Los seres vivos nos desplazamos por el medio tridimensional gracias a formaciones anatómicas especializadas, ya sean estructuras básicas (como cilios y flagelos) o las extremidades de los vertebrados, conformadas por un sistema de huesos, tendones, articulaciones y músculos que nada tienen que envidiar a la obra de ingeniería más intrincada.
Normalmente, con la pluricelularidad llega la complejidad. Una bacteria y un protozoo se pueden mover mediante torsiones corporales, cilios, flagelos o, simplemente, una opción más que válida es dejarse llevar por la corriente. Cuando un cuerpo está formado por más de una célula, se produce una organización tisular y, con ella, mayor complejidad morfológica. Con la complicación anatómica, suele hacerse necesario un sistema eficaz para mover todo el conglomerado celular.
Así pues, escindir la condición humana del movimiento es completamente imposible. Si no nos desplazáramos a placer y respondiéramos a los estímulos externos, sería impensable llamarnos “humanos”, no al menos con las acepciones actuales del término. En gran parte, le debemos este camino evolutivo a nuestro aparato locomotor, que nos permite desenvolvernos en el inclemente paraje tridimensional que es la Tierra. ¿Quieres conocerlo todo sobre él? Sigue leyendo.
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¿Qué es el aparato locomotor?
El aparato locomotor, como su propio nombre indica, engloba al conjunto de órganos que nos permiten desplazarnos en el espacio. Esto comprende al sistema osteoarticular (huesos, articulaciones y ligamentos) y al sistema muscular (músculos y tendones).
Los huesos forman el esqueleto del humano, y los músculos se insertan en ellos mediante tendones, permitiendo así el movimiento de las articulaciones y el mantenimiento de la postura corporal (a pesar de la fuerza de la gravedad).
En resumen, podemos definir la funcionalidad del aparato locomotor en los siguientes puntos, basándonos en los tipos de tejido que lo componen:
- Huesos: proporcionan la base mecánica del movimiento. Son el lugar de inserción de los músculos y actúan como “palancas” cuando se producen las contracciones musculares.
- Músculos: mediante su contracción y estiramiento producen el movimiento. Esto, a nivel celular, requiere de abastecimiento energético, que se obtiene de la dieta.
- Articulaciones: como los huesos son rígidos, las articulaciones sirven de punto de unión entre ellos para que se puedan producir los movimientos.
Aproximadamente el 70% de la energía diaria ingerida por un individuo adulto (unas 1.500-1.700 kilocalorías aproximadamente) se destina a labores básicas e intrínsecas del ser humano, como filtrar la sangre en los riñones, pensar, respirar o mantener el corazón en funcionamiento, por ejemplo. A este valor se le conoce como Tasa Metabólica Basal (TMB), y hace referencia a la energía que requiere un ser vivo para sobrevivir en reposo.
El gasto energético total (unas 2.500 kilocalorías al día) define, por su parte, a la cantidad de energía que debemos destinar a hacer ejercicio (20%) y termogénesis, o lo que es lo mismo, producción de calor (un 10%). Este 20-30% de energía total es lo que utiliza nuestro aparato locomotor mientras realizamos ejercicio o esfuerzos físicos en el ámbito laboral, por ejemplo.
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Las partes del aparato locomotor
A continuación, te contamos de forma somera algunas de las particularidades más interesantes del aparato locomotor. No te las pierdas.
1. Sistema esquelético
El sistema esquelético (o simplemente esqueleto) hace referencia al sistema biológico que nos aporta a los seres vivos soporte, apoyo y protección de los tejidos blandos, entre otras cosas. Mientras que los humanos y otros vertebrados tenemos un esqueleto internalizado formado por huesos y articulaciones, los artrópodos han optado por un exoesqueleto compuesto de quitina, que los protege de las inclemencias ambientales y les permite respirar.
El esqueleto humano, debido a su complejidad y funcionalidad, se divide en 2 partes: esqueleto axial y apendicular. El primero compone el eje de nuestro plano corporal, es decir, el cráneo, la columna vertebral y la caja torácica, un total de 80 huesos. El resto son los que dan forma a nuestras extremidades y nos permiten la locomoción, un total de 126 huesos que, junto con los axiales, suman una cifra de 206 estructuras óseas en el cuerpo humano.
Los huesos son estructuras duras, resistentes y permanentes que sirven como punto de apoyo al aparato locomotor. El 98% de los huesos son matriz extracelular (principalmente formada por hidroxiapatita y colágeno) y solo el 2% restante se tratan de células que crean, reparan y reabsorben los minerales aquí almacenados.
Más allá del soporte mecánico, los huesos son lugares esenciales para la vida, pues aquí se forman todos los cuerpos celulares que circulan por la sangre (glóbulos rojos y blancos, gracias a la médula ósea) y, además, es la reserva más importante de calcio en todo el cuerpo. Por ejemplo, ¿sabías que aproximadamente albergamos 1,2 kilos de calcio puro en nuestro interior? El 99% de él está en los huesos, mientras que un 1% restante se encuentra realizando sus funciones en sangre y tejidos, mayoritariamente musculares.
