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7 ejemplos de Sexismo muy normalizados

Ejemplos de sexismo que mucha gente asume como normales, como si no pudieran ser cuestionadas.

7 ejemplos de sexismo muy normalizados

El sexismo, una forma insidiosa de discriminación de género arraigada en nuestra sociedad, a menudo se manifiesta de formas sutiles y aparentemente inofensivas. Como todas las personas hemos sido educadas y socializadas en una sociedad patriarcal y machista, en muchas ocasiones no somos capaces de darnos cuenta de qué comportamiento que llevamos a cabo es machista o sexista.

Sin embargo, el sexismo representa un ataque y exclusión de todo un sector de la sociedad, siendo necesaria una intervención de impacto social para deconstruir estas tendencias de pensamiento y redirigirlas. Todas las personas merecemos un espacio válido en la sociedad, generando espacios seguros para todxs y evitando los daños hacia estos colectivos históricamente diferenciados, excluidos y maltratados.

En este artículo, veremos ejemplos de sexismo muy normalizados en nuestra sociedad para ayudarte a entender la importancia de una deconstrucción y a abrir los ojos y puertas a una sociedad más diversa y respetuosa.

¿Qué es el sexismo?

Para comprender en profundidad los ejemplos de sexismo que abordaremos a continuación, es fundamental tener una sólida comprensión de qué implica el sexismo y de qué formas suele manifestarse. En su esencia, el sexismo hace referencia a la discriminación, desigualdad o prejuicio basado en el género. Implica tratar a las personas de forma diferente o injusta debido a su género. Debido a la normalización y socialización subyacente al patriarcado y machismo, normalmente el sexismo evidencia estas creencias, representando conductas de odio y exclusión centradas en, principalmente, mujeres. A menudo, el sexismo suele dividirse en dos categorías:

  • Sexismo hostil o abierto: Este tipo de sexismo es evidente y deliberado. Se manifiesta a través de comentarios ofensivos, burlas o actitudes abiertamente discriminatorias hacia una persona debido a su género. Es más fácil de identificar y abordar, ya que sus manifestaciones son claras.
  • Sexismo benevolente: A diferencia del sexismo hostil, el sexismo benevolente es más sutil y enmascarado. Implica actitudes y creencias que pueden parecer amables o elogiosas a primera vista, pero que, en última instancia, perpetúan la desigualdad de género.

El sexismo opera en una variedad de contextos, desde el hogar y el lugar de trabajo hasta los medios de comunicación y la cultura popular. Su influencia es perniciosa y persistente, y sus efectos pueden ser devastadores, afectando a personas de todos los géneros. En las secciones siguientes, exploraremos siete ejemplos de sexismo que, lamentablemente, persisten en nuestra sociedad y merecen nuestra atención crítica y nuestra acción para lograr una igualdad de género genuina.

7 ejemplos de sexismo muy normalizados

Pasamos a comentar, a continuación, algunos ejemplos de conductas sexistas que han sido normalizadas a través del tiempo y la socialización:

1. Reparto de tareas del hogar

En el contexto de la vida cotidiana, una de las manifestaciones más comunes de sexismo es el reparto desigual de las tareas del hogar. A menudo, esta desigualdad se arraiga en estereotipos de género que persisten en nuestra sociedad. Aunque en los últimos años ha habido avances significativos en la promoción de la igualdad de género, el reparto de las responsabilidades del hogar sigue siendo un área de manifestación flagrante del sexismo.

Históricamente, las tareas de cuidado del hogar han sido puramente asociadas a la mujer. Estas expectativas, enraizadas en roles de género tradicionales, han perdurado en gran medida en la sociedad moderna. Imagina una comida familiar de Navidad, ¿quién cocina? ¿Quién lava los platos? ¿Quién se levanta para ir a la cocina a por los platos? Lógicamente y afortunadamente, esto no es así para todo el mundo, pero sí es un patrón social común y que debe ser reflexionado y deconstruido.

2. Conciliación familia – trabajo

La conciliación familiar y laboral es un tema crucial en la lucha contra el sexismo y la promoción de la igualdad de género. Implica la capacidad de las personas para equilibrar sus responsabilidades laborales con sus obligaciones familiares, como el cuidado de los hijos o el apoyo a otros miembros de la familia. Este equilibrio es esencial para permitir que las personas, especialmente las mujeres, puedan participar de manera plena y efectiva en el ámbito laboral sin sacrificar su vida familiar.

Sin embargo, las barreras que existen para lograr una conciliación efectiva entre la vida laboral y familiar continúan siendo un ejemplo preocupante de sexismo. En muchas sociedades, se espera que las mujeres sean las principales cuidadoras, lo que a menudo las lleva a tomar decisiones profesionales que se ajusten a estas expectativas. Esto puede traducirse en la elección de trabajos a tiempo parcial o la interrupción de sus carreras para cuidar de la familia, lo que a su vez contribuye a la brecha de género en el ámbito laboral.

