Los seres humanos somos animales sociales que necesitamos la aceptación y cuidado de los demás. Para tener un buen equilibrio emocional, es necesario disponer de relaciones con otras personas basadas en el respeto y la comprensión mutua.
Uno de los aspectos clave a la hora de entender cómo una persona se relaciona con las demás es el apego que estableció en su infancia con sus cuidadores.
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El estilo de apego repercute tanto en la infancia como adultez de la persona, haciendo que el individuo se relacione con los demás de forma similar a cómo lo hizo con sus propios padres.
En este artículo vamos a hablar del apego ambivalente, en el que la persona, a causa de cierta dejadez por parte de sus padres, se comporta de forma insegura y extremadamente suspicaz a la hora de relacionarse con otras personas.
Apego ambivalente ¿qué es?
El apego ambivalente, también llamado ansioso o resistente, es uno de los cuatro estilos relacionales observados por Mary Ainsworth y John Bowlby en sus investigaciones sobre las interacciones entre bebés y sus cuidadores.
Estos investigadores observaron que cerca del 10% de niños observados manifestaban conductas de angustia cuando sus madres se alejaban de ellos y, cuando estas no se iban de la habitación, estos bebés permanecían en estado de alerta.
En el apego ambivalente se da una fuerte inseguridad y miedo a ser abandonado. Los niños se comportan de una forma muy suspicaz ante la presencia de extraños, lloran y están alterados si sus padres no están pero, cuando ellos vuelven, no se consuelan e, incluso, los rechazan.
La causa de este comportamiento está en cómo los padres cuidan de sus hijos. En el apego ambivalente se da una interacción cuidador-infante intermitente, es decir, el padre o responsable del bebé sólo está pendiente emocionalmente de él la mitad del tiempo, o incluso en muy pocas ocasiones.
En algunas ocasiones, el cuidador se muestra tranquilo y pendiente del niño, dándole la correcta atención a su bebé y reconociendo de forma satisfactoria sus necesidades. Sin embargo, en otras sucede más bien lo contrario, es decir, el cuidador no está disponible para el infante, haciendo que el niño vea la conducta del adulto como algo imprevisible. Dado que el bebé necesita de la atención de su cuidador para sobrevivir, éste hará todo lo posible para que el adulto esté pendiente de él.
Normalmente, ante este tipo de situaciones, el bebé no recibe una respuesta inmediata de su cuidador cuando trata de llamar la atención. Así, el infante aprende que para que le hagan caso debe insistir una y otra vez, llegando incluso hasta el cansancio.
Con el paso del tiempo, los niños crecen y se transforman en adultos muy dependientes emocionalmente. Necesitan la atención de los demás para sentirse bien, tienen miedo de explorar cosas nuevas por su propia cuenta además de que tienden a exagerar sus necesidades.
¿Qué es la teoría del apego?
Antes de entrar en más profundidad sobre las características del apego ambivalente, es necesario hablar sobre la teoría del apego. Se entiende por apego el vínculo que se da entre un bebé con un cuidador, sea uno de sus padres o un tutor legal.
Este vínculo es de gran importancia dado que el bebé, que todavía es muy dependiente, necesita el cuidado de un adulto para poder sobrevivir. Esta relación puede y debe volverse muy íntima a lo largo de la vida de la persona.
Ainsworth descubrió, a partir de sus investigaciones con madres y sus hijos, cuatro tipos de apego:
- seguro
- ansioso-evitativo
- inseguro-ambivalente
- desorganizado
Un buen apego implica multitud de emociones positivas y brinda seguridad y protección. El cuidador es un refugio para el infante, además de una fuente de recursos y de conocimientos. Además, el cuidador es una base segura mediante la cual el infante puede satisfacer su curiosidad por el mundo exterior sin temerle miedo.
En la interacción entre bebé y cuidador se pueden dar dos tipos de comportamientos. Por un lado, la búsqueda de cercanía hacia el cuidador, con la intención de calmar su malestar emocional o necesidades básicas.
Por el otro, explorar el mundo exterior y desarrollarse emocional y cognitivamente. La calidad del apego dependerá de cómo el cuidador sepa ver estas conductas en su bebé.
Características del apego ambivalente
En el apego ambivalente se pueden observar una serie de características que se manifiestan en el infante o adulto cuya infancia estuvo marcada por este tipo de interacción bebé-cuidador.
1. Falta de autoestima
Todos los bebés necesitan que sus padres los cuiden y protejan. Sin embargo, en el caso de los infantes que han desarrollado apego ambivalente, sucede que sus padres no han sido capaces de cubrir adecuadamente las necesidades del pequeño.
En base a esto, los niños que han sufrido este tipo de relación con sus padres desarrollan la creencia de que los demás no van a dedicarles la suficiente atención.
Además, creen que para estar bien necesitan constantemente la compañía y dedicación de los demás.
Debido a esto, tanto en la infancia como llegada la adultez, las personas que han desarrollado este tipo de apego basan su autoestima en la forma en cómo los demás los tratan.
Como esta autoestima es baja y buscan la dedicación de los demás, estas personas pueden llegar a permitir ciertos comportamientos que implican abuso tanto físico como verbal, creyendo que no se merecen nada más.
2. Inestabilidad emocional
En muchas ocasiones, las personas con este tipo de apego responsabilizan a los demás de sus propios problemas y emociones negativas.
También presentan un bajo grado de control emocional, mostrándose fácilmente irascibles y alterables.
En muchas ocasiones, estas personas consideran que el problema no es suyo, sino de los demás que no saben comportarse de forma adecuada.
