El aparato locomotor humano se conforma de la unión entre el sistema muscular y el sistema osteoarticular, esto es, músculos y huesos que no solo protegen nuestros órganos, sino que también permiten el movimiento y la locomoción.
Tenemos más de 650 músculos que, al contraerse, provocan diferentes movimientos corporales, arrastrando así la masa ósea y siendo ayudados por ligamentos, tendones, cartílagos y articulaciones. Son los músculos los órganos funcionales del aparato locomotor y gracias a ellos disponemos de la función de la locomoción.
La capacidad de contracción y relajación de los músculos viene mediada por el sistema nervioso y requiere de una precisa y armónica sincronización para que podamos hacer todo tipo de movimientos. Para que podamos movernos, tanto para desplazarse como para coger objetos, es necesario que haya coordinación muscular.
Esta coordinación puede darse de diferentes maneras, implicando diferentes habilidades físicas y, a continuación, hablaremos sobre cuáles sus principales clases. Veamos, pues, cuáles son los tipos de coordinación muscular.
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¿Qué es la coordinación en el cuerpo humano?
En términos anatómicos, podemos definir la coordinación como la capacidad que tienen los músculos esqueléticos del cuerpo para sincronizarse en trayectoria y movimiento para poder llevar a cabo un gesto técnico.
Esta capacidad es producto de la sincronización armónica entre el sistema nervioso y la musculatura, ocurriendo que nuestro cerebro envía órdenes que viajan a través de la médula espinal, llegan a los nervios periféricos y, a su vez, llegan a la musculatura poniendo en movimiento el esqueleto. Gracias a este equilibrio, podemos controlar nuestro tono muscular y realizar movimientos finos y precisos.
Relacionada con esta idea podemos hablar de la coordinación neuromuscular, una capacidad que puede verse alterada en aproximadamente el 8% de los niños en edad escolar. Los niños que padecen algún trastorno neuromuscular pueden tener problemas en la educación motriz y, debido a sus problemas de coordinación motora, pueden tener un caminar inestable, ser propensos a tropezarse, chocarse muy a menudo o no tener la capacidad de sujetar bien algunos objetos.
La coordinación motora se puede aprender y mejorar, motivo por el cual es tan importante que los niños y niñas jueguen a deportes físicos en los que practicarán sus capacidades motrices y automatizarán movimientos. Si bien es cierto que el ser humano nace con cierta capacidad natural de coordinación musculoesquelética, siempre es recomendable hacer todo lo posible para mejorarla y ser más habilidoso en las tareas físicas.
Al desarrollarse desde bien pequeños, esto nos dará las herramientas que, a nivel nervioso, nos permitirán llevar a cabo movimientos de manera organizada, dirigida, precisa y sincronizada.
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Tipos de coordinación muscular
Ahora que comprendemos qué es la coordinación muscular en términos generales, vamos a ver qué tipos de sincronización motora hay. A pesar de que en todos los movimientos que llevamos a cabo se ven implicados nuestros músculos, controlados todos ellos por el sistema nervioso, no se implican los mismos músculos ni habilidades cuando, por ejemplo, estamos jugando al fútbol que cuando bailamos ballet.
1. Coordinación dinámica
La coordinación dinámica o general es un tipo de sincronización motriz que nos permite poner en movimiento diferentes partes del aparato locomotor sin que se interfieran las unas con las otras. Es decir, este tipo de coordinación nos permite mover el organismo de forma eficaz, sin que el movimiento de unas partes entorpezcan el movimiento de otras.
En este tipo de coordinación intervienen todas las partes del cuerpo y, por ello, decimos que es necesaria una sincronización global, en la que cada región locomotora cumple con su función de forma particular pero dentro de un conjunto, sin interferir o dificultar la actividad motriz de las demás regiones.
La coordinación dinámica es la que nos da estabilidad cuando nos movemos de forma dinámica, es decir, cuando implicamos a muchos músculos diferentes pero que cada uno hace un movimiento en concreto para poder llevar una acción compleja bien coordinada, como puede ser caminar o correr.
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2. Coordinación espacial
La coordinación espacial es aquella que aplicamos cuando organizamos nuestros movimientos musculares para adaptar nuestro movimiento general a una trayectoria o espacio ajeno.
Mediante este tipo de sincronización motriz podemos ajustar nuestra actividad muscular al movimiento de un objeto móvil de nuestro entorno, para así poder llevar a cabo la acción técnica que sea necesaria.
