En más de una ocasión nos lo han dicho: “no te sientes tan cerca de la tele”, “no son horas de mirar el móvil”, “cuidado con el ordenador o vas a necesitar gafas”.
Queda claro que en la cultura general se tiene asentada la idea de que las pantallas pueden afectar a nuestra salud, ya sea en lo físico como en lo psicológico, sin embargo, ¿se ha demostrado científicamente? ¿Es realmente malo usar mucho dispositivos electrónicos con pantallas? Veámoslo a continuación.
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¿Es malo usar pantallas?
Todos hemos oído lo de que usar pantallas puede afectar a nuestra salud, especialmente a la vista. En más una ocasión, nuestros padres, amigos o quien fuera nos han dicho que no nos sentemos tan cerca de la tele porque vamos a acabar usando gafas o que deberíamos evitar usar el ordenador por la noche, porque luego nos va a costar dormirnos. En la cultura general está muy asentada la creencia de que las pantallas, potentes emisoras de luz, no son inocuas.
¿Es malo usar pantallas? Sí. No. Bueno, depende. Depende del uso que hagamos de ellas, cómo de responsables seamos y qué trucos usemos para disminuir su impacto sobre nuestra vista, nuestros patrones del sueño y nuestra salud mental.
No es lo mismo estar 9 horas seguidas delante de un ordenador sin levantarnos siquiera para ir al baño que hacerlo cada media hora, descansando la vista y lavarnos la cara para hidratarlos un poco. Además, la iluminación de la habitación y la ergonomía influyen en cómo de saludable sea nuestra relación con la pantalla.
Efectos sobre la salud
Realmente, lo de que las pantallas dañan la vista es algo que, si bien no es una mentira, sí que tiene cierto componente de mito en cuanto a lo de que son muy dañinas. Esta creencia tiene su origen en los años sesenta, cuando se comercializaron unos televisores defectuosos que emitían demasiada luz, provocando problemas de visión. Sin embargo, dado que estamos en el siglo XXI y hay una potente regulación con respecto a los dispositivos electrónicos, es muy poco probable que nos encontremos en una situación así.
No obstante, sí que cabe destacar que, a la larga, el uso de pantallas por largos períodos y sin tomar las debidas precauciones puede conllevar algunos problemas tanto en los ojos como en nuestra higiene del sueño y salud mental.
Problemas en la vista
Entre los problemas visuales a destacar es la astenopia o esfuerzo ocular. Este problema se produce cuando se pasa demasiado tiempo con la vista centrada en algo. Al centrar la vista los músculos de nuestros ojos se tensan, con la intención de enfocar el objeto.
En caso de que estemos mucho tiempo así, los músculos pueden resentirse y producir la sensación de molestia. Cuando estamos delante de una pantalla, este problema puede producirse más rápido, dado que nuestros ojos tienen que estar adaptándose constantemente al brillo de la pantalla y la oscuridad del entorno.
Dolor de cabeza
La tecnología 3D provoca una distorsión entre la imagen real y lo que es percibido por el cerebro. Su visionado excesivo, especialmente en los niños, que todavía están adquiriendo coordinación visual, pueden dar lugar a dolores de cabeza, fatiga y náuseas.
Es por este motivo que algunas videoconsolas, como fue la Nintendo 3DS cuyo principal atractivo era la tecnología 3D, se vieron obligadas a quitar esta función, dado que su principal público objetivo, los niños, podían tener graves dolores de cabeza.
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Dolores musculares
Al consultar una tablet o smartphone se tiende a inclinar la cabeza. Este movimiento, de hacerse de forma prolongada y muy repetida, hace que los músculos de la parte posterior del cuello se estiren por demasiado tiempo, lo cual provoca dolores.
También puede darse el caso de que se trabaje con el ordenador en una postura perjudicial para nuestra espalda, adquiriendo una postura incómoda. De hecho, es lo que hace que 2 de cada 3 personas se quejen de dolores musculares asociados al uso de pantallas.
Afectación en el biorritmo
Lo que sí que es más preocupante de las pantallas, sean de televisión, ordenador o móvil, es cómo alteran los biorritmos.
La exposición a la luz artificial puede provocar alteraciones en los ritmos circadianos, los cuales son las oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares, entre 20 y 28 horas, que se sincronizan con los ritmos ambientales como la luz o la temperatura. Por así decirlo, son el reloj biológico humano, regulando las funciones del organismo.
Estos ciclos están estrechamente ligados a los estímulos lumínicos, dado que el cerebro asocia la luz solar con una mayor actividad fisiológica, mientras que la oscuridad la interpreta como señal de que se deben inhibir las funciones, llegándose al mínimo de actividad entre las 3.00h y las 6.00h.
La actividad circadiana en mamíferos viene desencadenada por unas células especializadas en la retina, la parte sensible a la luz que señala la presencia o ausencia de luz. Estas células son especialmente sensibles a las longitudes de onda azuladas, como las de un cielo diurno.
El problema de todo esto es que el cerebro no sabe distinguir entre la luz del sol, la de una bombilla y la de una pantalla de ordenador. Debido a esto, y también dependiendo del tipo de luz y del brillo de los objetos lumínicos, puede inducir a disrupciones circadianas y, consecuentemente, a problemas en el sueño y el estado anímico. De hecho, se ha relacionado esto con padecer problemas de salud tales como diabetes, cáncer, obesidad y depresión, aunque debe entenderse que correlación no implica causalidad.
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¿Cómo evitar que las pantallas nos afecten?
De primeras, el consejo más básico y obvio para evitar que las pantallas nos afecten es dejar de usarlas. Así de sencillo. Sin embargo, teniendo en cuenta lo ajetreada y demandante que es la sociedad en la que vivimos, en la que nos cuesta mucho hacer nuestras obligaciones a su hora, junto con el hecho de que estamos hiperconectados, hace de este consejo muy fácil de decir pero casi imposible de hacer.
Afortunadamente, y especialmente orientados para aquellos que muy difícilmente pueden permitirse el lujo de apagar su ordenador a las 22.00h, existen algunas alternativas para evitar que la pantalla del mismo afecte gravemente a nuestros biorritmos. Hay programas especiales, como F.lux, que permiten calibrar la intensidad de la luz, evitando que el cerebro se piense que estamos a pleno día. Esta aplicación modifica el color de la pantalla a lo largo del día, siendo más fría por la mañana y más cálida por la noche.
En caso de que se tenga problemas con las pantallas por simple abuso de las mismas, ya sea mirando demasiado el móvil o quedándose hasta altas horas de la noche jugando a videojuegos, aquí la mejor opción que se puede tomar es curarse en salud y preguntarse si se tiene un problema con las nuevas tecnologías. ¿Qué mensaje vamos a recibir por la noche? ¿De qué nos sirve mirar lo último que ha puesto tal influencer a estas horas?
El ordenador, el móvil o la tablet, si su uso no es estrictamente necesario, es mejor tenerlos apagados por la noche. Dado que el uso de las pantallas no es inocuo y que usarlas por la noche implica problemas de sueño, el usarlas sin tener obligación puede deberse a una adicción a las nuevas tecnologías, algo que requiere la intervención de un profesional.
Referencias bibliográficas:
- Stevens, R. G y Zhu, Y. (2015) Electric light, particularly at night, disrupts human circadian rhythmicity: is that a problem? Phil. Trans. R. Soc. B37020140120 http://doi.org/10.1098/rstb.2014.0120.