3. Publicidades de cosmética femenina

Las imágenes en anuncios de productos de belleza suelen presentar a mujeres con una belleza idealizada y estereotipada, promoviendo una visión limitada de lo que significa ser una mujer atractiva. Esto no solo puede afectar negativamente la autoestima de las mujeres al crear expectativas poco realistas, sino que también perpetúa la idea de que la belleza es un atributo esencial para su valor.

El lenguaje utilizado en estas publicidades también puede ser sexista. La comercialización de productos de belleza a menudo se basa en la premisa de que las mujeres necesitan corregir o mejorar su apariencia para ser aceptables o deseables. Esta narrativa implica que las mujeres deben gastar tiempo y dinero en productos para cumplir con las expectativas de la sociedad, lo que puede ser un ejemplo de sexismo benevolente. Además, resulta a destacar el hecho de que, por ejemplo, para anunciar una cuchilla de afeitar, jamás se mostrará un vello púbico femenino, al contrario de lo que sucede para los hombres.

4. Brecha salarial y techo de cristal

La brecha salarial de género es un ejemplo innegable de sexismo arraigado en el ámbito laboral. Esta brecha se refiere a la diferencia en los ingresos promedio entre hombres y mujeres que realizan trabajos equivalentes. A pesar de los avances significativos en la lucha por la igualdad de género, la brecha salarial persiste en muchas partes del mundo, lo que refleja una desigualdad económica profunda y sistémica.

El "techo de cristal" es un concepto relacionado que se refiere a las barreras invisibles que impiden que las mujeres avancen a posiciones de liderazgo y toma de decisiones en el ámbito laboral. A menudo, las mujeres encuentran dificultades para ascender en la jerarquía corporativa, lo que limita sus oportunidades de alcanzar puestos de alta dirección y ejercer influencia en la toma de decisiones.

5. Mirada masculina en medios de comunicación

La representación en los medios de comunicación y en la industria cinematográfica ha sido históricamente influenciada por lo que se conoce como la "mirada masculina". Este concepto se refiere a la perspectiva, tanto detrás como delante de la cámara, que suele favorecer la visión masculina del mundo, relegando la de las mujeres a un segundo plano.

Este fenómeno se manifiesta de varias maneras. En primer lugar, las mujeres a menudo son retratadas en los medios de comunicación y en el cine en roles estereotipados y limitados, como objetos de deseo, esposas o madres, lo que refuerza los roles tradicionales de género. Además, la representación de las mujeres en la pantalla tiende a ser menos diversa y realista que la de los hombres, lo que limita la variedad de historias que se cuentan y perpetúa estereotipos dañinos.

6. Trabajos para hombre y trabajos para mujer

La discriminación basada en el género en el ámbito laboral se manifiesta claramente en la segregación ocupacional, donde ciertos trabajos se consideran tradicionalmente "trabajos para hombres" o "trabajos para mujeres". Esta distinción, impulsada por estereotipos de género arraigados, limita las oportunidades de las personas y perpetúa la desigualdad en el lugar de trabajo.

Históricamente, a las mujeres se les ha dirigido hacia empleos relacionados con el cuidado, como enfermería, enseñanza o asistencia sanitaria, mientras que a los hombres se les ha animado a buscar profesiones en campos como la ingeniería, la tecnología o la construcción. Esta segregación no solo perpetúa la brecha salarial, ya que las profesiones "femeninas" a menudo tienen salarios más bajos, sino que también limita el acceso de las mujeres a roles de liderazgo y toma de decisiones.

7. Juguetes infantiles diferenciados; el rosa y el azul

La diferenciación de juguetes basada en el género es otro ejemplo de sexismo que afecta desde una edad temprana la socialización de los niños y las niñas. La industria de los juguetes ha sido históricamente culpable de promover estereotipos de género y limitar la diversidad en las opciones de juego de los niños.

En muchas ocasiones, los juguetes se han etiquetado y comercializado de manera específica para un género, lo que resulta en una división clara entre "juguetes para niños" y "juguetes para niñas". Los juguetes para niñas a menudo están relacionados con la crianza y las actividades domésticas, mientras que los juguetes para niños se centran en la construcción, la aventura y la ciencia. Esta diferenciación no solo perpetúa roles de género estereotipados, sino que también limita la creatividad y la imaginación de los niños.

Conclusiones

En resumen, estos siete ejemplos de sexismo normalizado evidencian la persistencia de desigualdades de género en nuestra sociedad. Al reconocer y abordar estas manifestaciones de sexismo, podemos avanzar hacia una sociedad más igualitaria. La conciencia y la acción son esenciales para eliminar los estereotipos de género, promover la igualdad en todos los ámbitos y construir un mundo donde todas las personas sean tratadas con equidad y justicia.

  • Héritier, F., & Braverman, A. (2002). Masculino/femenino. FCE de Argentina. Vigoya, M. V. (2004). Dominación masculina y perspectivas de cambio: desnaturalizar la jerarquía. Maguaré, (18), 2.

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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