3. Relaciones tóxicas
En todos los estilos de apego hay una tendencia a replicar la relación que se tuvo con los padres, solo que esta vez con los hijos, pareja o amigos.
En el estilo de apego ambivalente se da una relación cuidador-bebé insegura, en la que a veces se le dedica el suficiente tiempo al infante y otras no.
Así pues, las personas que han desarrollado este tipo de apego tienden a tener relaciones en las que ellos están disponibles emocionalmente de forma ocasional.
Son frecuentes los celos, el malestar emocional, la desconfianza y la inseguridad. También, en las relaciones románticas, se teme que la pareja acabe abandonándolo, teniendo siempre la creencia de que puede encontrar a alguien mejor que él.
4. Ambivalencia hacia otras personas
Los niños ambivalentes adquieren estrategias para lograr ser el centro de atención de sus padres, especialmente temiendo que les puedan abandonar.
Sin embargo, una vez han logrado que se les dedique tiempo, se muestran resentidos y enfadados ante sus cuidadores.
Así pues este tipo de niños lloran desconsoladamente ante la ausencia de sus padres pero, cuando estos han vuelto e intentan contactar con ellos, los pequeños se muestran distantes, tratando de mantener la distancia pero lo justo para no sentirse abandonados.
Esta manera inconstante de comportarse prevalecerá a lo largo de toda la vida de la persona, mostrando un comportamiento del ‘ni contigo ni sin ti’.
5. Manipulación
Para evitar que sus seres queridos los acaben abandonando, o creyendo que en algún momento les dejarán de dedicar la suficiente atención, es frecuente que las personas que han desarrollado apego ambivalente recurran a la manipulación emocional.
Cuando son niños, hacen todo lo posible para mantenerse pegados a sus cuidadores cuando ven que estos tienen que irse o que van a alejarse de ellos por algún tiempo, por muy breve que sea.
Llegada la adultez, las personas con este tipo de estilo relacional harán todo lo posible para que su pareja les dedique el máximo tiempo posible, intentando, a veces, aislar a su compañero o compañera de su grupo de amistades y familia.
También son frecuentes los comentarios en los que se hace sentir mal al otro, haciéndole ver que, si hace algún tipo de amago por alejarse momentáneamente de él, debería sentirse culpable.
Por el otro lado, las personas con apego ambivalente tratarán de hacer todo lo posible para satisfacer a su pareja, llegando a olvidarse de sus propias necesidades. Sin embargo, esto cambiará cuando el otro muestre el mínimo intento por conseguir espacio propio, llegando la hora de los reproches y los celos.
Hay casos extremos y claramente abusivos en los que estas personas se meten en la vida persona de su pareja como, por ejemplo, mirando su móvil y viendo con quién han hablado, leer sus cartas, mirar en su diarios, rebuscar en su bolso…
¿Se puede tratar este tipo de apego?
La investigación en la que se ha abordado los estilos de apego ha llegado a la conclusión de que es bastante difícil modificar cómo se relaciona la persona con los demás, dada la gran profundidad que adquiere el vínculo cuidador-bebé, repercutiendo a lo largo de toda la vida.
Pero esto no quiere decir que, si la persona pone de su parte y busca la ayuda profesional adecuada, no pueda cambiar su forma de interactuar con los demás.
Mediante tratamiento psicológico es posible hacer que la persona vaya logrando con el paso del tiempo un estilo relacional más seguro y emocionalmente estable. También, la persona deberá ser consciente de cuáles son sus necesidades reales y en qué medida estas se pueden ver influidas o no por la acción de los demás.
En terapia la persona con apego ambivalente aprende que no necesita recurrir a otras personas para poder estar bien, que puede calmar su ansiedad reflexionando sobre cómo está en ese momento. También se le hace entender que el hecho de que una persona no esté físicamente con ella no significa que no vaya a volver, ni tampoco que vaya a abandonarla por alguien ‘mejor’.
Aprenderá que se puede estar apoyado emocionalmente sin necesidad de tener a la persona en la misma habitación.
Los adultos con este apego fueron niños que no exploraron el mundo de su alrededor, dado que no se sentían lo suficientemente seguros para hacerlo. En terapia aprenden a que no deben tener miedo y que pueden satisfacer su curiosidad sin necesidad de tener que tener la salvaguarda o compañía de otras personas en todo momento.
Con el suficiente trabajo, personas que desarrollaron apego ambivalente pueden progresar personalmente, llegando a desarrollar lo que se ha denominado apego seguro adquirido, lo cual es sinónimo de relaciones sentimentales sanas, bienestar emocional y un aumento de la autoestima considerable.
Referencias bibliográficas:
- Ainsworth, M. D. S., & Bell, S. M. (1970). Attachment, exploration, and separation: Illustrated by the behavior of one-year-olds in a strange situation. Child Development, 41, 49-67.
- Ainsworth, M. D. S. (1973). The development of infant-mother attachment. In B. Cardwell & H. Ricciuti (Eds.), Review of child development research (Vol. 3, pp. 1-94) Chicago: University of Chicago Press.
- Ainsworth, M. D. S. (1991). Attachments and other affectional bonds across the life cycle. In C . M. Parkes, J. Stevenson-Hinde, & P. Marris (Eds.), Attachment across the life cycle (pp. 33-51). London: Routledge.
- Prior, V., & Glaser, D. (2006). Understanding attachment and attachment disorders: Theory, evidence and practice. Jessica Kingsley Publishers.
- Schaffer, H. R., & Emerson, P. E. (1964). The development of social attachments in infancy. Monographs of the Society for Research in Child Development, 1-77.