Nuestras habilidades sociales son un factor determinante tanto en la búsqueda de la felicidad como en nuestras posibilidades de gozar de un buen estilo de vida. Es por ello que tener problemas en este aspecto puede llegar a generar mucho malestar.
Por suerte, las habilidades sociales pueden ser potenciadas a través de la intervención psicológica. Veamos cómo se hace.
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¿Cómo se mejoran las habilidades sociales en la consulta del psicólogo?
Más allá de la atención a las posibles psicopatologías asociadas a los problemas a la hora de relacionarse con los demás (por ejemplo, Trastornos del Espectro Autista, trastorno límite de la personalidad, etc.), los principales pilares de la mejora de las habilidades sociales en la consulta del psicólogo son los siguientes.
1. Detección de los pensamientos-trampa
Muchas de las personas que experimentan problemas en cuanto a sus habilidades sociales ven los momentos de interacción con los demás como una fuente de malestar o directamente de ansiedad, sobre todo si no conocen a su interlocutor o interlocutora. Es por ello que, ante la perspectiva de ir a intercambiar unas palabras, pueden llegar a asustarse y a intentar evitar que se produzca una conversación.
Como resultado, siguen manteniéndose en un estado de falta de experiencia hablando con los demás, y además alimentan la idea de que deben evitar exponerse a la interacción social porque estas son una fuente de miedo ante la que solo cabe retirarse.
En psicoterapia se trabaja para que quienes suelen pasar por esta clase de experiencias sean capaces de identificar rápidamente esos pensamientos-trampa que tientan con la idea de tirar la toalla antes de tiempo y llevan hacia el auto-sabotaje. De este modo, la influencia de estos queda muy limitada y la persona es capaz de salir de su zona de confort.
2. Gestión de la ansiedad
La ansiedad que a veces surge antes y durante los primeros minutos de una conversación (o cualquier otro intercambio comunicativo complejo) debe ser gestionada y canalizada adecuadamente. En terapia se propone un plan de entrenamiento de la gestión emocional adaptado a cada caso, y que en casos como estos suele estar centrado en el control de los procesos fisiológicos asociados a la ansiedad y en el manejo consciente del foco atencional.
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3. Práctica de la asertividad
La asertividad es la capacidad de comunicar todo lo necesario o importante y hacerlo honestamente a pesar de saber que ciertas informaciones u opiniones pueden resultar dolorosas, eso sí, siempre desde el respeto y teniendo en cuenta las emociones de los demás. Es básico para no generar bloqueos comunicativos que pueden causar problemas mayores que la incomodidad que podría haber sido causada por decir esas cosas.
4. Afrontamiento de los pensamientos intrusivos
Las experiencias desagradables vinculadas con las relaciones sociales acumuladas por quienes no se desenvuelven bien interactuando con los demás pueden llevarles a tender hacia el aislamiento, generar bloqueos en las conversaciones a causa de los nervios, etc.
Esto se da también porque los recuerdos dolorosos acerca de conversaciones pasadas pueden llegar a convertirse en pensamientos intrusivos, que vuelven a la consciencia una y otra vez y generan emociones como la culpa, la vergüenza, etc.
5. Desensibilización al rechazo
Este aspecto está muy relacionado con el anterior, e implica dejar de temer en extremo a la posibilidad de ser rechazados por los demás. Esto permite, por un lado, involucrarse más en interacciones sociales, y por el otro, saber con exactitud cuáles de nuestros actos no gustan, a quién no gustan, y por qué, lo cual permite aprender.
6. Adaptación a los ritmos y las actitudes de los demás
La comunicación no verbal es clave, y para sacarle partido hay que prestar atención a esta clase de señales y adaptarse al estado psicológico de la persona que tenemos delante.
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7. Potenciación de las habilidades de auto-motivación
Todas las formas de aprendizaje de habilidades sociales deben ser seguidas con consistencia durante un periodo de tiempo para que las internalicemos y las apliquemos en el día a día. Por ello se trabaja también en potenciar la auto-motivación para seguir el programa.
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Referencias bibliográficas:
- Beck, J.S. (2011). Cognitive behavior therapy: Basics and beyond. Nueva York: The Guilford Press.
- Caballo, V. (1983). Manual de entrenamiento y evaluación de las habilidades sociales. Madrid: Siglo XXI.
- Raymond, G.; Romanczyk, S.W.; Gillis, J.M. (2005): Social Skills Versus Skilled Social Behavior: A Problematic Distinction in Autism Spectrum Disorders. Journal of Early and Intensive Behavior Intervention 2(3), pp. 177 - 194.
- Stein, MD, Murray B.; Gorman, MD, Jack M. (2001). Unmasking social anxiety disorder. Journal of Psychiatry & Neuroscience. 3. 26 (3): 185 - 189.
