Exposición selectiva: qué es y cómo afecta a nuestra manera de pensar

Un fenómeno psicológico que tiene que ver con nuestra manera de seleccionar información.

Exposición selectiva

Los procesos de comunicación y persuasión dependen mucho de cómo y en qué grado el mensaje impacte sobre la audiencia. Una de las variables fundamentales que intervienen en este proceso es la exposición, voluntaria o involuntaria, del receptor al mensaje.

Se puede definir como exposición selectiva al proceso cognitivo que hace que tendamos a buscar, aceptar y atender a los mensajes que concuerdan con sus creencias y actitudes, evitando información que ponga en duda aquello en lo que creen.

A continuación veremos más a fondo este particular forma de sesgo cognitivo, además de reflexionar sobre si hoy en día, en una época en que las nuevas tecnologías le han quitado el monopolio informativo a las grandes marcas, este proceso se ha fortalecido.

¿Qué es la exposición selectiva?

El término exposición selectiva se refiere a la tendencia de las personas a exponerse a información, opiniones o medios ideológicamente afines, o que ofrecen una forma de dar la información la cual la persona es partidaria. Esta información es seleccionada para reforzar los puntos de vista pre-existentes, y con la intención de evitar toda información contradictoria a la propia opinión o críticas a la misma.

Esta idea está muy relacionada con el sesgo de confirmación, que en esencia no es más que buscar información que confirme nuestra postura. De acuerdo a esta idea, las personas, cuando se nos presenta por primera vez una determinada información, la diseccionamos y establecemos cómo de cercana o contraria es a nuestra forma de ver el mundo. Optamos por aquella que tenga evidencia favorable a lo que pensamos, omitiendo, ignorando o rechazando la que sea desfavorable.

La exposición selectiva se puede relacionar con la disonancia cognitiva, concepto definido por Leon Festinger, que es la tensión o desarmonía interna en el sistema de ideas, creencias, emociones y, en general, cogniciones que percibe la persona cuando tiene dos pensamientos al mismo tiempo que están en conflicto. La persona, quien ya tendrá una postura predeterminada ante un determinado hecho u opinión, continuará buscando información que no le haga poner en duda su opinión preestablecida.

Cabe decir que si los mensajes son levemente discrepantes con las creencias previas del individuo pero parecen ser interesantes, novedosos o útiles es probable que la persona se exponga voluntariamente a ellos y los atienda. Cuanto más novedoso sea el mensaje y menor compromiso del receptor con sus actitudes sobre la temática tratada, mayor probabilidad habrá de exponerse a esa información y aceptarla.

La repercusión de las nuevas tecnologías

Antes de la irrupción de Internet en nuestras vidas, los medios de comunicación como los canales de televisión, las emisoras de radio y los periódicos eran los vehículos a través de los cuales la gran audiencia recibía la información. Las personas podían dejarse manipular por lo que decía un medio, reflexionar sobre lo dicho en un programa de debate, cambiar de canal o emisora o relativizar lo que se hubiera dicho. Al haber una poca oferta de medios era muy difícil encontrar un programa de radio, canal de televisión o un periódico cuya ideología o forma de ver las cosas coincidiera al 100% con la visión de uno.

Aún así, siempre había la opción de ver unos determinados medios. Las preferencias acababan imponiéndose en el día a día, haciendo que cada quien seleccionara de forma más o menos consciente los medios que dejaba que influyeran en su opinión o, como suele pasar, que iban más o menos en sincronía con lo que ya pensaba con anterioridad. Sin embargo, este panorama se ha ido debilitando con el paso del tiempo, solo siendo aplicable a las personas de avanzada edad cuyos entretenimientos principales son los analógicos.

Hoy en día, la aparición de las nuevas tecnologías venida de la mano de la gran irrupción de Internet ha hecho que las personas tengamos al alcance mucha más información y, entre toda esa información cabe esperar que haya algo que sea extremadamente coincidente con nuestro punto de vista. Al haber más redes sociales, periódicos digitales, canales de Youtube y plataformas similares las personas tenemos un muy mayor abanico de posibilidades informativas, permitiéndonos ser más selectivos que nunca.

