamiento del universo, y para demostrarlo, se apela a las curiosidades matemáticas que aparecen al jugar con los números representados en el esquema de relaciones entre eneatipos que representa el eneagrama. Por ejemplo, si dividimos el número 1 entre el 7 (el número mágico) el resultado será 0,142857142857, es decir, la sucesión de números que queda plasmada en la figura empezando desde el eneatipo 1 y terminando en el 7.
Estas propiedades “mágicas” de los números son universales (se cumplen en cualquier situación), y el eneagrama encuentra en estos números una manera de vincularse con lo esencial, lo que va más allá del contexto y sólo puede ser explicado de manera muy abstracta y confusa.
Conclusiones
Como los antiguos pitagóricos, los defensores del eneagrama acuden a la numerología para tratar de establecer vínculos entre la naturaleza mística entre los números, las personas y el entorno en el que viven, exponiendo para ello curiosidades matemáticas y dando por cierta la existencia de conexiones sobrenaturales entre la estructura de la mente humana y el funcionamiento del cosmos.
Como herramienta, el eneagrama no es útil científicamente porque no está concebido para poder ser puesto a prueba y hacer posible el detectar fallos en su funcionamiento. Todo lo que ofrece son explicaciones vagas que podrían describir a prácticamente cualquier persona. Por lo tanto, su sistema de clasificación de tipos de la personalidad es arbitrario, aunque eso no significa que se pueda encontrar satisfacción en verse a uno mismo a través de las descripciones de uno mismo que ofrece.
Ni el eneagrama nació con el propósito de generar conocimiento científicamente válido, ni su método de aplicación tiene que ver con los principios que rigen la psicología como ciencia. Sin embargo, entre las supuestas virtudes de esta herramienta se encuentra la posibilidad de ofrecer soluciones a los grandes problemas vitales a partir de un sistema aplicable a todas las personas, independientemente de su contexto. A fin de cuentas, se supone que todos estamos sujetos a las mismas fuerzas cósmicas.
Referencias bibliográficas:
- Gurdjieff, G. I. The Enneagram
- Palmer, H. (2014). El Eneagrama. Barcelona: La liebre de marzo.
- The Essential Enneagram