El esqueleto humano es el conjunto de huesos que le otorgan al cuerpo su estructura. Está compuesto por un total de 206 piezas óseas y ocupa el 15% de la masa total de un individuo adulto. En otras palabras, una persona de 75 kilogramos de masa tendrá unos 9 kilos de hueso de forma aproximada almacenados en su estructura ósea.
El esqueleto tiene diversas funciones: actúa de sostén mecánico y permite el mantenimiento postural en un espacio tridimensional, posibilita (junto con músculos y tendones) el movimiento, protege a nuestros órganos frente a fuerzas mecánicas, es un almacén metabólico de minerales (como el calcio y el fosfato) y permite la formación de las células sanguíneas. Dentro de algunos huesos se encuentra la médula ósea, un tejido que contiene células madre hematopoyéticas pluripotenciales. De aquí surgen todos los elementos formes de la sangre, desde los glóbulos rojos hasta los linfocitos.
Los huesos son esenciales para comprender la vida de los vertebrados. Más allá de su función estructural, todas las células sanguíneas y muchos minerales se almacenan y sintetizan aquí. Aquí te lo contamos todo sobre los huesos planos, no sin antes hacer un repaso por la fisiología ósea general del ser humano.
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¿Qué son los huesos?
Según el diccionario Oxford Languages, un hueso se puede definir como una pieza dura y resistente del esqueleto de los animales vertebrados, de color blanco amarillento. El hueso está formado por sustancia orgánica y sales minerales, y envuelto por una membrana fibrosa.
Dicho de forma rápida, las estructuras óseas están compuestas por un armazón proteico de colágeno (30%), junto con un mineral conocido como fosfato cálcico (hidroxiapatita, un 70% de la matriz), que le otorga dureza y resistencia a dicho armazón. El tejido óseo es muy atípico, pues el 98% del mismo corresponde a sustancias matriciales extracelulares y solo el 2% se ve representado por células (osteocitos, osteoblastos y osteoclastos).
Podemos categorizar a los huesos según múltiples parámetros, pero la organización más simple se realiza en base a sus dimensiones. Atendiendo a ellas, encontramos los distintos tipos de tejido óseo:
- Huesos largos: en ellos predomina la altura (longitud) sobre la anchura y el espesor. El hueso largo típico es el fémur.
- Huesos cortos: donde las 3 dimensiones (longitud x altura x anchura) son prácticamente iguales. Carpo y tarso son ejemplos de huesos cortos.
- Huesos sesamoideos: hueso corto encontrado en relación con un tendón. La rótula es un claro ejemplo.
- Huesos planos: los que aquí nos interesan. Describimos sus particularidades en las siguientes líneas.
- Huesos irregulares: todos aquellos huesos que no se pueden englobar en las categorías anteriormente descritas.
¿Qué son los huesos planos?
Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, los huesos planos son aquellos que están compuestos por una capa de hueso esponjoso entre dos capas delgadas de hueso compacto. Tienen una forma plana y no redondeada, de ahí su nombre, y presentan médula, pero no tienen una cavidad de médula ósea per sé. En ellos, domina la longitud y el ancho sobre el espesor.
Así pues, podemos imaginar a los huesos planos como un “bocadillo” de tejidos diferentes. El tejido óseo esponjoso está formado por un entramado en forma de malla compuesto por pequeños trozos de hueso, denominados trabéculas óseas. Por otro lado, el hueso compacto es la parte más dura y externa del hueso, aquella blanquecina y resistente que ya forma parte del imaginario colectivo. Tiene aspecto de marfil y es sumamente resistente.
Los lugares donde se localizan la mayoría de huesos planos son el cráneo, la pelvis y el tórax. A continuación, te mostramos algunos ejemplos dentro de esta categoría. No te los pierdas.
1. Escápula
La escápula u omóplato es el hueso plano por excelencia, pues todo ser humano lo conoce y es fácilmente identificable al tacto por encima de la piel. Se trata de un hueso de naturaleza muy plana, triangular, con una cara costal o anterior y una dorsal o posterior.
