¿Sabemos decir “no” cuando es necesario”? Lamentablemente, la realidad es que muchas personas siguen sin establecer límites claros en su vida, y esto conlleva consecuencias negativas en su día a día y en sus relaciones personales. A menudo, esta falta de asertividad es debida al miedo a ser rechazado o a una educación muy estricta, basada en una responsabilidad exagerada y en la idea del “sacrificio” por los demás.
A continuación, veremos cómo afecta en nuestra vida y en nuestras relaciones la incapacidad de decir “no” cuando es necesario.
¿Qué es la asertividad (y la falta de ella)?
Llamamos asertividad a la capacidad de expresar nuestras opiniones y puntos de vista intentando mantener el equilibrio entre el respeto a uno mismo y a los demás. Es decir, la asertividad consiste en comunicar nuestros deseos y necesidades sin utilizar un lenguaje violento ni intimidante que pueda resultar incómodo, tanto para nosotros como para nuestro interlocutor.
La capacidad de ser asertivo es primordial en nuestra especie, puesto que el ser humano es un ser social en esencia y necesita de una buena comunicación con los demás para garantizar un ambiente cómodo y agradable en el que poder desarrollar plenamente todas sus capacidades. Esta es una de las cosas que nos distingue de los animales: nuestra habilidad para comunicarnos de forma abierta, pero respetando las necesidades y las emociones de los demás. En otras palabras, vamos más allá de la estricta supervivencia y construimos relaciones sociales basadas en el respeto y la comunicación sana.
Pero, por supuesto, no siempre es así. De hecho, ser asertivo supone, muchas veces, un auténtico reto. En ello influyen muchas cosas: desde una baja autoestima y un miedo exagerado al rechazo del otro, hasta un exceso de timidez o una educación basada en el servicio exclusivo a los demás, poniendo nuestras necesidades siempre en segundo término.
La falta de asertividad puede darse básicamente de dos maneras: la primera, a través de una comunicación agresiva e hiriente. La segunda se da en las situaciones en que no somos capaces de expresar nuestras necesidades y opiniones y nos plegamos a los deseos de los demás sin tener en cuenta los nuestros. Es lo que comúnmente se llama “no saber decir no”.
- Quizás te interese: "Miedo al rechazo: así nos aísla de las demás personas"
¿Cuáles son los efectos negativos de no saber decir “no”?
La incapacidad de expresar lo que sentimos y necesitamos puede crear situaciones muy incómodas que, a la larga, afectan a nuestra vida y a nuestras relaciones con los demás. A continuación, repasaremos los efectos negativos más importantes de no saber decir “no”.
1. Afecta en la autoestima
Este es, probablemente, el efecto más negativo de todos, puesto que una autoestima baja puede deteriorar nuestras relaciones con los demás (y con nosotros mismos). El hecho de no dar importancia a nuestras propias necesidades hace que nos sintamos minusvalorados y desplazados. También puede desencadenar un sentimiento de culpa por no haber establecido unos límites adecuados.
Al mismo tiempo, una autoestima baja puede provocar que cada vez seamos más complacientes con los demás, precisamente para buscar esa aprobación que no nos damos a nosotros mismos.
2. Pueden surgir sentimientos de ira que dificultan la asertividad
Es frecuente ver, en las personas que no saben decir “no”, explosiones de ira que les hacen expresar sus sentimientos de forma hiriente. Ese es precisamente el resultado de no haber sabido comunicarse de forma asertiva; la rabia y la frustración se acumulan y la persona acaba manifestando su verdadero parecer de forma poco constructiva.
3. Puede provocar problemas económicos
La incapacidad de rechazar un trabajo que nos parece abusivo, estar siempre dispuesto a realizar horas extras sin remunerar, prestar dinero constantemente a una persona… todas estas situaciones pueden provocar un estrés considerable y generan una situación de desestabilidad financiera que puede complicarlo todavía más.
4. Establece relaciones poco sanas
Cuando un vínculo personal no se basa en la sinceridad y en la comunicación auténtica (la que da importancia tanto a los intereses de la otra persona como a los propios) corre el riesgo de convertirse en una relación desequilibrada, en la que la otra persona es la que toma todas las decisiones. Esto puede acarrear sentimientos de inferioridad (e incluso de humillación) que pueden afectar profundamente en la relación.
No solo eso. Cuando los demás están acostumbrados a que digamos “sí” a todo lo que nos piden, resulta mucho más difícil revertir esta situación, puesto que hemos generado unas expectativas que cada vez nos serán más difíciles de romper. Además, y precisamente debido a la dificultad de revertir la situación, es muy posible que acabemos creándonos una especie de zona de confort para no tener que dar el paso.
- Quizás te interese: "Los 7 principales tipos de relaciones tóxicas"
5. Facilita la aparición de abusos
Si no establecemos límites y decimos siempre “sí” a todo, podemos caer en manos de perfiles manipuladores que pueden hacernos la vida francamente muy difícil. La asertividad es una manera muy eficaz de poner los puntos sobre las íes y establecer límites sanos para prevenir el abuso.
Pol Osés
Pol Osés
Psicólogo - Especializado en estrés, ansiedad, autoestima, adicciones, crisis, gestión emocional.
6. Es contraproducente a la hora de conseguir resultados
Una persona que no sabe decir “no” acarreará con una serie de trabajos que no le corresponden. Esto no solo es contraproducente para la persona en sí (puesto que puede generarle estrés y ansiedad por la saturación de trabajo), sino que también es altamente improductivo, ya que lo que se podría resolver con mayor facilidad distribuyendo las tareas acaba centralizado en una sola persona.