En el año 2016 se empezó a popularizar un fenómeno que había pasado prácticamente desapercibido hasta ese momento, a excepción de un estudio pionero que llevó a cabo el célebre Francis Galton a finales del siglo XIX. Se trata de la incapacidad para visualizar imágenes mentales, a la que se ha bautizado con el nombre “afantasía”.
En este artículo describiremos qué es exactamente la afantasía y cuál ha sido su desarrollo histórico. Para ello nos focalizaremos en las aportaciones de Galton y Adam Zeman, así como en el caso de Blake Ross, que contribuyó en gran medida a la concienciación en torno a la afantasía gracias a la intervención de las redes sociales.
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¿Qué es la afantasía?
En el año 1880 Sir Francis Galton (1822-1911), pionero del uso de la estadística en psicología y de las ideas eugenésicas, publicó los resultados de un estudio psicométrico sobre las diferencias individuales en la capacidad para generar imágenes mentales. Galton encontró una gran variabilidad en esta aptitud, incluyendo algunos casos en que estaba ausente.
Durante el siglo XX la investigación en torno a este fenómeno fue muy escasa, si bien existen algunas referencias bajo términos anglosajones que se pueden traducir como “revisualización defectuosa” o “irreminiscencia visual”. Los estudios del equipo de Adam Zeman (2010, 2015) e individuos como Blake Ross lo han popularizado con el nombre de “afantasía”.
Los escasos datos disponibles en la actualidad sugieren que entre el 2,1% y el 2,7% de la población general es incapaz de generar imágenes mentales, y por tanto pueden ser considerados casos de afantasía (Faw, 2009). Además parece que la alteración podría ser más frecuente en varones (Zeman et al., 2015), si bien aún no es posible afirmarlo con seguridad.
Se cree que la afantasía puede estar neurológicamente asociada con la sinestesia y con la prosopagnosia congénita, que consiste en una dificultad marcada para reconocer a personas por su rostro. Las personas con sinestesia obtienen puntuaciones muy elevadas en los tests de visualización, y lo contrario sucede con los casos de prosopagnosia.
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Aportaciones del equipo de Adam Zeman
El término “afantasía” fue acuñado por un equipo de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, liderado por Adam Zeman (2010). Estos autores publicaron un artículo sobre el caso de MX, un hombre que refería una pérdida de la capacidad para visualizar como consecuencia de una angioplastía coronaria. Tras este hito la afantasía se empezó a popularizar.
Zeman y colaboradores aumentaron aún más la concienciación en torno a la afantasía con su segundo texto al respecto (2015). El equipo de Exeter se basó en las aportaciones a través de cuestionarios de 21 personas que habían contactado con ellos tras leer el artículo previo e identificarse con la descripción de esta peculiar “ceguera imaginativa”.
El estudio de Zeman et al. reveló que existen distintos grados y formas de presentación de este fenómeno; así, algunas personas son incapaces de producir imágenes visuales voluntariamente pero sí pueden experimentarlas de forma espontánea, tanto en la vigilia como durante el sueño. Por contra, en otros casos ni siquiera se conservan estas capacidades.
La interferencia de la afantasía en la vida de quienes la experimentan parece en general bastante limitada, si bien una proporción significativa de los participantes refirieron problemas en la memoria autobiográfica asociados a este déficit, que por otra parte tendían a compensar a través del formato verbal o de lo que Zeman et al. denominan “modelos subvisuales”.
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El caso de Blake Ross
En abril de 2016 el ingeniero de software Blake Ross, co-creador del buscador web Mozilla Firefox y ex-director de producto de Facebook, publicó un texto en esta red social en el que relataba sus experiencias con la afantasía. Fue un artículo del New York Times que analizó el caso de MX (Zeman et al., 2010) el que lo inspiró a compartir su relato.
Ross afirmó que no sabía que experimentaba este fenómeno hasta que leyó sobre su existencia. Hasta entonces, dijo, creía que conceptos como el de contar ovejas para favorecer la consolidación del sueño le parecían metáforas. Él no era capaz de visualizar la cara de su padre fallecido, y creía que nadie podía realmente generar imágenes mentales nítidas.
Por supuesto, el texto de Ross se hizo viral y llevó a muchas más personas a la misma revelación que a él. Desde entonces hemos asistido a un incremento rápido y notable de la concienciación en torno a este curioso déficit imaginativo; en consecuencia, cabe esperar que en los próximos años aumente también el conocimiento científico sobre la afantasía.