Un ejemplo de esto lo tenemos en los bateadores de béisbol y los jugadores de vóley, deportes en los que se tiene que coordinar el movimiento corporal con el de la pelota para así alcanzarla y golpearla.
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3. Coordinación intramuscular
La coordinación intramuscular es la capacidad que tienen nuestros músculos para contraerse cuando reciben las órdenes del sistema nervioso central a través de los nervios periféricos.
Las células musculares, llamadas miocitos, tienen filamentos de actina y miosina en su interior que se activan cuando los músculos reciben los impulsos eléctricos, y que permiten que los miocitos se contraigan, lo cual hace posible la acción biomecánica de los músculos.
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4. Coordinación intermuscular
La coordinación intermuscular es la capacidad global de activar diferentes músculos mientras se realiza una actividad física.
Esta no se limita a la contracción de un músculo concreto, sino de varios de ellos que se activan de forma sincronizada para realizar acciones locomotoras más o menos complejas, motivo por el cual se le llama intermuscular, es decir, entre músculos.
Un ejemplo de coordinación intermuscular es cuando golpeamos una bola de golf, implicándose en esta acción diferentes grupos musculares que deben coordinarse entre ellos.
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5. Coordinación segmentaria
La coordinación segmentaria o segmentada es aquella que implica un aumento de la aptitud en regiones específicas del organismo. A diferencia de la dinámica, que se basa en un incremento global de la sincronización global del aparato locomotor, en la segmentaria se potencia unas reacciones de coordinación específicas de la zona anatómica.
El sentido de la vista juega un papel fundamental en esta modalidad de coordinación. De hecho, la sincronización segmentaria funciona a partir de la relación entre la visión y las diferentes partes del aparato locomotor humano implicadas. Al ser específica de cada región, podemos distinguir tres formas principales de coordinación segmentaria: óculo-manual, óculo-pédica y óculo-cabeza.
5.1. Coordinación óculo-manual
La coordinación óculo-manual, conocida también como coordinación ojo-mano o viso-motora, es el tipo de coordinación segmentaria en donde las aptitudes motrices se involucran en el uso de las manos, habiendo por tanto la sincronización entre lo visual y lo manual.
Este tipo de coordinación es lo que nos permite manejar las manos dependiendo de lo que estemos viendo y la podemos ver en actividades cotidianas como teclear en un ordenador, escribir con un bolígrafo o tirar una piedra al lago.
5.2. Coordinación óculo-pédica
La coordinación óculo-pédica es la modalidad de coordinación segmentaria en el que se involucra el uso de los pies, sincronizádnose lo visual con lo pédico.
Este tipo de coordinación permite manejar los pies de forma adecuada en función de lo que percibimos por el sentido de la vista, siendo un ejemplo clásico cómo usamos los pies mientras jugamos al fútbol.
5.3. Coordinación óculo-cabeza
En la coordinación óculo-cabeza se involucran las aptitudes motrices en las que se requiere el uso de la cabeza, entendida esta como la región anatómica.
Este tipo de coordinación es la que nos permite mover la cabeza en función de lo que estamos viendo, adaptándonos a las necesidades que el entorno nos despierta. Un ejemplo también relacionado con el fútbol sería rematar el balón con la frente.
6. Coordinación estática
La coordinación estática es el tipo de sincronización musculoesquelética que tiene la particularidad de conseguir el “no movimiento”. Se trata de la habilidad motriz que nos permite estar quietos físicamente cuando nos encontramos de pie, teniendo control y estabilidad sobre nuestra postura.
7. Coordinación fina
La coordinación fina es el tipo de sincronización motriz que nos permite hacer movimientos muy precisos, en los que se ve implicada la musculatura fina.
Esta coordinación se basa en el desarrollo de las habilidades locomotoras para coordinar los movimientos musculares leves, pequeños y muy controlados. Un ejemplo de ello sería tejer, escribir, montar una maqueta...
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8. Coordinación gruesa
Finalmente tenemos la coordinación gruesa, antagónica a la que hemos visto en el punto anterior.
Este tipo de sincronización motriz no nos lleva a ser capaces de realizar movimientos musculares muy precisos, sino llevar a cabo tareas locomotoras en las que se involucran grandes regiones biomecánicas del organismo.
La coordinación gruesa es la que podemos observar en movimientos que no requieren de demasiada precisión, como por ejemplo saltar.