La Navidad es una época protagonizada por luces centelleantes, aromas festivos, reuniones familiares y villancicos alegres. Sin embargo, a menudo pasa desapercibida la posibilidad de pensar en la influencia que esta tiene sobre nuestras emociones y psicología. Por ejemplo, en diferentes estudios psicobiológicos se ha observado que esta temporada desencadena la liberación de serotonina y endorfinas. ¿Te has parado a pensar en todo lo que nos influencia psicológicamente de la Navidad?
Por ejemplo, la anticipación de reuniones familiares y la participación en tradiciones arraigadas contribuyen a forjar fuertes lazos emocionales. La conexión social y el apoyo emocional durante esta temporada pueden tener efectos positivos duraderos en la salud mental. Sin embargo, no podemos pasar por alto que, en algunos casos, la presión social para experimentar una felicidad desmedida puede generar tensiones psicológicas y que no todas las personas tienen familias con las que sentirse seguras y cuidadas.
En este artículo, vamos a comentar diferentes fenómenos que aparecen durante la Navidad y que tienen un impacto sobre nuestras emociones, psicología y, en última instancia, nuestro bienestar. Ofreceremos seis ejemplos; tres de ellos positivos y tres, negativos.
Aspectos positivos de la Navidad
Vamos a comenzar comentando diferentes aspectos de la Navidad que tienen, por lo general, un impacto positivo sobre nuestra mente, emociones y bienestar. Estos no solo mejoran el estado de ánimo individual, sino que también contribuyen a la cohesión social. La combinación de vínculos familiares fortalecidos, expresiones de afecto a través de regalos y la alegría compartida durante las celebraciones crea una experiencia navideña enriquecedora desde el punto de vista emocional y psicológico.
1. Reuniones familiares y vinculación social
Las reuniones familiares, en la mayoría de los casos, se entiende como momentos para la conexión emocional y el fortalecimiento de estos lazos. Volver a ver a un familiar que vive en el extranjero, ver cómo crecen los miembros más pequeños de la familia y sentir la unidad de la familia cenando y compartiendo espacio bajo el mismo techo. Además, la Navidad también ofrece momentos para estrechar vínculos con otras personas; organizar cenas de empresa, un regalo invisible con tus compañeros de clase o una cena de celebración con tus amigos de toda la vida.
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2. Regalos y sorpresas
Como ya sabemos, la Navidad está generalmente mercada por el intercambio de regalos. A prácticamente todas las personas les gusta recibir un regalo o una sorpresa; desde una nueva casa de muñecas hasta una Tablet del último modelo. Además, alejándonos de esta materialidad de dar y recibir, los regalos también son símbolo de la expresión de afecto y cuidado. La anticipación y la sorpresa asociadas con los regalos añaden una capa emocional especial, generando gratitud y reforzando los lazos afectivos, haciendo así de la Navidad una experiencia todavía más gratificante.
3. Celebración y descanso
La naturaleza festiva de la temporada navideña proporciona una pausa bienvenida en la rutina diaria. Como todos los procesos festivos, tener vacaciones en el trabajo, colegio o universidad ofrece unos cuantos días para desconectar de las rutinas diarias y centrarnos principalmente en hacer todo lo que nos apetezca. Las celebraciones ofrecen una oportunidad perfecta para relajarse, disfrutar de la compañía de seres queridos y reflexionar sobre el año transcurrido. Este tiempo de descanso es esencial para el equilibrio emocional y la renovación de energías de cara al nuevo año.
Aspectos negativos de la Navidad
A continuación, delimitaremos algunos aspectos de la Navidad que tienen reacciones negativas y dolorosas sobre las personas que los vivencian, y que nos ayudarán a dejar de comprender la Navidad como una etapa puramente alegre y de celebración. Al abordar estos desafíos, la Navidad puede transformarse en una temporada que no solo celebra la alegría y la unión, sino que también nutre la empatía y la solidaridad en nuestra sociedad.
1. Soledad
La paradoja de la soledad en medio de la celebración navideña es una realidad para muchas personas. Es importante darnos cuenta de que tener una familia que pueda reunirse y que sea cuidadosa con todos los miembros no es una opción para todo el mundo. Las personas que no tengan buena relación con su familia, o, directamente, no tengan una familia a la que recurrir, experimentan una elevada presión social de la felicidad impuesta en estos periodos. Por ello, estos procesos pueden intensificar la sensación de aislamiento para todas las personas que, por ejemplo, enfrentan la pérdida de seres queridos o se encuentran geográficamente separados de sus familias.
2. Familias desestructuradas
Como veníamos comentando antes, pese a que la Navidad suele entenderse destacando la importancia de la unidad familiar, para algunas personas, esta época puede exacerbar tensiones en familias desestructuradas. Estas familias no son un lugar seguro en el que sea posible la celebración, sino que, en muchas ocasiones, se convierten en fuentes de dolor y espacios en los que revivir traumas o experiencias dolorosas del pasado. Las expectativas poco realistas y la comparación con ideales navideños pueden generar conflictos, exacerbando dinámicas familiares ya frágiles.
3. Pobreza e hiperconsumo
Mientras que la temporada navideña invita a la generosidad, la presión del hiperconsumo puede agravar la angustia financiera. La brecha entre las personas que pueden participar plenamente en las compras y aquellos que enfrentan limitaciones económicas puede contribuir a sentimientos de exclusión y ansiedad. La Navidad suele estar completamente ligada al consumo desorbitado, pero seguir el ritmo de este consumo es únicamente posible para pocas personas dentro de la sociedad.
Adhara Psicología
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CENTRO DE PSICOLOGÍA HUMANISTA & MEDITACIÓN
Conclusiones
La Navidad, con su compleja mezcla de alegría y desafíos, resalta la importancia de la empatía y la comprensión. Aunque la temporada evoca emociones positivas, no debemos pasar por alto las dificultades que algunos enfrentan. Al reconocer la soledad, las tensiones familiares y las tensiones económicas, podemos cultivar una Navidad más inclusiva y solidaria. En última instancia, la reflexión sobre estas dimensiones enriquece nuestra apreciación de la diversidad de experiencias durante esta festiva época del año.