La mayoría de las personas en algún momento de nuestras vidas creímos que nuestro salario no era suficiente. Esto suele ser frecuente durante la juventud, una época durante la cual privilegiábamos otros aspectos en el ámbito laboral, como podría ser ganar experiencia en el rubro en el que queríamos desempeñarnos a futuro o conocer gente nueva. No obstante, es posible que en algún lugar de nuestras cabezas perseverara el ideal de que la etapa en la que ganaríamos un salario más alto sería la adultez; el momento en el que estaríamos asentados en un lugar fijo, seguramente con casa propia y ojalá que con una carrera hecha.
Sin embargo, la realidad es que este ideal no siempre se cumple. De hecho, la mayoría de las veces, nuestro futuro profesional no se lleva a cabo tal cual lo planeábamos. Por tal motivo, esto podría llevar a muchas personas a experimentar grandes desilusiones o inclusive sentimientos de culpa por no cumplir con lo que esperaban de sí mismas para esta etapa, mermando su autoestima.
En este artículo indagaremos acerca de cómo la autoestima podría verse afectada por ganar poco en la adultez, y las implicaciones de esto.
Salarios insuficientes: ¿un problema sólo de los jóvenes?
De cierta manera, nuestro imaginario ilustra de forma acertada la situación laboral de los jóvenes respecto a los adultos en la posmodernidad. A mediados de la década de los setenta, el proceso de globalización trajo consigo una serie de transformaciones que han modificado la realidad en la que vivimos, desde el advenimiento del Internet hasta el de las sociedades de consumo. Cómo no, tales eventos también incidieron en el empleo a nivel mundial, sobre todo respecto a la población juvenil. Los requisitos para acceder a trabajos bien pagados se tornaron cada vez más exigentes —más cualificaciones, más experiencia—, lo cual condujo a que los jóvenes debieran formarse exhaustivamente para conseguir empleo.
Se acrecentaron las desigualdades entre aquellos con acceso a educación superior y quienes no contaban con tal posibilidad; y el auge del desempleo juvenil produjo otros fenómenos a nivel social como el progresivo aplazamiento del momento de independización de sus hogares.
Sin embargo, aunque las malas condiciones laborales, el subempleo o los trabajos mal pagos se suponía que serían estadíos transitorios a los que solo los jóvenes debían adaptarse, en muchos casos perduraron en el tiempo incluso hasta la adultez. No todos los jóvenes pudieron formarse en un área específica para acceder a puestos cualificados y no todos ganaron la experiencia suficiente para conseguirlo. Se trata de un fenómeno cada vez más común que, no obstante, puede incidir negativamente en la visión que tienen estos adultos acerca de sí mismos. Específicamente, tener un mal salario siendo adulto podría afectar negativamente sobre la autoestima. Veamos de qué trata esto a continuación.
- Artículo relacionado: "Psicología del trabajo y las organizaciones: una profesión con futuro"
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es un constructo psicológico el cual refiere a cómo nos valoramos a nosotros mismos y en qué medida tenemos confianza en nuestras propias competencias o capacidades. El hecho de que la autoestima de una persona sea mayor o menor respecto a otra depende de su historia personal, por lo que su constitución comienza en la infancia temprana.
Esto no quiere decir que se trate de un concepto rígido o invariable, sino que la autoestima puede fluctuar con el paso del tiempo. De hecho, es esperable que esto suceda, ya que su aumento o disminución sucede de acuerdo a las experiencias que atraviesan a la persona en distintas instancias de su vida.
Una persona con baja autoestima podría verse como alguien quien frecuenta tener pensamientos negativos sobre sí mismo; es autoexigente hasta el punto de poner en riesgo su bienestar físico y/o psicológico con tal de cumplir con sus demandas. También podría llevarle a sobrepensar las cosas, pudiendo caer en hábitos de rumiación. Las personas con baja autoestima tienen mayores posibilidades de desarrollar altos niveles de ansiedad y depresión respecto a aquellas que puntúan más alto en autoestima, por lo que de acuerdo a las investigaciones científicas concretadas hasta el momento, la autoestima está relacionada significativamente a éstas y otras variables psicológicas.
- Quizás te interese: "¿Cómo identificar el Síndrome del Impostor?"
¿Cómo afectan los salarios bajos en la autoestima de los adultos?
Teniendo en cuenta a qué nos referimos cuando hablamos de esta variable, podemos plantearnos la pregunta de cuál es la incidencia de la situación de los adultos con bajos salarios sobre la autoestima. Este interrogante también ha sido desenmarañado por algunos estudios científicos y, en efecto, parece ser que ganar poco en la adultez afecta negativamente a la autoestima. De acuerdo con esto, un estudio sugiere que la autoestima de las personas fluctúa de acuerdo a la valoración del salario percibido (es decir, no necesariamente el salario real), y no así de acuerdo a otros factores como la antigüedad laboral.
Esto podría no extrañarnos por completo, ya que el dinero para una persona supone uno de los tantos incentivos posibles en el área laboral. Varios estudios llevados a cabo con un amplio abanico de trabajadores —desde recolectores de fruta hasta réferis de fútbol inglés— parecen concordar en que percibir un buen salario aumenta el rendimiento en el trabajo. El problema para las personas cuyo salario es insuficiente es que no cuentan con un refuerzo tan significativo para mejorar en el trabajo, lo cual podría no solo acarrearles dificultades para acceder a mejores puestos de trabajo sino también mermar su autoestima. Parece ser una suerte de ciclo, ¿no? Por si fuera poco, esta valoración negativa acerca de sus propias capacidades como consecuencia de ganar poco podría trasvasarse a otras áreas de la vida.
En este punto se evidencia cómo repercuten los bajos salarios en la autoestima, ya que el juicio que emiten las personas respecto a sí mismas incide en ámbitos totalmente ajenos al laboral, como qué tan buenos padres o parejas se consideran, pudiendo desencadenar altos niveles de insatisfacción con sus vidas.
En función a lo descrito, creemos necesario recordar que la valía de una persona no debe definirse por sus logros ni por su estatus económico. No obstante, es lógico que una persona pueda sentirse afectada por cuánto gana: vivimos en una sociedad exitista, y muchas veces la vara con la que se mide el éxito es el dinero. Lo importante es poner en cuestionamiento estos preconceptos que suelen estar muy arraigados en nosotros. Por último, en caso de que consideres que tu situación económica está afectando a tu autoestima, podría ser de gran utilidad el acompañamiento de los vínculos más cercanos y, de ser posible, pedir ayuda a un profesional de la salud mental.