2. Sistema muscular
El sistema muscular comprende al conjunto de músculos que pueden ser controlados voluntariamente por los seres vivos. En general, se ha llegado al consenso de que tenemos más de 600 músculos en este sistema, pero la cifra aumenta si se abarca una acepción más general del término.
Por ejemplo, la musculatura cardíaca es involuntaria y, por tanto, no formaría parte del sistema muscular ni del locomotor. Lo mismo pasaría con las estructuras musculares que revisten las vísceras y posibilitan los movimientos peristálticos, pues no las controlamos a placer. Así, en este aparato solo se engloba a la musculatura estriada, que se ve influenciada por estímulos eléctricos del sistema nervioso para realizar una acción concreta que ha ordenado el cerebro.
Por esta razón, el sistema muscular propiamente dicho está formado por los músculos esqueléticos, aquellos que se insertan sobre los huesos y se constituyen a base de tejido estriado. Según su forma, la musculatura del aparato locomotor se puede dividir en los siguientes puntos:
- Fusiformes (en forma de huso): la parte central de estos músculos es más ancha, adelgazandose en los extremos.
- Planos y anchos: tan largos como anchos, como el músculo occipitofrontal, que ocupa la frente.
- Cortos: de reducidas dimensiones, como los intervertebrales, que suman aproximadamente el 20-30% de la altura individual.
- Orbiculares (de forma semicircular): cuando se unen 2 de ellos, dejan entre sí una abertura elíptica, a modo de agujero. ¿No te suenan los labios?
- Esfínteres: en forma de anillo, como el esfínter anal, que nos ayuda a evacuar las heces en momentos de necesidad.
3. Articulaciones
Las articulaciones son estructuras que ponen en contacto 2 o más huesos mediante un tejido, más o menos blando, que permite al esqueleto rígido adoptar ciertas posturas. Realmente forma parte del sistema esquelético propiamente dicho, pero las articulaciones merecen una distinción a parte por su característica funcionalidad.
Las articulaciones están formadas por distintas partes, entre las que se encuentran el cartílago, la membrana sinovial, los ligamentos, tendones, bursas, líquido sinovial y otras estructuras asociadas. Además, según el tipo de movimiento que permitan, se caracterizan en una tipología u otra (sinartrosis, elipsoidales, de bisagra y muchas más). Llama la atención conocer que existen articulaciones que no se pueden mover, como las sinartrosis, que se encuentran entre huesos planos como los del cráneo.
No pretendemos sobrecomplicar las cosas, pero basta con saber que el mundo de las articulaciones es igual de complejo y variado que el de músculos esqueléticos y huesos. Gracias a ellas, podemos adoptar distintas posturas en el entorno tridimensional, como la flexión, la extensión, la aducción y otras muchas más.
Resumen
Como habrás podido observar, se pueden contar muchísimas cosas del aparato locomotor, casi lo suficiente como para llenar una estantería de libros entera. Cada hueso, cada músculo y cada articulación tiene su propia estructura física, forma, funcionalidad y relación propia con el resto de estructuras humanas. No se dice a la ligera que el cuerpo humano es el pináculo de la biomecánica, pues cuanto más sabemos sobre él, más nos fascina.
En resumen, el sistema esquelético es el que nos proporciona soporte, protección mecánica, forma como especie, posibilidad de sintetizar células circulantes y, además, actúa como almacén de calcio y otros compuestos. Por otra parte, el sistema muscular engloba a los músculos esqueléticos, aquellos que, con su contracción, accionan de forma de palanca a los huesos y crean los movimientos conscientes. En último lugar tenemos a las articulaciones, que sirven como pegamento entre las estructuras óseas y posibilitan el movimiento entre componentes rígidos.
Referencias bibliográficas:
- Anatomía de la articulación, Stanfords Children Health. Recogido a 18 de febrero en https://www.stanfordchildrens.org/es/topic/default?id=anatomadeunaarticulacin-85-P03169#:~:text=Las%20articulaciones%20son%20las%20%C3%A1reas,Cart%C3%ADlago.
- Aparato locomotor, Centro de Medicina del Deporte, Universidad de Murcia (UM). Recogido a 18 de febrero en https://www.um.es/web/medicinadeportiva/contenido/reconocimientos/aparato-locomotor
- Marrero, R. C. M., Rull, I. M., & Cunillera, M. P. (2005). Biomecánica clínica de los tejidos y las articulaciones del aparato locomotor. Masson.
- Miralles, R. (2001). Valoración del daño corporal en el aparato locomotor. España: Editorial Elsevier, 159.
- Voegeli, A. V. (2000). Lecciones básicas de biomecánica del aparato locomotor. Springer Science & Business Media.
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