Esta idea ha sido defendida por muchos críticos con las nuevas tecnologías. Pese a que la oferta de información es mucho mayor y que, en principio, nos dejaría tener una mayor facilidad para expandir nuestros horizontes, hay quienes sostienen que esto, en realidad, lo que haría sería hacer que nos centráramos todavía más en nuestra opinión, buscáramos solo medios afines y nos mostráramos más intolerantes con opiniones que no compartimos.

Lejos de ensanchar nuestra perspectiva, la enorme cantidad de nuevos medios haría que nos refugiáramos extremadamente en la evidencia que confirmara nuestra forma de ver el mundo, ahora fácilmente localizable poniendo en el buscador nuestra opinión y encontrando un sinfín de medios que dicen exactamente lo mismo que pensamos. Tenemos más evidencia que nunca de que tenemos la razón, y los demás están totalmente equivocados o no se han sabido documentar bien.

La fuerza de la pluralidad de ideas

Si bien es cierto que tenemos más capacidad para seleccionar la información y tenemos más facilidades para buscar contenido personalizado, hay un problema en el hecho de pensar que la exposición selectiva tiene más fuerza que nunca: asumir que las personas siempre tienen preferencia por información afín. Esto es bastante discutible, puesto que, realmente, no son pocas las ocasiones en las que las personas sentimos interés por puntos de vista diferentes al nuestro.

Se ha investigado sobre este fenómeno y parece no darse de forma tan fuerte como se podría pensar en un principio. De hecho, en más de una ocasión las personas buscan deliberadamente información crítica con lo que piensan para sacarle un provecho utilitarista a la misma. Por ejemplo, si queremos estudiar una carrera y nos habíamos decantado en un principio por psicología, para evitar matricularnos en una carrera que quizás al final no nos acaba de gustar buscaremos opiniones que la critiquen con datos objetivos, o que nos recomienden otras opciones.

También cabe decir que la idea de la exposición selectiva confiere una especie de “superpoder” a las personas: poder reconocer medios ideológicamente afines la primera vez que los observan. Es normal que si somos veteranos lectores de un periódico, blog o cualquier otra fuente de información desde hace años sepamos, más o menos, qué ideología hay detrás. En cambio, si es la primera vez que los vemos, no vamos a poder identificar su opinión o ideología nada más verlo. Necesitaremos estar expuestos un poco más e, incluso, indagar en otros artículos, vídeos o entradas de blog para tener una visión más general.

Con las nuevas tecnologías es mucho más fácil exponerse a un amplio repertorio de opiniones, sobre todo gracias a los hipervínculos. Es muy frecuente que nos fijemos más en el título de un artículo antes que en el periódico que lo publica, siempre y cuando de primeras ese título insinúe una postura radicalmente opuesta a la nuestra. Clicando y clicando, acabamos muy alejados de la primera página que hemos visitado, y durante el camino nos hemos expuesto a información de la más variopinta.

Otro aspecto interesante de Internet es que medios como las redes sociales exponen a sus usuarios a otros puntos de vista, sobre todo porque sus propios usuarios discuten entre ellos o hacen posts/hilos comentando un tema políticamente debatible. Estas entradillas acaban siendo comentadas por otros usuarios, partidarios o contrarios a lo que en ellas se ha dicho, y así se expande un debate que, desde luego, no hubiera podido ser posible si no hubiera habido gente que se hubiera expuesto a un contenido que no le ha gustado y que siente la necesidad de hacer una crítica.

Referencias bibliográficas:

  • Moya, M. (1999): Persuasión y cambio de actitudes. En J.F. Morales y C. Huici (Coords.): Psicología Social, 153-170. Madrid: McGraw-Hill.
  • McGuire, W. J. (1985): Attitudes and attitude change. En G. Lindzey y E. Aronson (Eds.): The handbook of social psychology, vol. 2. Nueva York: Random House.
  • Rivero, G (2016). El consumo de noticias por Internet, ¿cámaras de eco? España: Politikon. https://politikon.es/2016/02/26/el-consumo-de-noticias-por-internet-camaras-de-eco/

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