Se ubica en la parte posterior del tórax, al nivel de las 7 primeras costillas, y ayuda a conectar el húmero con la clavícula, dándole forma a la estructura que se conoce como cintura escapular. La escápula cuenta con un total de 18 músculos que se originan o insertan en ella, así que se trata de una estructura altamente móvil sujeta a varias disfuncionalidades por esfuerzos mecánicos.
2. Hueso frontal
Un hueso del cráneo, que en el ser humano se presenta de forma impar, central (en la frente), simétrico y plano. Presenta una cara endocraneal y otra exocraneal, pero lo importante sobre él es conocer que se trata de uno de los elementos centrales de la cara humana, ya que además está ampliamente relacionado con otras estructuras óseas, como el esfenoides, el etmoides, parte del maxilar superior, el cigomático, el parietal y los huesos que se encuentran internamente en la nariz.
Este hueso tiene una importancia fisiológica enorme, pues además de actuar como protección mecánica del encéfalo, sirve como punto de inserción del músculo occipitofrontal, esencial para el lenguaje gestual y la comunicación corporal en el ser humano.
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3. Esternón
Un hueso plano, central, alargado y acabado en punta. Se encuentra situado en la parte frontal del tórax, donde se unen las costillas superiores y las clavículas. En el ser humano, este hueso de vital importancia está formado por 3 partes diferentes: el mango o manubrio, el cuerpo y el apófisis o proceso xifoides.
A veces, el esternón es sinónimo del hueso del pecho, debido al lugar que ocupa y a su importancia fisiológica. Su principal función es proteger al corazón y los pulmones de los posibles daños mecánicos, ya que gracias a él existe la caja torácica. Las lesiones en la clavícula, las hernias, fracturas, reflujos gástricos, distensiones musculares y muchos eventos más pueden provocar dolor esternal y subesternal.
4. Costillas
No podemos dejarnos las costillas en el tintero, los huesos planos que le otorgan aspecto a nuestro tronco y permiten la formación de la caja torácica, junto con el esternón y otras estructuras asociadas. Las costillas son huesos planos y curvos de diferente tamaño, que rodean el pecho de los vertebrados, permitiendo que los pulmones se expandan durante el proceso respiratorio.
Los seres humanos presentamos, generalmente, unos 12 pares de costillas. 7 de ellas son verdaderas o esternales, 3 son falsas o asternales y 2 se consideran flotantes. Cada una de ellas cuenta con 2 caras, 2 bordes y 2 extremos. Sirven de protección a los órganos internos del tórax, aunque en otras especies proveen soporte y protección a prácticamente todo su segmento corporal.
Funciones de los huesos planos
Como habrás podido ver en este punto, la funcionalidad típica de los huesos planos es la protección, más allá de la producción de movimiento. Mantienen a salvo estructuras blandas, como el encéfalo (los huesos craneanos), el corazón, la aorta y los pulmones (huesos de la caja torácica) y hasta los órganos reproductores, tanto masculinos como femeninos.
Los huesos planos no son específicamente vulnerables, pero debido a su función de absorción de daños, pueden ser los primeros en verse afectados durante golpes o traumatismos serios. Las fracturas en los huesos planos pueden pagarse caras a largo plazo, ya que las estructuras subyacentes a las que protegen son extremadamente frágiles y sus daños a veces son irreparables. Por ello, ante cualquier traumatismo, por pequeño que sea, siempre es recomendable acudir a un especialista médico.
Resumen
Usualmente, cuando pensamos en un hueso nos viene a la cabeza el fémur, la tibia o el peroné. Es normal, pues estas estructuras óseas son las más largas y llamativas del cuerpo, al menos desde un punto de vista anatómico. De todas formas, como habrás podido comprobar, existen muchos tipos de huesos más: desde los que acompañan a tendones hasta los huesos planos, todas y cada una de nuestras estructuras óseas cumplen una función esencial e irremplazable.
Los huesos planos aportan su granito de arena formando una coraza física que protege a los órganos más débiles del cuerpo, como son el corazón, los pulmones o el cerebro. Ellos se encargan de que un golpe fuerte no acabe siempre en desastre y, como primera barrera, son proclives a sufrir fracturas y roturas durante accidentes graves.
Referencias bibliográficas:
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- Le Vay, D. (2008). Anatomía y fisiología humana. Editorial Paidotribo.
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